Temporada 13: 16 de Octubre

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— Lo prefiero a él, es todo. —Olivia alzó los hombros fingiendo desinterés, se reclinó incómoda en la silla frente al escritorio de Cragen. 

Los labios de Cragen se fruncieron, tardó solo dos segundos en asentir, señaló la puerta, dando por concluida la charla con su detective. Olivia se puso de pie, tenía el rostro sobrio, estaba agobiada, cansada, confundida y no tenía la más mínima intención de contárselo a nadie. Caminó hacia la puerta con la única intención de llenarse el sistema de cafeína, pero lo que dijo su Capitán la detuvo.

— Amanda Rollins no es Alex Cabot, Olivia.

Los músculos se le enfriaron, sus ojos cafés se humedecieron por el preludio de un llanto, se sostuvo del marco de la puerta con la mano derecha, escondió un instante su rostro contra su brazo, rebuscando entre su entereza para mirar a Cragen y no descomponerse al instante... — Nadie podría siquiera acercarse a lo que Alexandra Cabot es. —Olivia señaló a Rollins a través de la ventana— Nada de lo que estés imaginando está ocurriendo con ella; solo te pido trabajar con alguien más experimentado, Donald. Y hasta que no llegue alguien más, Amaro es lo mejor que tenemos ahora. —Sus palabras salieron empolvadas, grises y un dolor punzante se instaló en su cabeza, salió de la oficina, cruzó con hostilidad el área de atención de la unidad y se condujo hasta el área de interrogatorios.

Se metió en uno de los cubículos y azotó dos veces la puerta, sin embargo, en ningún intento cerró, la detective caminó hacia la mesa del centro, se sentó en la silla donde sientan a los sospechosos y llevó sus manos al rostro.

Lo que había dicho era cierto... nunca conocería a nadie como Alexandra Cabot; y tampoco es como si esperase más de la vida, había sido lo más terso, real y hermoso que le sucedió; Olivia la había amado de una forma en la que no se sabía capaz; de alguna manera la vida le había enseñado a conducirse en soledad, a ver por sí misma, lejana de un núcleo u hogar compartido; pero Alex la había mirado como nadie hizo antes, la abrazó y sostuvo como si fuese a quedarse allí toda la vida; y ambas en verdad querían compartir hasta el último segundo con el que contaban, querían pertenecerse a diario, caminar a la par, sin miedo, tomadas de la mano, dándose todo cuanto pudieran... pero las cosas, las cosas no estaban hechas para suceder así. Ni con ella, ni con Elliot.

De los tres, ella era la única que se había quedado, la única que seguía en el mismo sitio, con la esperanza de que algún día todo cuando amaba regresaría; tenía que... moverse, ¿no? Mover los malditos pies, acomodarse a la soledad nuevamente, conocerse a solas otra vez, aceptar a esos extraños en su mundo, aceptar que...

Los pensamientos de la detective fueron interrumpidos, Amanda estaba en la puerta. Sus ojos azules estaban cerrados, se habían oscurecido un tanto, reaccionando al regreso del rechazo en apariencia injustificado que Olivia le había mostrado cuando llegó de Atlanta. La sureña se había apartado, acostumbrada también a moverse de los lugares donde siente que estorba, que sobra, acostumbrada a no ser recibida, a desencajar, ya ni siquiera le inmutaba, tampoco le producía ninguna sensación de lástima por sí misma ni mucho menos.

— Amaro te está esperando. —Fue concisa, directa, lo más digna que podía resultar su voz. — Hay un código de violencia, puedo encargarme si tú no puedes.

Olivia se limpió el rostro sin dejar de mirarla a los ojos. De alguna forma, descubrió la diferencia que había en ellos; fue como si hubiesen salido disparadas a kilómetros de distancia cuando hace apenas unos días había podido mirar un esplendoroso futuro, un hogar lleno de calma, pero cargado de adrenalinas espontáneas.

— Ya voy. —Tras escuchar eso de Olivia, Amanda se dio la vuelta y cerró la puerta, devolviéndole la privacidad que le arrebató a la detective y ella a su vez, la dejó ir. Dejarla ir. Así se sentía. Que estaba tirando algo al vacío, como si algo se desprendiera de sus dedos cada que Amanda se alejaba y se cerraba. Se puso de pie tan rápido como pudo, cruzó el cuarto y se asomó al pasillo... encontrando a Rollins recargada en la pared a mitad del corredor. — Debo parecer una maldita. —La voz de Olivia fue apenas un murmullo, suficiente para que Amanda lo escuchara.

La rubia se reincorporó, acomodó sus omoplatos para alzar pronunciadamente los hombros. — Le pediste a Cragen que te asignara a Amaro... y el Capitán es excelente, pero no sabe mentir muy bien cuando se trata de ti... —se giró sobre los talones para afrontar esa dura mirada café— ¿Puedo saber qué fue lo que hice ahora? —Le fue inevitable ocultar el puchero que se formaba en sus labios. — Creí que... estaba mejorando esta negación tuya, que podías valorar mi trabajo en serio, pero ya entendí, no quieres que me acerque y tampoco pretendo hacerlo; cualquier cosa que creas que intento yo... ni siquiera pretendo dirigirte la palabra fuera de lo profesional, pero para eso... para eso necesito que confíes en mí, aunque sea un poco.

Olivia aún tenía los ojos rojos, fue acercándose poco a poco sin quitarle la mirada del rostro, rompiendo al fin la distancia entre las dos, Rollins tuvo que contener la respiración, no fue realmente consciente de cuándo se acercó. El perfume de ambas penetró en las narinas de la otra; Olivia olía a una fruta dulce... mientras que Amanda llevaba algo más fresco, como madera o café. Benson tomó de los brazos a Rollins. Sonrió, con dolor. — He sido injusta, no puedo trabajar todo el día contigo, no por ahora, necesito unos días para poder comprender qué sucede y explicarte; Elliot no fue lo único que cambió, Amanda. Y yo... lo que pasó en ese café... no quiero estar confundiendo las cosas. —La soltó, pensando que la conversación estaba concluida, pasó a lado de Amanda y justo cuando sus brazos se rozaron, la rubia la detuvo del brazo.

— ¿Vas a hablarme de Alexandra Cabot? —Amanda la soltó de inmediato y se talló el pómulo, de pronto solo le dio un pequeño picor. — No has confundido nada, aquí... —la miró a los ojos— no está pasando nada. —Se burló un poco de lo patética que se sentía ella misma—. Si piensas que yo... —negó— olvídalo, solo admiro tu trabajo Olivia, no quiero más.

Olivia se blindó en ese instante también. Trató de dar un paso, alejarse, pero Amanda volvió a detenerla, la tomó de la mano, repasando la suavidad de su palma, sintiendo las líneas que tenía marcada, entrelazó los dedos... para ella era como un acto de despedida, porque la realidad era que quería saltarle encima, abrazarla y besarla desde ese momento en la cafetería.

Y necesitaba de eso, de despedirse de esa manera, de cerrar cualquier cosa que estuviese ocurriendo, contrario a sus palabras, contrario a lo que ambas habían dicho.

Olivia se quedó a su lado, apretó el agarre, queriendo poder entregarle todo lo que tenía, ¿pero cómo? Si estaba deshecha. ¿Cómo iba a entregarle polvo?

— Si trabajo contigo, si estoy todo el día a tu lado, podría acostumbrarme a ti, Amanda y no estoy lista para golpearme contra el piso de nuevo si algo sale mal. 

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⏰ Última actualización: Oct 22, 2021 ⏰

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