Bendita locura la nuestra

914 92 724
                                    

El Demonio se agita sin cesar a mi lado,

flota a mi alrededor como un aire impalpable;

lo respiro y siento que quema mis pulmones

Baudelaire


-¡Va, Siri, esfuérzate un poco, no me hagas el cádaver!

-¡Es que yo así no puedo, ese bicho nos está mirando!

"Ese bicho" era Nagini. Tras unas semanas de coitos, alcohol y carcajadas siniestras, Bellatrix se despertó una mañana soliviantada al darse cuenta de que la serpiente de Voldemort había quedado huérfana. Con su amo en Azkaban, no tenía a nadie que la cuidara. Así que de inmediato le sugirió a Sirius adoptarla. El animago se negó en redondo. Hasta que su prima puso ojitos, le pasó los brazos por el cuello y susurró:

-Por fa, por fa, Siri... Podemos quedárnosla y ampliar la familia... ¡Poor faa, es solo una sirpiente pequeñita! Y te estaré muuuy agradecida....

Sin mirarla para no ceder, el gryffindor volvió a negarse. Bellatrix empezó a besarle la mandíbula y le preguntó si le daba miedo. Al instante Sirius respondió que no le daba miedo sino repelús: no quería tener una parte de Voldemort en su casa. A su prima le pareció cruel tratar así a una pobre huérfana; pensó en equiparar su caso al de Harry, pero supuso que Sirius no se lo tomaría bien. Así que decidió echarle fantasía:

-Sabes, como siempre me has gustado pero no podía comentarlo con nadie para no quedar de traidora, le hablaba de ti a Nagini. Y ella estaba de acuerdo en que eres el humano más guapo que ha visto nunca. Siempre me decía que ojalá fueses un serpiento para casarse contigo.

-¿Me tomas el pelo? Porque es que estás tan zumbada que puede ser verdad...

-¡Lo digo en serio! De hecho decía que eso era lo que más le gustaba de ti: el brillo de tu pelo. Me hacía enseñarle enciclopedias con fotos de serpientes a ver si alguna se parecía a ti para que fuese su media culebra.

Sirius abrió y cerró la boca varias veces. Al final tuvo que aceptar: si Bellatrix se había inventado semejante anécdota rocambolesca es que realmente deseaba adoptarla. Y no podía negarle nada a su loca favorita. Así que fueron a la Mansión Malfoy. Encontraron a Nagini en la verja de entrada con su equipaje en una mochilita. Al parecer estaba harta de los Malfoy. Se enganchaba continuamente en los largos cabellos rubios de Lucius que alfombraban el suelo; ya que aunque el patriarca estuviera en la cárcel, su alopecia seguía con ellos. Por eso, el animal estaba deseando que lo fueran a rescatar. Había empaquetado su manta favorita, un calcetín gigante en el que le gustaba meterse y unos mini sándwiches por si le entraba hambre. En cuanto vio a los Black, se enroscó en Bellatrix y se acomodó en sus hombros. Y esa fue la historia de su adopción.

Para sorpresa de Sirius, resultó ser una mascota de lo más pacífica (probablemente por el alivio de librarse del acoso de Voldemort y de los pelos de Lucius). No daba ningún problema. Solo pedía que la acariciaran cada poco y le leyeran cuentos de basiliscos que devoraban a príncipes rubios. Lo único que desquiciaba al animago era su costumbre de estar presente cuando practicaban el coito. Le repetía a su prima que el animal los miraba con atención mientras lo hacían y le cortaba el rollo.

-De verdad, Bella, que no nos quita ojo, ¡mírala!

-No seas ridículo, Sirius, cómo va a mirar –murmuró la bruja volviéndose hacia el animal.

En cuanto Bellatrix miró a los pies de su cama, Nagini giró la cabeza a toda velocidad y simuló estar observando el paisaje exterior.

-Mira, está ahí mirando por la ventana y jugando con ese pergamino.

Tú sabes hacerlo mejorWhere stories live. Discover now