No pienso tocártela...

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Soy Scott

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Soy Scott. Tengo 20 años. Este ha sido mi primer año de Universidad. Conseguí un piso para compartir con otro chico en un anuncio.

Se llama Tom y enseguida nos llevamos bastante bien. Como a ninguno de los dos nos gusta hacer las tareas de la casa, decidimos que las debíamos realizar durante 15 días cada uno. Los dos lo cumplimos bien porque nos gusta vivir ordenadamente y limpios. Tom cocina unas cosas mejor y a mí me salen más buenas otras, todo dentro de lo normal, un trato bastante equitativo.

Tenemos novia cada uno, dos chicas muy guapas, que nunca se llevaron bien, por esto no salimos juntos. Ellos van por su lado, y mi novia y yo por el nuestro. Las chicas tampoco vienen mucho a casa, para no encontrarse la una con la otra. Pero mi compañero y yo sí que somos muy colegas y nos tenemos bastante cariño. Una vez que él estaba enfermo, con muchísima fiebre y apenas podía moverse lo cogí por debajo de un hombro y él pasó su brazo alrededor de mi cuello y lo llevé a mear. Su pijama sólo tiene un botón en la bragueta y recuerdo que con suavidad se lo abrí y metí la mano por encima de su vello púbico, el cual era abundante pero semi recortado que me hacía cosquillas, para cogerle el pene. Se lo saqué, estaba fláccido y era bastante grande, pero como mi amigo apenas se enteraba de nada y no acertaba en la taza, tuve que sostenerlo en mi mano apuntando al inodoro hasta que terminó.

Como he dicho nos tocan las faenas domésticas a medias. Un día que yo estaba poniendo lavadoras, al meter uno de sus calzoncillos vi claramente manchas de esperma. Me sonreí, porque yo hacía lo mismo que él al masturbarme, me limpiaba con los calzoncillos. No sé por qué me los llevé a la nariz, por curiosidad supongo. Olían bastante a bolas sudadas y un poco a culo. Pero por encima de esto un perfume a sexo muy rico. Parecido al mío. No me dio asco, al contrario, me gustó. Desde entonces cada vez que pongo lavadoras se los huelo uno por uno.

Me parece que así conozco más a mi compañero y le guardo más cariño. No hay nada sexual en esto, entonces no se me pasaba por la cabeza tener relaciones ni nada parecido. Simplemente era algo animal, como cuando me pongo el jersey de alguno de mis hermanos y por el olor sé a cuál pertenece. Creo que tiene algo que ver con el reconocimiento de tus iguales, como hacen los perros oliéndose el culo.

Otra vez en que yo me emborraché mucho en una fiesta a la que habíamos ido sin nuestras novias, al salir vomité y Tom me llevó a casa y me dejó encima de la cama, me quitó los zapatos, los calcetines, la camisa y por fin tiró de mis vaqueros dejándome en slips. Yo me reía y le decía que estaba abusando de mí. Sentí sus dedos en mis slips cuando me los bajaba hasta los tobillos para quitármelos. Luego me llevó a la bañera y abrió la ducha, pero como yo me quedé sentado medio muerto sin que me importara el agua tibia que me corría por encima, se desnudó y se metió conmigo. Cogió la manguera y la dirigió a mi pelo, me lo enjabonó, luego echó gel en la esponja y me la pasó por el pecho y las axilas quitándome el olor a sudor y vómito que tenía encima. Estuvo muy tierno cuando con discreción me pasó apenas la esponja sobre el culo, sin meterla por la raja, a mí no me importaba nada.

─La polla te la lavas tú, Scott. No pienso tocártela...

Al ver que yo no me movía se limitó a echarme agua por encima de los huevos y cerró el grifo. Después trajo toallas y me secó como a un niño pequeño, todo el cuerpo. Era muy dulce sentirse arropado así, a pesar de que él estaba un poco incómodo. Me secó el pelo y bajó por todo mi pecho y espalda, ahora sí que me metió la toalla por el culo y con suavidad me palpó las pelotas y el pene secándome los vellos negros que rodean mi miembro. Me dejó sentado en el inodoro y se secó él. Luego me llevó a la cama y como yo llevaba un brazo por encima de su cuello, lo besé en la mejilla para agradecerle. Como estaba aún borracho creo que lo mojé con saliva, a lo que él se secó con una mano.

─Aléjate Scott y duérmete de una puta vez!

Me arropó con las mantas y se fue a su habitación.

Al día siguiente nos reímos mucho con la anécdota.

La cuestión es que nos hicimos bastante amigos. Cenábamos en calzoncillos con mucha confianza y si uno se estaba duchando y el otro tenía que entrar a orinar no había problemas. Era una amistad muy masculina, sin exceso de intimidad. No hablábamos de nuestras cosas, ni de nuestras novias. Pero había confianza y nos tirábamos muchos pedos juntos, empujándonos y llamándonos "cabrán" el uno al otro entre risas.

F*CK MEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora