Cenicienta

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Era una noche oscura, la más oscura que habían visto sus ojos. La luna y las estrellas se habían escondido aterradas del misterioso hombre que acechaba en las sombras. En el silencio nocturno se podían escuchar las campanadas que marcaban las doce de la noche. La muchacha se ocultaba tras un contenedor en aquel pequeño callejón. No sabía porque le perseguía, no sabía que podía querer ese hombre de ella.

Su vestido azul de fiesta estaba hecho jirones y sus zapatos plateados llenos de barro. Respiraba con dificultad intentando no hacer ruido y las lágrimas caían por sus mejillas esparciendo el maquillaje. Era una noche fría, pero ella notaba gotas de sudor deslizandose por su nuca, pegando su rubía melena a la piel.

Una sombra apareció en la entreda del callejón, impidiendo el paso a la luz de la farola. Ël todavía no le había visto, le estaba dando la espalda. La chica mordía su labio inferior con fuerza para que un sollozo no escapara de él, para que aquel hombre no la descubriese. No quería ni imaginar lo que sería capaz de hacerle. El hombre miró hacia todas partes, menos a donde ella se encontraba, y se fue. Sigió su camino en busca de la joven. Ella, aliviada, soltó un suspiro. Fue un gran error.

Él volvió sobre sus pasos con la mirada fija en ella. Él la veía, veía el miedo en sus ojos. Una enorme sonrisa lobuna se extendió sobre su rostro y comenzó a caminar hacia ella. La luz le iluminó el rostro y vió, bajo toda esa oscuridad, la maldad en persona. Él no era un hombre, él era un monstruo.

Se pusó en pie y corrió en dirección contraria a esa bestia. Quería salir de allí, quería alejarse de él. Sólo tenía que cruzar una carretera, entrar en el bar de le otro lado y llamar a la policía. Era sencillo, lo único que tenía que hacer era correr. Y lo hizo.

Pero mientras cruzaba la carretera subida en sus tacones uno de sus pies tembló y el zapato se deslizó hacia fuera. La joven calló al suelo de rodillas usando las manos para frenar el golpe. Pero no podía rendirse. Tenía que seguir adelante. Lamentablemente, una furgoneta se lo impidió.

La muchacha no sintió dolor, no sintió miedo. Pero tampoco vió su vida pasar por delante de sus ojos.

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⏰ Última actualización: Dec 17, 2014 ⏰

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Not A Fairytale (Relatos cortos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora