Espero estar haciendo lo correcto y es así como seguí vagando perdida en mis pensamientos hasta que caí en la cuenta de que estaba anocheciendo y era peligroso estar sin refugio. Busqué un viejo árbol para poder trepar y dormir en alguna gruesa rama.
A la mañana siguiente, me alisté y continué vagando hacia el norte, esperando toparme con alguna colonia rebelde. Suelen ser subterráneas pero escuché que hay modos de saber cuándo estás cerca de una, por medio de marcas en los troncos, tres líneas horizontales con una vertical en el medio; son casi imperceptibles pero si estás prestando la suficiente atención puedes hallarlo fácilmente.
Seguí vagando cuesta abajo, esperando encontrar el río servey, necesito agua para poder lavarme.
De pronto, comencé a escuchar ruidos, atiné a esconderme detrás de un árbol, lo suficientemente grueso para poder resguardarme. Entonces, no creía lo que mis ojos me mostraban, era el maldito engreído, estaba herido y sus manos rodeadas por cuerdas. Pero lo que captó totalmente mi atención, era que estaba siendo arrastrado por tres ¿Hombres?. Dios, está tan jodido, son...Gremblins –jadee-. Son seres pequeños pero muy peligrosos. Tienen apariencia de hombres enanos, pero si los ves de cerca puedes notar las deformidades en caras y piernas, en vez de dientes poseen colmillos y son carnívoros, así que digamos está MUY jodido. De repente, caí en este absurdo impulso de querer ayudarlo, pero ¿Qué podía hacer? Tomé una profunda respiración, cogí una piedra mediana y la lancé con toda la fuerza que puede reunir directo hacia la cabeza de uno de los Gremblin.
Cayó y el maldito engreído aprovechó la oportunidad para lanzar una patada al Gremblin que tenía delante de él, tomé una rama y salí corriendo como una bala hacía el tercer Gremblin que estaba por morderlo, lo golpeé tan fuerte en la cabeza que su sangre salpicó por mi cuerpo y cayó pero en ese instante la horrible deformidad se paró y sentí como la sangre abandonaba mi cuerpo, no podía moverme y vi como la bestia caía al suelo y su cabeza rodaba hacía mis pies. Simplemente todo se volvió negro.
-Hey, hey, por favor. Despierta- Decía una voz.
¿Será que estoy en el cielo? Me pregunté. De repente algo tiró agua fría a mi rostro y reaccioné abruptamente. Me levanté, traté de enfocar lo que tenía al frente. Diablos, no, no estoy en el cielo. El maldito engreído estaba mirándome con una media sonrisa en el rostro.
-¿Podrías no ser tan bestia la próxima vez? No es divertido despertarse con agua fría y mucho menos con tu cara al frente.
-Estuviste desmayada por todo un día e intenté de todo, era eso o tirarte al lago...así que podrías agradecerme, fui muy amable.- Dijo con satisfacción.
No, en serio. Estoy cada vez peor... ¿Ayudarlo? Sí, la peor idea de todas.
-Gracias- Traté de levantarme pero el cuerpo me dolía y la cabeza me explotaba. Gemí, esto no puede estar pasando.
-Estoy siendo un bastardo, lo sé. Gracias a ti por ayudar, no debiste hacerlo pero gracias- sonrió. ¿Dije que fue la peor idea? Fue una muy buena.
Me ayudo a apoyarme contra un tronco caído y me tendió una manta, por suerte había hecho una pequeña fogata que nos podría mantener calientes por un rato.
-¿Cuál es tu nombre?-dijo después de un momento de silencio.
-Keira y el tuyo?-
- Caleb- dijo con la mirada perdida.
- Gracias por, ya sabes, acompañarme...pero no sé porque me desmayé-
-Corté la cabeza del Gremblin y bueno, rodó hacia tus pies y cuando levanté la vista tú estabas en el suelo- dijo con un tono de preocupación que llamó mi atención, como si se culpara...pero claro que es su culpa.
La imagen vino a mi mente junto con arcadas que amenazaban salir, vio mi expresión y me atrajo hacía él y puso un paño húmedo en mi frente.
-Lo siento, yo sólo...- lo callé colocando mis dedos en sus labios.
-Tu voz me da dolor de cabeza- dije con una sonrisa. Él me sonrió de vuelta y así caí en un profundo sueño.
Al despertarme, me encontré con cubierta con una cazadora y una manta. Desorientada estaba a punto de gritar cuando sentí pasos, sin perder el tiempo busqué el cuchillo que llevaba en mi bota y lo saqué cuando una mano tocó mi hombro y volteé instintivamente apuntando al cuello.
-Wow, buenos días a ti también, pero ¿Sabes? Como que me agrada mi cuello, y sería simplemente genial si dejaras de tratar de degollarme- dijo dándome una media sonrisa.
-Lo siento, me asustaste-. Bajé el cuchillo y lo coloqué de regreso en la parte trasera de la bota.
Frunció el ceño, -Suelo causar otro tipo de emociones-.
Mis mejillas se encendieron.
-Es medio día. ¿Verdad?- traté de cambiar de tema.
Escuchar eso desviaba mi sentido común y odiaba sentirme así de expuesta ante él.
-Supongo que sí. Por cierto, traje huevos y carne, cacé un conejo. No te molesta, ¿Verdad?- Miró directo a mis ojos, y vi un destello de culpabilidad por segunda vez.
-¿Sabes que fue un simple desmayo, no? Y fue mi decisión querer ayudarte, no tienes por qué sentirte culpable en primer lugar.-
No tienes que sentirte culpable por lograr que mi corazón se vuelque cada que veo tus ojos.
-Fui un bastardo engreído contigo- dijo con sinceridad y luego torció las comisuras de sus labios.
Mierda, ¿Me escuchó hablando en sueños? ¿Qué diablos está mal conmigo?
Él supo que me di cuenta de que algo probablemente vergonzoso dije entre sueños y sólo continuó molestando.
-Un bastardo engreído con hermosos ojos, ¿No te parece?- sonriendo aún más, enseñándome su hoyuelo.
Miré hacia el horizonte y de pronto todo se volvió negro.
Desperté jadeando.
-Caleb, caleb- grité hasta que una mano tapó mi boca.