Capítulo 2

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Llego a paso acelerado a casa de mi novia. Intento regularizar mi respiración para que ella no note lo agitado que estoy, mucho menos quiero que se dé cuenta de mi estado alterado. Creo que debo estar pálido, pues haber visto a Serena caminando por las calles de Tokio, para mi, es peor que haber visto a un fantasma. Me paso las manos por el pelo, luego de tocar el timbre, mirando hacia atrás para vigilar que ella no me haya seguido, sintiendo mis latidos a mil.

—¡Darien! —escucho la dulce voz de mi novia, y la veo de pie en el umbral de la puerta de su casa. Lleva un vestido rosa que le llega un poco más arriba de las rodillas, y su cabello anaranjado cae sobre sus hombros, enmarcando sus mejillas sonrojadas, destacando sus brillantes ojos verdes.
—Unazuki —la llamo, feliz de verla.

Ella no tiene idea del milagro que obró en mi vida, de la salvación a la que condujo mi alma, solo sabe que su amor sanó una gran herida en mi corazón.

—Ven, pasa, mis papás te están esperando.
—Gracias —le digo, tomando su mano para que se detenga un poco. Necesito mirarla, ver que está conmigo ahora, comprobar que ella es mi alma gemela—. Espera. Yo...
—¿Pasa algo, Darien?
—No, nada. Es solo que quiero estar contigo unos segundos antes de entrar.
—Ay, que dulce eres —me dice, abrazándome con fuerza, dejando su cabeza sobre mi pecho, mientras acaricio su cabello. Ella es paz para mi.

Deslizo mi mano por su mejilla, alzando su rostro, y ahí se queda mirándome con esos ojos enormes que me encantan, tan verdes como la esperanza que me ofrecen. Llego hasta sus labios, dejando un beso suave sobre ellos, pero ella se aferra a mi, esperando un poco más. Con ternura recorro su boca, sintiendo como se va derritiendo en mis brazos, por lo que me detengo, dejando un último beso en su frente.

—Tus padres nos esperan —le recuerdo a un par de centímetros de sus labios, viendo como abre sus ojos con asombro.
—Cierto... perdón —se excusa, sonrojándose con dulzura. Eso es lo que me gusta de ella, su inocencia, todo lo opuesto a Serena.

Entramos en su casa, donde sus padres me reciben alegres y pronto estamos cenando, mientras conversamos. Ellos están felices de que su hija sea mi novia, pues saben que soy el mejor estudiante de Ingeniería comercial de la facultad donde ella también estudia. Además, mi familia es muy conocida en el distrito Azabu, así que ellos se sienten seguros de que le daré un excelente futuro a Unazuki. El problema... es que ninguno conoce mi pasado, nadie sabe de aquel año donde me perdí por completo, y del que volví hecho una sombra de quien era, porque ella me arrebató todo.

—¿Cómo te ha ido con tu tesis, Darien? —me pregunta su padre, mientras nos sirven el postre.
—Bien. No puedo decir que perfecto, porque me he encontrado con varias variantes en el proceso, pero ahí vamos avanzando.
—Eso es bueno. A nuestra Unazuki aún le quedan varios años en su carrera.
—Pero, no se preocupe, que la ayudaré en lo que sea necesario. Empecé mi pasantía en Elysion Company y hasta el momento todo parece indicar que podré seguir trabajando ahí.
—Te felicito, Darien. Has sabido aprovechar tu juventud —me felicita, pero a mi se me retuerce el estómago de solo recordar como lo desperdicié al lado de Serena.
—Gracias señor Furuhata.
—No agradezcas, muchacho. Estoy muy feliz de que seas el novio de mi pequeña.
—Aprovechando el momento, yo quisiera pedirle algo —digo, lanzándome al vacío, con el estómago lleno de ansiedad.
—Dime, Darien.
—Con Unazuki ya llevamos dos años de novios... dos años en que hemos sido muy felices y creo que ha llegado el momento apropiado para esto —expreso, sacando la cajita con las argollas de compromiso que compré hace unos días, pensando en este instante—. Quisiera pedir su permiso para comprometerme con su hija, y poder empezar a planear nuestra boda.
—Darien... —susurra ella a mi lado, completamente sorprendida y admirada.
—Ahí está Unazuki, tienen toda mi bendición —acepta, con una enorme sonrisa en el rostro.

TE CONQUISTARÉ OTRA VEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora