1 Demasiadas emociones

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Aquello era un completo caos. El director había desaparecido, pero en ese momento aquello daba igual. Tex estaba herido de gravedad y no sabían ya que hacer para ayudarle. Micaela no paraba de rebuscar en el botiquín para ver si había algo que pudiera servir para curar a su amigo, pero nada funcionaba.

Anna y Allen le tapaban la herida con las manos en un intento de detener la hemorragia. Anna tenía los ojos llorosos y de vez en cuando se le caía alguna lágrima. Allen, sin embargo, no había derramado ninguna lágrima, aunque por dentro también estuviera siendo presa del estrés. Entre ambos hermanos procuraban darle conversación a Tex para que no cerrase los ojos y se distrajera algo del dolor. Por todo esto, ninguno de los 3 se había percatado de que Thomas había desaparecido.

...

Thomas abrió los ojos en un lugar poco iluminado. Cuando su vista de adaptó a la luz pudo comprobar que estaba en el despacho del director. Intentó moverse, pero no pudo. Estaba atado de pies y manos a una silla. Más tarde, cuando intentó gritar, se dio cuenta de que también estaba amordazado.

-- Mira, Karen, parece que el niño ha despertado.

-- Awww, que monada. ¿De verdad no puedo llevarmelo conmigo a La Sala? Haría una hermosa obra de arte con él.

-- No, primero tengo que hablar con él. Déjanos sólo.

Thomas oyó pasos alejandose y la puerta cerrarse. En esto en director aparece frente a él mirándole como si hubiera ganado una batalla.

-- Bueno, al fin y al cabo te viniste a mi despacho. Tenemos mucho de que hablar.

El muchacho le miraba fijamente esperando que hablara, ya que él al estar amordazado no podía articular palabra.

-- Oh, que estúpido por mi parte, no puedes hablar. Te quitaré esa mordaza, pero como me muerdas, grites o hagas algo extraño, todo será peor para ti. ¿Entendido? -- Thomas asintió con la cabeza-- Bien.

El director le quitó la mordaza de la boca y se alejó de él. Para haberlo noqueado, amordazado y atado a una silla estaba siendo muy bueno con él. Se miraron por unos instantes, esperando que el otro articulara palabra. Sin embargo, al ninguno de los dos hacerlo, Thomas lamió sus labios, ya que los tenía secos por la mordaza, y decidió hablar.

-- Supongo querrás saber qué es lo que sé.

El joven se esperaba una respuesta afirmativa o negativa del otro, sin embargo el director se rió fuertemente como si le hubiera contado el mejor chiste del mundo. Thomas se quedó perplejo. Notaba el sarcasmo en la risa de aquel hombre, pero no terminaba de comprender el porqué.

-- Ay, Thomasito, que gracioso eres. -- Dijo el director parando su risa-- No. No quiero saber lo que sabes porque ya sé todo lo que crees conocer de este circo. ¿Acaso creiste que te dejaría andar por MI circo sin que YO supiera lo que descubrias?

-- ¿A qué te refieres?

-- Es muy fácil, pensé que considerandote tan inteligente lo averiguarías tu solito. Me parece que te sobreestimé. Yo mismo decidí dejarte todas las puertas abiertas para que pudieras ver que hay al otro lado. Fui yo quien te dejó las cartas de Micaela al alcance para que pudieras leerlas. Podría perfectamente haberlas destruido en cuanto la cosa se torció, pero no lo hice. Te dejé entrar en La Sala, en donde el zootropo y es más, en mi propio despacho. ¿Pensaste que era un golpe de suerte que no te encontrara en esos momentos? Sólo aparecí en los momentos necesarios. -- Entonces el director se quedó frente a frente con Thomas.-- Escuchame bien, Thomas. En este dichoso circo no pasa nada que yo no quiera que pase o que pueda controlar con facilidad, ¿entendido?

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⏰ Última actualización: Jun 25, 2020 ⏰

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