Capítulo II

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Capítulo II

    Desperté en cuanto sentí una mano sobre mi cuello mientras entre escuchaba los gritos de  varios niños. Una piel suave y cálida me tocó, de la forma de aquellas caricias que se suelen añorar. Una vista bifurcada e imprecisa, pero lo primero que vi, pese a la absurda nitidez, -al abrir los ojos-, fue una cara conocida, aunque no es que fuera a ver a otra. Jennel me había despertado, ya era hora de  salida en el colegio. No había podido dormir aquella noche por el ruido en casa, pero me alegré que la maestra no se hubiera dado cuenta, me hubiese castigado si me encontraba durmiendo. Me vanaglorie sin pensarlo más.

   Salimos sin antes observar que todos casi habían desaparecido. Pasos lejanos, gritos de alegría, sonrisas discretas e imprudentes. Todos corrieron por los pasillos hacia la salida, yo creía que iban a jugar videojuegos, tal vez de pijamada, de fiesta o reunión familiar, no lo sabía, pero por eso  supuse que iban muy rápido para irse. La verdad, es que no me importaba mucho, nos veían raro a mi hermana y a mí, porque siempre estábamos solos, pero estaba bien si estábamos los dos juntos. Siempre se estaba mejor así. Solos los dos.

  Caminamos a la salida, Jennel y yo, ella siempre se apuraba para llegar primero, esa sonrisa maravillosa que se le dibujaba; amplia, luminosa...  y como estúpida arte de magia desapareció, sin dejar rastro,  ¡y mamá por nueva cuenta no estaba en la entrada!, otra vez no había ido por nosotros. La abrace y nos miramos dándonos apoyo silencioso. Me pregunté si estaba en casa, tal vez estaba trabajando, me dije en ese momento, pero  eso de nueva ocasión… no lo deseaba.  No había venido, era a realidad, aunque casi nunca lo hacía.  Me consoló, pero deseé que no estuviera trabajando.Que en verdad no lo estuviera haciendo me repeti.

   Cuando ella estaba ocupada, siempre nos mandaba a otro lado o no nos hacía caso, aunque casi nunca lo hacía, pero parecíamos haber desaparecido en aquellos momentos. Ella se encerraba en su cuarto y nosotros ya no existíamos.   Jennel ya no lloraba cuando escuchaba los gritos o esos ruidos extraños de la habitación de ella. Jugábamos a escondernos y le abrazaba tapando sus oídos. Sonrisas nerviosas, conteniendo el llanto y preguntas, sólo queriéndonos entre nosotros.

     Todo el camino hacia casa era igual, la misma distancia en autobús, los mismos paisajes, las mismas calles, inclusive era igual con las personas, nada cambiaba, siempre preguntándonos si nos habíamos perdido, sólo porque se les hacía raro que dos  niños de siete años  estuvieran solos, otros más simplemente nos ignoraban. Todos los niños del colegio esperaban a sus papás que fueran por ellos; a veces sus mamás, a veces sus papás, pero siempre iba alguien, pero por nosotros no. Miss Annie decía que nosotros éramos especiales, ella era maestra de arte, y a veces platicaba mucho con nosotros, decía primero que porque nosotros  éramos gemelos, y aunque Jennel era niña y yo niño, nos parecíamos en algunas cosas. También decía que porque teníamos que crecer de otra manera muy diferente a los demás niños, porque hacíamos cosas por nosotros mismos, era enredado, pero también pensaba que éramos diferentes que los demás, porque no teníamos papá. Cuando le pregunté a mamá, ella se había enojado mucho, gritó y había maldecido, maldijo al cielo, y a Dios. Los niños no teníamos que decirlo, decía la maestra pero mamá las decía muy a menudo. Ella nos   dijo que papá era un hombre malo que nos había abandonado, que no nos quería; pero a veces sentía que mamá tampoco me quería, ella me regañaba y me gritaba cuando me veía, decía que era igual a mi papá, ese hombre malo, pero yo no sabía cómo era él, pero mi mamá lo odiaba a ese señor, ¿mamá me odiaba a mí también? Me preguntaba cada noche en silencio, al cubrirme y esconderme entre mis sábanas.   

   Después de un paseo habitual, habíamos llegado a casa, y la puerta estaba abierta, no hubo la necesidad de introducir la llave en la cerradura, sólo  había jalado Jennel la manija y me miró fijamente. Supe que mamá sí estaba, pero me pregunté por qué no fue por nosotros. Lo sabía, una parte de mi lo sabía, pero no quería aceptarlo tan fácil. Lo más seguro es qué estuviera trabajando. Le  dije a Jennel que esperara afuera mientras le di un beso en la frente y tomaba sus cosas, ella solo afirmo con la cabeza y se sentó en la entrada a esperarme.

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⏰ Última actualización: Dec 17, 2014 ⏰

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