2. La cuarta rueda de nuestro Ferrari

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Les puedo asegurar que en toda la noche no llegue a dormir me fue imposible. Estaba demasiado asustada.

Luego de pasar toda la noche en vela, viendo vídeos y en mis redes sociales. Mi despertador suena avisándome que ya es hora de levantarme para ir al colegio, (así es amigos, soy Sra. Responsable). Camino en dirección al baño de mi habitación, y al verme en el espejo no me puedo reconocer, ¡estoy demacrada! Unas ojeras moradas e hinchadas, que por poco y llegan a mis labios, los ojos súper rojos y la cara agotada del cansancio. ¡Que horror! Voy a ver si con un baño se arregla.

Doy la vuelta y me quitó la ropa, entro en la ducha. Siento como el agua fría me va envolviendo y refrescando. Uno de mis placeres es bañarme, siempre que lo hago siento que me relajo y tranquilizo. No sé si contarle a mis padres lo que pasó la noche anterior, pero en realidad no los quiero preocupar.

Salgo del baño en busca de mi uniforme, me cambio, me pongo los zapatos, me termino de arreglar, y me pongo mi mochila para posteriormente salir de la habitación.

Bajo las escaleras y se puede sentir el rico olor del desayuno, mi mamá también cocina muy bien.

–Huele muy rico ¡alimentame madre! –Digo a punto de comer mi desayuno, pero antes de que pueda siquiera sostener la cuchara, mi mamá sostiene el plato y lo hala hacia ella –¡Ey! ¿Má que haces?

–Primero que nada, buenos días –Dice juntando su dedo anular e índice –Antes de desayunar ve a despertar a tus hermanos, se les va a hacer tarde.

–Pero mamá ¡Ellos ya están grandes para que se levanten solos! –Digo alzando un poco, repito... sólo un poco la voz. Mi mamá me mira y alza sus cejas –¡Está bien! ya voy.

Me levanto y dejo mi mochila en la silla en que estaba sentada.

Subo nuevamente las escaleras, ya que la habitación de ellos está al lado de la mía. Paso por mi habitación y llego a la de ellos, la abro y como siempre Martín estaba acostado con marco. Desde que nacieron siempre han dormido juntos, no sé porque mis padres le siguen comprando camas a cada uno si ¡nunca las usan! O sea, que desperdicio de dinero.

Me acerco a la cama dónde están acostados los gemelos (si leyeron bien gemelos). Martín tiene una pierna sobre Marco y la boca abierta haciendo que tenga una gran línea de saliva. Marco, por el contrario, le está dando la espalda a Martín, pero este tiene un brazo y pierna fuera de la cama.

No voy a mentir se ven súper tiernos y lindos, pero no quiero aceptarlo. Saco mi celular del bolsillo de la falda y les tomó una foto. JAJA para la prosperidad.

–¡Despierten van a llegar tarde! –Digo y me lanzo sobre ellos –Mamá dice que se organicen para el colegio, vamos a llegar tarde –Replico y me acuesto en la mitad entre los dos.

–¡Ahg! ¿Sabes que hay mejores formas de despertar a alguien, cierto? –Dice marco sentándose en la cama, con una mano en la cabeza –¡Ah! Mi cabeza.

Me siento también en la cama con intenciones de levantarme e irme, con mi misión ya cumplida. Pero Martín me abraza y hace que caiga nuevamente acostada en la cama, río ante su repentina muestra de afecto.

–¿Cómo amaneció la mejor hermanita del mundo? –Dijo Martín mientras aún me tenía abrazada. Pero si soy su única "hermanita" –Aww ¡eres tan hermosa! –Gritó Martín mordiendo mi mejilla, aunque no muy fuerte.

–Los amo tanto –Digo y los abrazos ambos –Me encanta estar con ustedes.

–Si si, ya. Que rico, que cursi. Pero ajá. Nos tenemos que arreglar –Dijo Marco mientras se levanta y comienza a quitarse la ropa. ¡Pero que aguafiestas!

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⏰ Última actualización: May 29, 2020 ⏰

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El chico que vive con las estrellas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora