1 | 아빠, 안녕

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―Esta es la última maleta ―Jeno gruñó con pesar y la maleta que arrastraba sin cuidado la habría dejado caer de la misma forma en el cofre del auto de no ser porque los ojos del castaño junto a él le lanzaban una de esas miraditas de cachorro que, bien sabía, tenían mucho efecto sobre él. La frente arrugada y su barbilla tensa contrastaban su autocontrol, la situación lo estaba matando―. Llama si algo sucede.
Ciertamente, Jeno esperaba que Jaemin llamara. Que no fuera por algún motivo en particular, solo que llamara cinco minutos después de su partida y admitiera lo equivocado que estaba, entonces Jeno lo recibiría de brazos abiertos y con la mejor de sus sonrisas.

―Gracias, Jeno. Cuídate —sin embargo, Jeno estaba pidiendo demasiado. En su lugar asintió, mirando al otro hombre cerrar el cofre y lanzarle una expresión jocosa de "qué demonios estás esperando para desaparecer". Pero Jeno era civilizado, así que fue él quien apartó la mirada primero y se rindió a posar sus ojos en Jaemin, quien al parecer era el más incómodo de los tres―. Será mejor que vaya por Jisung.

—Te espero en el auto, lindo.

Con los puños apretados, Jeno se dio la vuelta para seguir los pasos de Jaemin dentro de la casa, era eso o verle la cara. Esperó en la sala, porque ir a la habitación de Jisung sería prestarse aún más a algo que él encontraba indeseable. Además, sus cabellos negros le picaron los ojos y eso hacía que le ardieran, o tal vez era el desconsuelo de saber que estaba perdiendo a quienes por años llamó su familia lo que parecía querer hacerle llorar. Jisung era su hijo, su pequeño, él fue una de las primeras personas que lo sostuvo en brazos cuando recién nacido, y ahora tenía que verlo partir junto con Jaemin, de regreso con un hombre que se hizo a un lado cuando más lo necesitaron.

No estaba resentido en contra de Jaemin, y tampoco iba a dejar de considerar a Jisung como su hijo. Pero el otro tipo, ese desnaturalizado que abandonó a Jaemin cuando estaba embarazado, estaba muy lejos de ser un padre adecuado para Jisung. ¿Qué se creía que era? Por eso es que le costaba entender cómo Jaemin había decidido darle una oportunidad.

Sin embargo, no había nada que pudiera hacer. A fin de cuentas, Jaemin era el padre de Jisung, el de verdad, y era él quien decidía de acuerdo con lo que considerara mejor para el niño, y pese a que a leguas se notara que aquello le haría más mal que bien, Jeno no estaba en posición de decidir por ello.

― ¡No! ¡No me quiero ir! ¡No! ―Cuando Jaemin estuvo al pie de las escaleras, el pequeño de seis años se arrebató de sus brazos y corrió hasta donde Jeno se encontraba, aferrándose a la pierna de quien durante toda su corta vida había llamado papá. Jeno no se contuvo y tomó en brazos al pequeño que lloraba desconsolado, sus mejillas y naricita enrojecidas por el llanto que no daba tregua―. Papá, no quiero ir, no dejes que papi me lleve.

―Jisung, cariño, mírame. ―Jeno intentó que Jisung se despegara un poco de él para verlo mejor, pero el pequeño estaba aferrado a su cuello sin intenciones de apartarse―. Jisung ah, ¿me escuchas? ¿Puedo hablar contigo, hijo? ―Jeno lo sintió asentir y frotó su espalda para tranquilizar los hipidos que le cortaban la respiración―. Jisung ah, papi Nana solo quiere... buscar distintas oportunidades para ti ―comentó suavemente, no era capaz de decirle al niño que era lo mejor para él, puesto que estaría mintiéndole―, pero el que nos dejemos de ver como antes no quiere decir que ya no nos volvamos a ver, ¿me entiendes, hijo?

― ¡Pero no quiero! ―Jisung se despegó del cuello de Jeno para mirarlo, y al adulto le rompió el corazón ver el rostro de su pequeño empapado en lágrimas y respirando cortado por el llanto―. Tú eres mi papá.

Jeno ya no supo qué responder, él quería luchar, aferrarse a su hijo y decirle que sí, que él era su padre y nadie podía cambiar ese hecho, pero para su mala fortuna, eso no era verdad. Aunque lo amara como su hijo, Jisung no era suyo, y su padre biológico llegó luego de casi siete años de ausencia para arrebatar a Jeno la familia que tanto atesoraba.

Fatherly | nominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora