desagradable

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Siempre he sido un bicho raro, un asco, como aquella vez en séptimo grado: Brando es un bravucón, él estaba masticando su goma de mascar, tenía un paquete de ellas y me preguntó si quería, le dije que sí y me agarró del cuello.

—Eres una mierda Matthew, nunca vas a tener nada—dijo sonriente y prosiguió a sacar la goma de mascar humedecida de saliva con sus propios dedos y la pegó encima de mi pupitre. Sólo la tomé y me la metí a la boca.

Brando se quedó mirándome como si algo le picara el culo, Elliott, el chico que siempre se sentaba a mi lado también se quedó mirándome, creo que por eso Elliott ya no se sienta a mi lado.

Como sea, a veces hago cosas sin pensarlo, como si mi mente no estuviera aquí o yo estuviera muerto y mi cuerpo tal vez lo maneje un niño alienígena con tres dientes enormes con formas de manos.

Pero siempre estoy triste. No estoy excusándome por ser un bastardo, creo que quiero actuar como si todo estuviera bien o buscar una excusa para poder decir que no estoy bien. ¿Han escuchado la Cabalgata de las Valkirias? quiero morir, no ahora no, mamá está preparando el desayuno.

Mamá es hermosa, tiene ese delantal de naranjas que le regaló mi prima y siempre lo usa, se pone a bailar en la cocina, escucha la misma frecuencia en la radio, yo odio la voz del parlante, es irritante, muchas cosas me irritan, porque me odio.

Una vez intenté hacerlo, intenté matarme, estaba en la tina y la temperatura del agua estaba bastante fría, es estúpido intentar ahogarse en una bañera, es más fácil si tomas algo primero, algo que aturda tu cuerpo, lo haga débil, lo vuelva tan cansado que no puedas moverlo tan bien para que la pequeña y casi inexistente parte de ti que aún quiere sobrevivir no pueda luchar. Lo confieso, sentí miedo, soy un cobarde creo, la cosa es que la sensación de estar ahogándose es perturbadora.

Recuerdo una pesadilla que tuve una vez: Yo estaba dentro del mar pero alguien me acariciaba la mejilla, ambas y me cantaba, como una canción de cuna, era algo en francés creo, la voz venía de lejos pero a la vez tan cerca y no podía ver más que un fondo oscuro en el agua y unas manos delicadas que salían de allí, cuando desperté estaba orinado. Cada vez que siento la necesidad de sentirme amado recuerdo ese sueño.

Nunca me he enamorado, pero es diferente cuando no tienes ningún amigo. No sé por qué no tengo amigos, creo que no quiero tenerlos, mi madre dice que veo a la gente como si no tuvieran alma o no existieran, que paso de ellas, pero no creo que sea por eso, lo más probable es porque la mayoría del tiempo estoy planeando mi suicidio o escribiendo historias sobre monstruos que viven bajo el océano y quieren desterrarnos.

¿Por qué los monstruos se llaman "monstruos"? ¿Es esta alguna clase de especismo?

Después de terminar mi zumo de limón conseguido a hurtadillas de la cocina a las 2am, en mi habitación se escuchaba Romanian Folk Dances de Béla Bártok de fondo, me acosté boca arriba en la cama, con los brazos cruzados y mi cráneo apoyándose en la palma de mis manos, podía ver el cielo estrellado a través de la puerta de cristal que iba al balcón, de repente sentí que empezaba a ponerse dura, así que empecé a masturbarme un poco, luego era más agresivo, quería acabar cuando veo una luz del cielo cayendo o una tontería así.

La cosa es que esa mierda realmente estaba cayendo del cielo y peor, hacia mí o la casa mejor dicho, no pude terminar, me puse unos pantalones lo más rápido que pude y fui rápidamente al balcón y apoyé mis brazos en la barandilla, me asomé y miré hacia el cielo, joder una bola gigante del cielo se asomaba, iba a chocar contra nuestra casa como un juego de bolos así que procuro salir de mi habitación, cuando escucho un sonido húmedo.

No me había dado cuenta de lo rápido que fue, quedó todo hecho mugre, al principio no quería ver pero era una sustancia parecida a la gelatina, tenía encima de mí también, bajé las escaleras casi sollozando y me dirijo afuera de la casa, no puedo pensar, nada tiene sentido, veo los alrededores, salgo al jardín, y creo que comencé a tener un ataque de pánico, jadeaba muy rápido que me dificultaba respirar, ¿Madre seguía dormida?.

Toda la casa estaba embarrada en esa pesadilla viscosa y desagradable, estaba asustado, aterrado, no había ningún vecino fuera, miré el cielo y empecé a marearme, podía sentirlo incluso en mi estómago, traté de calmarme, no podía abrir los ojos, quería morirme y de pronto siento que algo o alguien toca mi hombro.

Lo vi, como recién despertar, una especie de persona babosa, verde y lumínica tocando mi hombro, podía oír un sonido estridente que provenía de eso, era como un grito con amornía, como una radio perdida de circunferencia, como si una persona intentara comunicarse y se cortase la señal, se entendía una palabra como "do.. ge.. tta"

Comencé a llorar y sollozar realmente en serio, justo ahí. Pensar no era una opción, huí, corrí lo más rápido que mi estúpido cuerpo me permitía, debía escapar, a unos minutos visualicé un autobús, le hice señas y se detuvo, abrí la puerta y me adentré como si mi vida dependiera de ello, el conductor me miró muy mal, cuando me siento en uno de los asientos de atrás, puedo verlo, estaba parado en el césped pero escondido entre los arbustos, me mira y cuando el autobús arranca él empieza a correr, persiguiendo el autobús, persiguiéndome.

En mi asiento cerré mis ojos, me imaginaba comprando un boleto a Francia, viajando en un avión muy lejos de este horrible sueño, teniendo una vida feliz y dos hijos que nunca me amarán.

Recordé que no tenía suficiente dinero para comprar un boleto, y luego que tampoco tenía dinero para pagar este viaje en autobús, llorar era mi única opción por ahora, abrazado a mis piernas como un niño cobarde, el autobús se detuvo, escuchaba mi corazón en mis oídos, escuché pasos, alguien se acercaba a mí.

—Ya llegamos al final del camino, pague antes de salir, no voy a dar más rondas—una voz ronca, era el conductor pero yo no podía reaccionar.

Él me levantó la cara tomándome fuerte de la mandíbula y me golpeó en el ojo, sus ojos tenían tanta furia, como si quisieran matarme.

—¡No soporto a los malditos locos como tú, deberían estar encerrados, son una maldita escoria!—y otro golpe en el mismo lugar, sentía que nada era real, todo lo veía borroso—¡No sé cómo pudiste entrar a mi autobús pero te largas, maldita basura!—vociferaba mientras me tiraba al suelo del vehículo y me daba patadas, yo intenté arrastrarme, era difícil ponerme de pie si no dejaba de golpearme.

Cuando ya estaba cerca de la salida me levantó con sus brazos, él era mucho más fuerte de lo que yo podría ser algún día, era grande, tenía barba y el cabello muy corto, tenía un poco de sobrepeso también pero era más del tipo musculoso.

Entonces me lanzó con sus brazos del autobús a la calle, cuando caí en seco sentí que algo se fracturó, recordé esa vez en la tina y el agua fría tratando de ahogarme, la luz que emanaba la bombilla del poste en la cera me molestaba más que nunca, había bullicio pero lo escuchaba todo distorsionado, seguí sollozando, por mi vida y por todo, tal vez esa criatura se había comido a mi mamá y yo fui un egoísta al dejarla sola, no debí haberme escapado, no debí haber nacido, mierda.

Se sentía muy caliente, de repente sentí una aura que irradiaba demasiada calor, abrí mis ojos y el autobús estaba en llamas, llamas rosadas y esa cosa verde lumínica que me perseguía estaba de pie en el césped, una de sus extremidades apuntando al autobús y de ella salía esa llama rosa brillante, ambos mirándonos.

Mathew Abeti, 17 años, muerto por las llamas rosa brillante de otro mundo.

Mandé a la mierda cualquier hueso roto, me levanté cómo pude y corrí hacia lo más profundo del bosque, hice lo mejor que pude, ¿verdad? De todos modos soy un idiota, no puedo hacer nada bien, bajaba sangre por mi brazo, estaba tan desorientado que ni siquiera sabía responder qué parte de mi cuerpo me dolía más.

Veía su cuerpo por el rabillo de mi ojo, luego miré delante y la luna se veía allí,  corrí hacia ella, me dificultaba respirar bien y esquivar cada obstáculo entre los árboles, no me fijé, había una bajada, tropecé con una roca y caí, mi cuerpo rodando es lo último que recuerdo hasta que perdí el conocimiento entre los árboles.

wet boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora