Desperté algo aturdido, escuchaba un pitido parecido a un zumbido en mi cabeza, todo estaba borroso pero poco a poco mi vista comenzó a mejorar y podía distinguir las cosas como la puerta blanca de la habitación en dónde estaba. Vi que unos tubitos administraban suero por mis venas.
Mi madre entró unos minutos después, se notaba preocupada, tenía los ojos llorosos y se llevó ambas manos a la boca, explicó que me encontraron unos cazadores de zorro en el bosque y que quería explicaciones de por qué estaba allí y lastimado.
Me pregunté qué había pasado con todo el desastre en el que se había convertido la casa con toda esa sustancia gelatinosa por toda la casa, ¿Mi madre no se levantó en toda la noche? ¿Por qué seguía vivo? ¿Vió al monstruo?
—Mamá... el monstruo...—¿Estaba bien decirlo? ¿Y si ella no sabía nada al respecto y sólo la haría preocupar? ¿Y si nadie me creía?
—Bebé, no hay ningún monstruo, tranquilo, te golpeaste fuerte la cabeza pero sigo algo enojada contigo, ¿Por qué te escapaste en medio de la madrugada?—cambió drásticamente su tono comprensible a autoritario—.
—Mamá, tranquila... —acariciaba mi cabeza, podía sentir que tenía una venda envuelta en toda la frente.
—Más vale que así sea, tuve que darle las gracias a los cazadores, espérame un tantito, voy a buscarte algo para comer—tocó mi mejilla con sus dedos como quitando algo y luego se marchó por la puerta.
Estaba tan confundido que me hacía doler la cabeza intentando pensar en eso. Al parecer esa criatura había desaparecido de la misma manera que apreció: Tan de repente, en un instante.
Pensé que para esta hora estaría muerto, y no en un hospital, todo parece haber sido una pesadilla, nada más, aunque aún tengo el presentimiento de que aparecerá fugazmente de nuevo, y ese pensamiento me aterra.
Volvimos a nuestro hogar, todo limpio, yo estaba temblando y no podía dejar de abrazarme a mí mismo, mamá dijo que era agradable que todo volviera a la normalidad, yo no respondí, estaba tan embelesado viendo lo diferente que lucía todo.
—¿Lo limpiaste?—pregunté incrédulo.
—Cariño, ¿crees que apenas tuve tiempo con todo el caso de que habías desaparecido? Estaba muy preocupada por ti—decía mientras dejaba sus cosas encima del sofá.
Subía las escaleras con parsimonia, era como si me estuviese acercando a escondidas a un lugar prohibido, mi mano empujaba la puerta poco a poco ya que ya estaba entreabierta, todo lucía normal, incluso el vaso encima de la mesita y el paquete de galletas vacío.
Me decidí a tomar una ducha, tal vez para calmarme, los recuerdos volvían inesperadamente, era algo como carcomiéndome la cabeza, tenía que sacarlo de allí.
Esa noche salí de casa como a las 21:00, no podía estar en ese lugar tanto tiempo, caminaba por la cera cuando siento ese miedo, creí que iba a morirme, sólo era un autobús en el camino, tan rápido como pasó pude capturar un pequeño alivio, era raro pero para mí todos los autobuses eran el mismo autobús de anoche.
Entré a un bar, creo que el doctor dijo que no debía tomar alcohol, le pedí al barman una copa de whisky, no había mucha gente en el bar, volteé la mirada hacia atrás para observar el ambiente mientras me servían mi trago, no suelo venir a estos lugares y creo que fue una mala idea porque comienzo a sentir más ansiedad.
Pronto ya iba por la tercera ronda, era adictivo una vez que empecé, sentía calor y estaba muy mareado, los ojos de una chica estaban en los míos, con la música de ambiente era más que fascinante, me acerqué a ella y estuvimos bailando y riendo, pronto empecé a sentir eso, como cuando estás triste y te ríes y te duele el pecho al hacerlo, antes me sentía bien, ¿Por qué tan rápido?
Me besó, seguí su ritmo aunque no me producía nada besarla, sentía que mi cuerpo no era mío, me alejé un poco para recuperar aire, recordé el autobús en llamas rosa, ahora que lo analizo creo que se escuchaba el grito del chófer siendo quemado en su propio vehículo; me alejé otra vez, observé sus bonitos ojos y le sonreí.
—¡Lo siento, tengo que irme!—grité en medio del bullicio para que me entendiera, ella asintió.
Me largué rápido de allí, no por haber hecho algo malo, le pagué al mesero pero sentía que algo estaba mal, muy mal dentro de mí.
Comencé a llorar, quería estar con mamá.
Había pasado ya un tiempo después del accidente, seguía yendo al instituto, todo era igual que antes, habían muchas clases pendientes, intentaba dar lo mejor de mí pero me sentía tan cansado emocionalmente, como si nada tuviera sentido y fuera incapaz de hacer algo. Luego de salir de las clases me distraje por mucho tiempo caminando por las calles.
Estaba sentado en uno de los bancos del parque central, había un pequeño estanque y unos niños corriendo hacia su madre que recientemente los había llamado, una señora mayor estaba en el banco de al lado; pronto comenzaría a oscurecerse, había salido del instituto y no quería regresar a casa tan pronto: Sólo me sentaba, colocaba música y pensaba en lo qué pasó, incluso había pintado escenas decisivas del accidente con acuarelas en mis trabajos, creo que mi única forma de lidiar con algo que me atormenta es apoderándome de ello.
Pocas veces me sale bien lidiar con las cosas, creo que si tuviera un amigo y la cosas se pusieran mal entre nosotros simplemente me alejaría por cobardía y porque no soy una buena persona.
Recuerdo tan bien a esa criatura, siempre lo estoy haciendo, era alta y me hacía doler el estómago con tan sólo verla, era como si estuviera impregnada de una pintura verde asquerosa que se deslizaba por su cuerpo, cayendo al suelo y ensuciándolo todo con su nauseabunda existencia.
Había un señor mirándome, era jodidamente tétrico, usaba un sombrero negro, tenía un saco muy grande que le cubría hasta los pies, entonces comenzó a acercarse a mí, la noche ya había llegado y en el cielo se veía la luna llena y ya no quedaba casi nadie en el parque, no lo pensé dos veces, en este punto mi paranoia estaba tan alterada que me eché a correr.
El señor corrió tras de mí, mi corazón estaba desbocado y me escondí por unos árboles, esperé ver algo, escuché unos pasos y unas ramas rompiéndose, corrí otra vez, tratando de no lastimarme con las cosas que me impedían el paso como rocas o troncos.
Vi a través de muchos árboles: la claridad de la calle y un puesto de comida rápida cuando sentí unas manos apoderarse de mí, una agarrándome fuertemente para que no me soltara y la otra tapándome la boca, me pregunté cómo es que tenía tanta fuerza entonces me empujó y tiró entre la hierba, ramas y pierdas del suelo, quise gritar cuando se posicionó sobre mí, sentándose en mi pelvis y tomándome de las muñecas con fuerza en contra de mi forcejeo para amarrarlas con una pequeña soga que llevaba consigo.
—¡Ayuda!¡Ayu...!—tapó mi boca rápidamente con su mano mientras yo me movía y forcejeaba para escapar, me sentía tan impotente, entonces se acercó mucho a mi cara y me sonrió.
No era un señor y tampoco creo que haya sido un ser humano, ojos amarillos, uno de sus ojos cubiertos por una capa extraña de algo verde, de esa cosa cayó una gota en mi mejilla, quedé paralizado, entonces me besó la frente y luego me abrazó.
Traté de empujarlo y huir, pero no pude con su amarre y con todo su peso sobre mí, él volvió a clavar sus ojos en mí, sereno y puso su mano en mi nariz, olía dulce, muy dulce, no lo puedo explicar, empecé a sentirme relajado, era muy raro.
—Dogetta—enunció con una sonrisa mostrando sus dientes, levantó una mano y de ella salieron llamas rosadas.
Escuché piadas dirigiéndose a nosotros.

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wet boy
Teen Fictionthere was a wet boy who felt in my garden había un chico mojado que cayó en mi jardín