PRIMER DÍA

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Me levanté, hoy era el primer día y estaba muy emocionada.

Fui a desayunar ya que mi maravillosa madre siempre se levantaba antes que yo y me hacía el desayuno. Yo vivía con ella y con mi hermana mayor, Aldara, en A Coruña.

Mis padres estaban divorciados ya hacía unos años, pero era lo mejor para todos. Además, mi hermana y yo siempre íbamos a nuestro antiguo hogar, Cee, donde mi padre seguía viviendo, cuando nos tocaba ir con él, aunque a veces mi hermana no podía pues tenía que trabajar.

— Ameliaaa — gritó mi madre, quién se llamaba Helena— ¿Se puede saber cómo tardas tanto en llegar a la cocina? ¡Ni que viviéramos en una mansión!

— Aishh, mamá, tengo sueñooo—dije entrando como un zombie a la cocina.

— Pues espabila que el instituto empieza a las 8:30 y aún tengo que llevarte hasta allí, que está en la otra punta de la ciudad ¿No querrás llegar tarde el primer día, no?

— NOOO, eso nunca — dije y empecé a darme tortas para espabilarme.

— ¿No crees que es más útil lavarte la cara en el lavabo en vez de pegarte?—me dijo riéndose.

— También es verdad, jejejejej — contesté riéndome tontamente.

Después de desayunar, me lavé la cara como me dijo mi madre y me vestí. Me puse un top de rallas rojas y blancas, un pantalón vaquero corto, mis magníficos pendientes de aro, los cuales me ponía casi siempre, unas zapatillas blancas, y cómo no, la mascarilla y los guantes.

Después de eso, esperé a que mi madre saliera del baño para montarnos en el coche dirigiéndonos a mi nuevo instituto, el IES Salvador de Madariaga, al que se tardaba más o menos 30 minutos desde mi casa.

Al llegar, me quedé mirando desde el coche, el edificio, muerta de nervios.

— Venga hija, que te va a encantar —me dijo mi madre.

—Lo sé, mamá —contesté.

Me quité la mascarilla un momento para darle un beso y luego me la volví a poner y salí del coche dirigiéndome hacia la entrada.

Al entrar, me desinfecté las manos con el desinfectante de la entrada y me dirigí a las listas donde decían en que clase y aula estabas. Artes Escénicas sólo tenía una clase en cada curso. Subí por las escaleras y me dirigí a mi nueva clase.

Entré en la clase y miré vergonzosa a la gente que ya estaba dentro, que era poca, ya que sólo podíamos estar presencialmente, la mitad de la clase.

Llegó un profesor, y se presentó.

— Buenos días queridísimxs alumnxs, me llamo Mario y voy a ser vuestro nuevo tutor y profesor de Volumen, si habéis elegido esa optativa claro.

Unxs cuantxs sonrieron al oír la asignatura que daba, incluida yo, ya que también había elegido esa optativa.

— Bien, vamos a empezar con las presentaciones, muchxs de vosotrxs ya estuvisteis en este instituto años anteriores y ya os conozco, pero otros son nuevos, así que vamos a presentarnos todxs por orden de lista — dijo — ¡Cecilia Abal!

— ¡Presente! — dijo una niña que se encontraba delante de todo.

— Cuéntanos algo sobre ti— le pidió el profesor.

— Bueno, tengo 15 años ya que no cumplo hasta diciembre, me gusta mucho tocar el ukelele y cantar, y soy una graan friki.

— Muy bien, siguiente, ¡Álvaro Barreiro!

Siguió así, mandando presentarse  cada unx a sí mismx, yo me moría de los nervios, no sabía que decir en estas situaciones, seguro me pondría muy nerviosa y acabaría soltando una tontería. Estaba dándole vueltas a eso hasta que le tocó a una chica, cuya presentación me dejó boquiabierta.

—¡Susana Maceira!

— ¡Yo! Tengo 16 años y mi mayor pasión es el canto y el piano. También me encanta actuar y estoy considerando aprender a tocar la guitarra, ya que quiero controlar distintos instrumentos para después utilizarlos al cantar. Tengo que decir que hubo un tiempo en el que ni pensé meterme en esta rama, todo el mundo me decía que tenía que ir por ciencias, que era una as de la informática, y sí, vale, se da muy bien, pero que algo se te de bien no significa que es lo que quieras hacer. Así que un día me harté y les conté a mis padres lo que de verdad quería hacer, al principio uno de ellos dudaba, tenía miedo por mi futuro, por si no iba a ganar suficiente dinero, y las cosas que siempre nos dicen a los de Artes, pero a final entró en razón y me matricularon aquí. No sé que nos va a pasar en un futuro a los que estamos en esta clase pero sí sé que no nos debemos rendir, y menos ahora, que aún estamos aprendiendo y si lo hiciéramos no sabríamos lo que habríamos logrado hacer, a donde habríamos logrado llegar. Me emocioné — dijo para después rascarse la nuca avergonzada y volverse a sentar.

La clase se había quedado callada, la mitad, incluida yo, estábamos a punto de llorar. Me quedé mirándola todo el tiempo asombrada, ¿cómo fue capaz de contar todo eso así de repente? Además, su historia tenía cierto parecido a la mía. A mí también me habían dicho que tenía que ir por ciencias, que era muy buena en Física y Química, que sacaba buenas notas en todo, y sería un desperdicio no hacerlo. Pero a mi Física y Química nunca me gustó, a veces hasta me daba ganas de pegarle al libro de la frustración, lo que a mí de verdad me apasionaban eran las Artes.

—¡Amelia Rodríguez!

Salí de mis pensamientos y me levanté rápidamente para presentarme, pero lo hice tan rápido que casi tiré la silla por lo que provoqué algunas risas.

— Em bueno me llamo Amelia, pero eso ya lo sabéis claro jejeje—  dije sonrojada y temblando como un flan— Me apasionan varios sectores de las artes escénicas, pero lo que más amo es bailar y actuar. — me estaba empezando a soltar, ya no estaba tan nerviosa— Hace poco empecé a ir a clases de teatro español y musical, y la verdad estoy muy contenta. En teatro musical también enseñan canto, lo cual me encanta ya que también tengo ganas de aprender a cantar bien. También llevo ya desde hace unos cuantos años yendo a baile contemporáneo, urbano y a ballet y siento que estoy mejorando mucho. Tengo que decir que lo de hablar en frente de una multitud me costaba mucho antes, y aún así me pongo muy nerviosa, pero llega un momento en el que me suelto y soy muy natural y extrovertida. Y bueno...¡encantada de conoceros!— dije para luego sentarme.

¿Qué acababa de hacer? Me sentía genial, al final me había soltado y ahora me sentía mucho mejor. Miré a Susana para ver que cara tenía y me estaba mirando sonriendo, parecía que le había gustado mi presentación. Me giñó un ojo y yo volteé la cabeza sonrojada ¿Desde cuándo me sonrojo tan rápido? Madre mía.

El resto de la mañana fue igual, nos presentábamos a lxs profesorxs para que se fueran quedando con nuestras caras y ellxs se presentaban a nosotrxs.

Al sonar el timbre, todos empezamos a salir de clase para volver a casa. Miré a Susana, que estaba hablando con un chico alto y moreno, cuyo nombre creo que era Matías. Me dije a mi misma que no iba a meterme e interrumpirles de repente y me prometí que iba a dejar la vergüenza a parte y presentarme a ella mañana. Así que me marché y cogí un bus a casa. Mañana sería un nuevo día.

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