Había una vez un mago, un mago muy travieso.
Este mago vivía en una pequeña colina en un lugar muy remoto. Solía vivir sólo, pues ninguna persona quería estar a su alrededor.
Cuándo el mago era joven solía hacer travesuras con su magia a todas las personas que acudían a él para pedir algún tipo de ayuda, pues a pensar de su actitud sabían que era un mago muy poderoso y diestro en la sanación de cualquier enfermedad.
Lamentablemente cada vez que un aldeano le pedía un brebaje o alguna pócima para salvar a un hijo, un padre o incluso algún pobre animalito, el mago terminaba preparando remedios para enfermedades completamente distintas, aveces simplemente hacia aparecer agua con azúcar y en sus días creativos les pedía que hicieran algún baile ridículo y vergonzoso, a aquellos que no cumplían sus caprichos se negaba a ayudarlos.
Pero llegó un momento en el que ya no era suficiente diversión verlos rogar por una cura, los últimos en atreverse a ir en su busca fueron recibidos con un pasteleso y una lluvia pintura naranja sin siquiera haber llegado a tocar la reja de la puerta.
Después de ese día, ya nadie más se paró en su puerta, el mundo lo excluyó y el pobre mago sin tener a nadie a quien molestar se convirtió en un mago triste, su magiacomenzó a desaparecer a mediada que él dejó de usarla y su depresión creció.
Un día después de una tormenta especialmente fuerte, una parte del techo de su vieja casa voló, dejando un enorme cuadro despejado que precisamente coincidía con el lugar donde se encontraba su cama, el mago trato de usar su magia para devolver el techo a su lugar o por lo menos evitar la tormenta pero ésta no funcionó sin importar cuantos hechizos usará, ni una chispa de magia surgió.
Un verano especialmente caluroso, el mago acostumbrado ya a no tener magia, observó el cielo estrellado desde su cama y al ver una estrella fugaz, pidió encontrar una forma de redimirse después de su mal comportamiento y los problemas que había causado a tantas personas necesitadas y prometió que si su magia volvía, no volvería a utilizarla para molestar a otros.
El mago también pensó que si alguien quisiera visitarlo aunque sólo fuera por un día, haría todo por cumplir todos sus deseos, hasta el más insignificante, después de esperar por un rato sin que pasará nada lentamente cerró sus ojos y durmió.
Ļa sensación de movimiento y el ruido de los resortes despertó al mago del profundo sueño, sin comprender lo que pasaba se incorporó y al instante creyó seguir soñando, a los pies de su cama un pequeña niña de coletas, zapatos amarillos y una diadema con orejas de conejo saltaba en el viejo colchón.
- ¿Quien eres tú? - pregunto el mago con voz más dura de lo que pretendía. La niña casi cae de la cama por el repentino susto. Con un encogimiento de hombros la niña siguió jugando al tiempo que decía - Tú me trajiste aquí - Los ojos del mago se abrieron un poco más - ¿Yo? Claro que no, es la primera vez que te veo - el mago busco sus pantuflas - ¿Dónde están tus padres? ¿De dónde vienes? - interrogó - pero la niña no hacía mucho caso, después de varios minutos el pequeño dedo de la niña señaló el cuadro de cielo que había sobre ellos - Anoche prometiste que si alguien venía a visitarte cumplirias todos sus sueños - El mago la vio fijamente y un poco avergonzado de que alguien lo hubiera escuchado - ¿Cómo sabes eso? ¿De dónde vienes? - la niña seguía señalando arriba - Vengo de ahí... -. ¿Cómo te llamas? ¿Donde están tus padres? - El mago la interrumpió y desapareció unos segundos para volver con su larga y vieja túnica favorita puesta - Soy una estrella fugaz y el universo es mi familia - La Estrella vago por la habitación mientras tocaba objetos tratando de averiguar como funcionaban o cuál era su utilidad en el mundo.
Al principio el mago estaba molesto, ¿no se supone que los niños pequeños no dicen mentiras? - Anda, vamos abajo - trato de guiarla por las escaleras pero ella no quería seguirlo - Tus padres te deben estar buscando - trataba de explicarlo pero ella lo ignoraba. Al final cedió dándole su pequeña manita pero siguió insistiendo en que su casa estaba arriba.