Capitulo #1: Cenizas

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Samuel
Oscuridad y el vació de la soledad era lo que Samuel sentía al despertar de las pesadillas que lo atormentaban todas las noches.
Envuelto en sudor, soltó un suspiro mientras la frase "Nunca me has tenido" retumbaba en su mente y se clavaba en su corazón.

Resignado a no poder dormir decidió sentarse a reflexionar que en cuestión de horas volvería a las Encinas donde finalmente vería a Carla. La sola imagen de ella lo alteraba y le producía un cumulo de sensaciones inexplicables que variaban desde frustración y odio por encubrir a Polo; hasta pasión y ternura fruto del recuerdo de los momentos felices en que compartían macarrones.

Samuel había pasado todos esos días pensando en el significado de aquel fatídico "Nunca me has tenido". Estaba confundido y la incertidumbre sobre si aquello había sido solo un juego lo estaba matando. Su orgullo herido le decía que solo había sido un juego y que tenia que olvidarle antes de volver a ser humillado por su indiferencia.


Pero al recordar la dulce mirada de Carla al comer macarrones o al besarle en el auto su instinto despertaba y algo en lo mas profundo de su ser le susurraba al oído que aquello había sido mas que un juego. Y es que al analizarlo detenidamente Carla había hecho lo impensable: Quebrarse y decir la verdad de la muerte de Marina. Todo ante la sola idea de que algo malo le hubiera pasado. Ella también le había mostrado calidez y ternura que eran totalmente opuestos a la coraza de hielo con la que se presentaba ante el mundo, e incluso había intentado desesperada protegerlo cuando pensó que su presencia en la fiesta de Cayetana le podría poner en peligro.

Aquello no podía ser un juego.

Mientras los primeros rayos de sol se asomaban por la ventana, en la mente de Samuel lo único claro era que deseaba a Carla. Y aunque no entendía muy bien como había ocurrido, deseaba tomarla entre sus brazos y besarla. Deseaba que estuvieran bien y que finalmente tuvieran una oportunidad. Pero su felicidad dependería de la capacidad de Carla para perdonarlo y un presentimiento le decía que su amada no era una persona misericordiosa.

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Carla
Los primeros rayos de sol entraron en la mansión de los Calerruega como un par de heraldos anunciando el comienzo del día que la joven heredera tanto temía.
El día de volver a las Encinas había llegado y para Carla aquello significaba el fin de su auto impuesto exilio. Estaba segura que tendría que afrontar desde miradas curiosas a gestos de asco pues su complicidad en el asesinato de Marina generaba un revuelo nunca visto en la escuela.

Toda aquella incomoda situación la ponía nerviosa pero sabia que mientras mantuviera su armadura de hielo todo estaría bien. Sin embargo también sabia que nada podría protegerla cuando su mirada se cruzara con aquel par de ojos cafés que le quitaban el sueño mientras aquella maldita sonrisa derretía su coraza de hielo.

Samuel... Samuel... Samuel...
Su sola imagen desataba un tornado dentro de ella que no tenia claro si prefería besarle o matarlo.
El le había mentido, traicionado y manipulado para obtener una confesión que le estaba jodiendo la vida. Una parte de ella quiso matarlo con sus propias manos desde el momento en que al verlo aparecer en la comisaria comprendió su plan. Su ira aumentaba como fuego en una montaña de paja mientras su mente unía las piezas del elaborado plan de su amado. Por breves segundos deseo incluso tener cerca el trofeo con el que Polo asesino a Marina para golpear a Samuel hasta liberar toda su frustración y cólera.

Pero otra parte de ella sabia que en el momento que su piel hiciera contacto con Samuel su boca que no entendía de razones buscaría beber de aquellos labios hasta saciar sus deseos más oscuros y apagar aquella llama de pasión que ardía en ella.
Y es que aquellos días en que Samuel había desaparecido fueron por mucho los peores días de su vida. Definir la sensación de impotencia, frustración y desesperación absoluta de aquellos días le resultaba imposible y el solo hecho de recordar aquel calvario causaba que una lagrima rodara por sus mejillas.
Cuando finalmente Samuel apareció hubiera querido lanzarse a sus brazos, besarle, decirle cuanto lo extrañaba y que la follara mientras la miraba de aquella forma que solo el sabia.

Y es que Samuel la miraba como nadie pues no solo mostraba deseo sino también una ternura y compasión que le quitaban el aliento. Para Samuel ella no era solamente rica y bella, y en definitiva follar no era lo único que tenia en mente. Para Samuel ella era una persona inteligente, fuerte e independiente pero también dulce, bondadosa y tierna. El había sido el único en destruir sus defensas y conocer su autentica personalidad, el único que no podía manipular siendo igual a ella en aquel peligroso juego que habían iniciado en el baño del Barcelo.

Por eso lo amaba, aun cuando a su inmenso orgullo le dolía reconocer que solo esa palabra podía definir lo que sentía por aquel becado.
Por eso su traición le dolía todavía más y la quemaba de una forma que solo podía compararse a la mirada de decepción de su padre (aquella que le había dado cuando pensó que Cristhian había robado los relojes por culpa de ella).

Así que Carla junto los pedazos de su orgullo y se envolvió en aquella coraza de hielo que la protegía del mundo. Mientras terminaba de prepararse logro poner en orden algunos pensamientos dejandole en claro que: Deseaba ver a Samuel, deleitarse con su atractiva cara, besarle y de alguna forma deseaba herirlo. Dicen que las fieras heridas son las mas peligrosas y la Carla que comenzó aquel día avanzaba como una leona herida que deseaba sangre.

Carmuel - No Te Debi AmarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora