Capitulo 4: Una choque inevitable

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El trayecto desde las Encinas a la mansión Calerruega era de unos 20 minutos, tiempo que para el estado en que se encontraba Carla era oro puro. Durante todo el día había deseado con todas sus fuerzas los lujos que solo proporciona la soledad y ahora finalmente se cumplía su deseo.

Aunque la leve respiración de su chófer (De nombre David) le recordaba que no estaba totalmente sola, este no interrumpiría ni comentaría nada. Y es que su éxito en servir a la familia Rosson Calerruega era por su capacidad de ser una roca que jamas hablaba, jamas preguntaba y jamas observaba. Esta ultima cualidad era la que mas le había valido la confianza primero de Teo Rosson y ahora de su hija. Durante los años David había aprendido que aquello le proporcionaba recompensas pero también esa actitud de no absorber nada era su mejor seguro de vida en aquella familia que temía y admiraba. Porque no solo había aprendido a temer al patriarca, sino también a aquella niña que había visto evolucionar en una fiera. 

Algo en aquella mirada de Carla lo intimidaba y aunque no podía identificar la razón, le congelaba la sangre de miedo. Algo en el fondo de su espíritu le decía que de ser necesario aquella joven podría ser mucho mas despiadada y manipuladora que su padre. Habia visto su evolución desde niña inocente a mujer imponente e incluso había tenido que hacerse el ciego y sordo ante algunos de sus amoríos. Por eso mantuvo el silencio cuando la joven marquesa y su ultimo joven amante se habían demostrado afecto en la parte de atrás del auto. Tampoco menciono nada al enterarse que aquel joven vivía en un barrio popular y ese silencio le valió la plena confianza de la flamante heredera.

Por eso cuando Carla entro en el auto se sintió con plena libertad de desatar todas las lagrimas que llevaba contenidas. Hundió su rostro en uno de los asientos y lloro durante algunos minutos que a David le parecieron eternos. Lagrimas de ira, humillación, odio, confusión, arrepentimiento, tristeza y amor corrieron por sus mejillas permitiendo salir a aquella sensación asfixiante de miedo. Después de unos minutos de comenzada aquella guerra de emociones y temores en su sistema solo quedaba espacio para el sentimiento mas primitivo y elemental:  el amor. Todos sus problemas y errores tenían en común aquella palabra de 4 letras. Por mas que lo deseara, aquella emoción siempre ponía en peligro todo y la llevaba a hacer cualquier cosa necesaria.

Por amor a su padre recupero el reloj que llevo a la muerte de Marina, por amor a Polo encubrió un asesinato, por Samuel saco la verdad y ahora por amor a su madre debía guardar silencio. En aquel momento su mente y corazón pusieron en una balanza la amarga verdad y la dulce mentira. Por un lado la verdad significaba la ruina de su familia pero también era recuperar el control de su vida y ademas era el camino a Samuel. Carla aun no podía definir que sentía por Samuel, pero en aquel momento de liberar emociones entendió que las ganas de estar en sus brazos eran muy superiores a su secreto deseo de matarlo.

¿Aquello era amor? No lo sabia, pero si sabia que aquel sensual magnetismo que sentía hacia Samuel era algo único e irrepetible. Su química era una mezcla erótica de atracción física, ternura y un insaciable deseo de someter al otro. Pero debajo de aquel juego de manipulación y dominio algo mas potente fue creciendo de manera silenciosa.

De alguna forma Samuel se había vuelto su encarnación de todo lo bueno del mundo, permitiendole descubrir un lado tierno y dulce de su personalidad que la sorprendió. Ese era el efecto que tenia sobre ella y en el fondo de su corazón ella deseaba que tuvieran una oportunidad. Pero por esa oportunidad había que pagar el precio de la verdad y ella no sabia si podía permitirse pagarlo.

Comenzó a sudar al pensar que si hablaba seria la ruina de su familia y volvió a llorar al pensar que perdería a Samuel si se quedaba callada. Estaba acorralada entre la espada y la pared, entre la desgracia y la soledad, entre su familia y su propia felicidad. Un torrente de imágenes invadió su mente recordando momentos felices junto a sus padres, pero también apareció la imagen de aquellos ojos cafés que la elevaban hasta el cielo. Los minutos avanzaban y ya faltaba poco para llegar a su casa mientras en su cabeza la verdad y mentira aun pesaban igual.

Las lagrimas rodaban, el sudor salia por sus poros, su corazón latía a una gran velocidad y su mente seguía debatiendo. Necesitaba una señal, un recuerdo o una premonición que le permitiera romper aquel empate. Y en ese momento de tremenda desesperación recordó la imagen de la comisaria  y las sensaciones que la repentina traición de Samuel le producía. Entonces dejo de pensar y un tenue rayo de luz ilumino la decisión que debía tomar.

"Hemos llegado mi señora" exclamo David.

El auto había llegado al mismo tiempo que Carla había tomado una decisión y mientras se secaba el sudor y las lagrimas recupero su clásica postura altanera. Su chófer salio para abrirle la puerta y quedo impresionado ante un cambio tan radical de semblante.

La marquesa salio del auto pero antes de entrar a su casa exclamo una orden casi susurrando, una orden corta que dejaba claro que su mente siempre racional nunca perdía la calma:

"David ni una palabra de esto a nadie."

David asintió con obediencia y silencio mientras la marquesa reflexionaba que cada día se volvía mas fría.

Y aquella decisión amenazaba con liquidar el único trozo de corazón que le quedaba. Aquel que tenia grabado el nombre Samuel.

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Un capitulo corto e intimo que espero no les aburra. Es el ultimo de los capítulos en los que cuales establezco las motivaciones y razones.

No contiene acción ya que básicamente trata del conflicto interno de Carla pero desde acá comenzaremos poco a poco lo interesante. 

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⏰ Última actualización: Jul 09, 2020 ⏰

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Carmuel - No Te Debi AmarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora