La casa tenia mil habitaciones. Vivíamos en ella pero no había forma de encontrar la misma habitación dos veces. Todas tenían la misma cama, la misma forma. Algunas eran grandes y otras chicas, con cobijas de colores con luces en el techo, con galaxias pintadas. Algunas se conectaban entre si, otras tenían puertas siempre cerradas, o que no llevaban a ningún lado. Era la casa de las mil habitaciones, gigantesca, con gente siempre perdida.
Me encontraba ahí, en la casa, perdida. Buscaba mi habitación pero sabia que de nuevo no la encontraría. A la casa llegaba gente, que lo necesitaba, que lo quería, mucha gente. Yo solo quería mi habitación, mi cobija y mis cosas que había dejado. Me metía en cuartos que parecían el mio pero todos eran diferentes. Encontraba a mi familia divagando igual que yo. No encuentro nunca mi habitación.
Pero encuentro una salida, tal vez si salgo y vuelvo a entrar, logre recordar donde estaba mi cuarto. Pero veo que mucha gente tiene la misma idea, salimos en grupo para buscar la entrada del otro lado. La casa está en un acantilado. es gigante. Hay que bajar y llegar hasta la orilla de un río para volver a subir por el otro lado.
Todo se vuelve una competencia. No entiendo porque, solo queremos llegar. Pero todos están perdiendo el control. Cayendo por la bajada, rodando en las rocas, lastimándose y quedando inconscientes. Veo que alguien cae contra las rocas. No entiendo nada. Algunos llegamos a la orilla del rió, finalmente. Veo una subida infinita, de rocas grises y azules, de gradas pequeñas y piedras puntiagudas. No puedo subir ahora, es de noche. Nos lastimaríamos. Nos sentamos en la orilla del rio, mañana podemos subir y regresas a la casa de las mil habitaciones. Por hoy solo seguiré pensado en ese cuarto.
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Todo lo que sueño... literalmente
General FictionUna compilación de sueños, sin sentido, sin significado y con muchas, muchas locuras.