Capítulo 1

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-Se cumplían 100 años de la "muerte" del gran mago. Decían que las brujas de Anland lo habían dormido para que no existiera más la magia en el pueblo, pero el poder del mago era tan potente que ocurrían cosas fuera de lo normal en el pueblo. Bebes que lloraban fuego, jóvenes con la fuerza de un tigre, árboles que cantaban. Por lo que las brujas de Anland decidieron conceder a once jóvenes por año el poder absoluto del gran mago. Para concentrar todo ese gran poder en solo once jóvenes y que no se distribuyera por el pueblo, generando caos y guerras.- Leyó y miro hacia el pequeño público mi abuela Sara.

-Este año, entre los once elegidos estaba la hija del gran mago y de la bruja Raquel.- Prosiguió mi abuela y sus palabras hicieron que me suba un escalofrío por la espalda.

-Las hermanas de la bruja Raquel, Juana y Eva, fueron quienes mandaron a dormir por siempre al gran mago. Por la tristeza que le genero la pérdida de su amado, Raquel decidió dormir junto a él. Por siempre. Pero lo que ella no sabía, es que estaba embarazada.- Otra pausa y mirada misteriosa de mi abuela hacia el público.

-78 años después, Juana y Eva decidieron despertar a su hermana, y un año más tarde, dio a luz a la beba. Juana y Eva no le permitieron quedarse con la beba porque si las demás brujas se enteraban de la existencia de ella, y del poder que tendría, la matarían.-

Hubo un minuto de silencio y suspenso, hasta que el público empezó a aplaudir y silbar.

Me acerqué a mi madre que estaba en una mesa vendiendo ejemplares del libro "Las brujas de Anland" de mi abuela.

-No me canso de escuchar a la abuela leer su novela, pero sigo sin entender porque todas estas viejas creen en sus historias.- Le dije a mi madre media molesta.

-No les digas viejas a las compradoras de este best seller querida, porque tu abuela te mandara al monte Elquel si te escucha hablar así de sus fans.- Me respondió mi madre recibiendo plata de una de las compras. No pude evitar mirar con disgusto a la "fan" de mi abuela, por lo que salí de la librería para respirar aire puro.

Al salir de la librería, respire hondo y sentí el olor salado del mar. Mire hacia la playa, que estaba llena de jóvenes surfeando, aunque era una tarde fresca de otoño, eso no impedía que ellos disfrutaran del mar y la arena. 

Mire la librería de mi familia una vez más antes de empezar a caminar.

Amaba estar ahí, más específicamente en la parte de atrás. Donde había una biblioteca secreta. De ahí mi abuela sacaba ideas para sus novelas. Tenía más de diez libros publicados, todos basados en historias de la isla, brujos y magos.

Mi familia fue una de las primeras en habitar la isla cerca del año 1920. La familia Bais, los "cazadores de brujas". Sonaba ridículo hasta en mi cabeza, pero así les gustaba ser llamados al resto de mi familia.

Las historias a las que le da vida mi abuela son a partir de todo lo que está en esa biblioteca secreta. Diarios íntimos de brujas, Libros de conjuros, hasta objetos extraños que supuestamente mi abuelo había encontrado en sus cacerías.

Era la biblioteca secreta de los cazadores de brujas. Ahí estaba el corazón de la isla. Todos los mitos del pueblo nacían ahí y como todo mito, no sabes si son ciertos.

Lo único cierto ahí adentro, es que me siento en casa. Cerca de todas esas cosas espeluznantes, llenas de polvo y viejas, me siento mucho más cómoda que en mi propia casa.

A unas pocas cuadras de mi casa, ya oscurecido el día, sentía que alguien me observaba. Me pasaba a menudo, a veces pensaba que era parte del encanto de la isla, pero otras veces, realmente sentía que alguien me vigilaba.

La última brujaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora