Capítulo 1: ¡La culpa es tuya!

44 7 0
                                    


– Maia por favor, abre esa ventana ya. Pesas demasiado– estoy frustrada, ya que mi mejor amiga no es liviana y siempre es a mi a quien le toca cargarla en este tipo de misiones.

– ¿Me estás llamando gorda?– pregunta ofendida.

– Gorda, gorda, que digamos gorda no estás, pero... tampoco estás tan lejos–Maia me regala una de sus maravillosas miradas, esas que te transmiten tanto amor.

– Listo – entra, para luego ayudarme– Eres tan gruñona.

– Me lo repites muy seguido, cariño–solo rueda los ojos y yo me apresuro a encender mi linterna, Maia emita mi acción y nos ponemos en marcha a cumplir nuestro objetivo.

(...)

– ¿Estás segura que esos son las sustancias correctas?– pregunta Maia una vez más desde la puerta, logrando colocarme más nerviosa–Apresúrate, creo que escuché algo.

– ¿Puedes guardar silencio? Me estás poniendo muy nerviosa.

– ¿Por qué está saliendo ese humo? ¡¿Qué hiciste Amélie?!– grita desesperada.

– ¡Mierda! Tenemos que salir de aquí ¡Ya!– me aparto de la mesa, empujó a Maia fuera del aula y salimos corriendo. De la nada nos topamos con el Sr. Williams.
 
Una vez más nos metimos en problemas.

– ¡Ustedes están dispuestas a destruir mi escuela!– nos lanza su típica mirada de desprecio– ¡¿Que acaban de hacer?! ¡Salgan ahora mismo!

Los tres salimos corriendo ya que eso se esparcía por toda la escuela muy rápido.

Cuando por fin estuvimos afuera y podíamos respirar aire fresco, el Sr. Williams no paró de repetir la vergüenza y mala reputación que le dabamos a la escuela, que éramos las alumnas más desastrosas, pero responsables que tenía y más blah blah blah.

Puedo ver cómo se aproxima el auto de mi papá y el de Maia.

Mamá al bajarse me lanza una mirada retadora, combinada con enojo y decepción.

– ¡Oh por Dios!– exclama sorprendida Isabella la madre de Maia.

– ¿Ustedes hicieron todo esto?– Pregunta papá.

– ¡Así es! y la verdad lo lamento pero están expulsadas– dijo el Sr. Williams.

– ¿¡Qué!?– gritamos los seis al unisono

Maia y yo hemos hecho travesuras, bromas, como deseen llamarlas pero jamás nos han expulsado, siempre han sido llamados de atención.

– No pretenderán que luego de esto, siga permitiendo que caminen por mis pasillos como si nada– lo dice en tono de burla, el cuál me irrita– No seguirán estudiando en este lugar.

– Vayan al auto– habla Isabella, nosotras solo asentamos y nos ponemos en marcha.

– ¿No pudiste cagarla más?– me dice Maia con un aire de ironía y enojo en su voz.

– Lo siento– estaré castigada de por vida, me quedaré como una analfabeta y para colmo arrastre a mi mejor amiga. Soy genial– No sé qué fue lo que pasó, todo se veía igual.

– ¡Si no sabías, debías dejarlo!– grita Maia enojada, pero hace una pausa como pensando bien lo que va a decir–Ni siquiera sé para qué te apoyo, si sé que siempre la vas a cagar.

– ¿Disculpa? ¿Yo? Yo no te obligué a nada, no te coloqué un arma. Ahora que todo salió mal no vengas a culparme a mi de todo.

– ¡Te culpo de ser estúpida!– cierra de un puertazo adentrándose en el auto y dejándome con todo mi catálago de insultos en la boca.

Equipo problemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora