Millicent.
Cometí un error al decirle a mi madre que iba a salir con Justin esta mañana. No se calla.
— Deberías dejar que te peine. — Ella sonrió, inclinándose sobre el marco de la puerta de mi habitación. Rodé los ojos y subí el volumen de la televisión. Mi madre fue hacia esta y desenchufó el cable. Alcé las manos y gruñí.
— Necesitamos hablar de esto, Millicent. — Sonrió.
— ¿Por qué? Te dije que iba a salir en una cita y que me iba alrededor de las ocho. — Crucé los brazos. Mamá se sentó al borde de la cama y me quitó el esmalte de uñas color rubí de entre las manos. Puso mi pie derecho en su regazo y comenzó a pintar mi segundo dedo.
— ¿Quién es el chico? — Preguntó. Estaba un poco avergonzada como para decírselo. Después de lo que había dicho Pattie aquel día que estuvo aquí y estuvieron discutiendo de lo perfecta que yo sería para Justin, no quería dialogar nada que le involucrase a él.
— Justin, — Tosí el nombre contra mi brazo. Mamá alzó la vista y alzó una ceja.
— ¿Qué?
— Justin, — Volví a decir de esa manera. Su mandíbula calló hacia el suelo. Aplaudió con sus manos y chilló como una niña pequeña.
— Tengo que ayudarte a vestirte para esta cita. — Carcajeó.
— ¿Se lo vas a decir a Pattie? — Pregunté y ella asintió. Genial. Es por esta razón por la que le oculto cosas a mi madre. Reacciona como una niña.
Mi madre miró mi armario mientras yo sacudía mis manos y pies en el aire para que secasen. — Te ha dicho que te vistas casual o... — Preguntó ella sosteniendo entre sus manos una blusa color crema.
— Casual. — Dije.
De alguna manera, me gustaba cuando mi madre iba y me escogía la ropa. Suponía menos trabajo para mí.
Suspiró, se giró y sonrió. — ¡No te he visto con este vestido en años! — Dijo con sentimentalismo. El vestido del que hablaba era negro sin tirantes y con brillo. Negué con la cabeza.
— No, mamá. Ese fue el vestido en el que Lillian vomitó el año pasado en una fiesta. — Ella blanqueó los ojos y olfateó el tejido. Arrugó la nariz y lo tiró al suelo.
Algo rojo llamó mi atención. — Espera, enséñame ese. — Dije. Se trataba de un vestido veraniego sin tirantes. Sonreí y asentí. — Quiero llevar ese. — Mamá sonrió y lo dejó cerca del borde de la cama. Cruzó la habitación en dirección a mi tocador y abrió el joyero. Negó con la cabeza y se apresuró a salir del cuarto.
— ¡Diablos! — Escuché que decía seguido de un pequeño ruido. Mamá volvió a aparecer con una sonrisa en su cara.
— ¿Eso son perlas, mamá? — Pregunté. Mamá sonrió y dejó un collar y un brazalete encima del vestido.
— Son las perlas de tu abuela. Quería que las guardara hasta tu primera cita. —Sonreí. La abuela me había dicho que tenía un montón de joyas y que quería que yo me las pusiera.
Me arrastró hacia el tocador y me sentó en la silla frente a él. Ahuecó un poco mi cabello y negó con la cabeza. — Sigo sin entender por qué te has teñido de rubia. — Dijo y yo rodé los ojos.
— El marrón es un color aburrido.
Mamá decidió rizar las puntas y sujetarlo a un lado. También me maquilló.
— Cariño, ¿te das cuenta de lo hermosa que eres? — Sonrió colocando una mano en mi mejilla. — Te pareces tanto a tu padre. Los mismos ojos azules y preciosos... se te entrecierran cuando ríes. Un poco de sarcasmo... — Sonrió. Sorbió por la nariz y se limpió los ojos. No me di cuenta de que yo estaba llorando hasta que pasó los pulgares por debajo de mis ojos y beso mi mejilla.
No sabía que ella echaba de menos a mi padre.
— Sigo amándole. — Murmuró suavemente. El momento triste terminó cuando mamá aplaudió y giró la silla para hacerme quedar frente al espejo.
Sonreí. Una sombra de ojos color crema y la línea en el ojo me los acentuaban. Nunca me había gustado como me quedaba el pintalabios rosa. Pero este era un rosa claro. Me gustaba.
— Gracias mamá. — La abracé y me levanté de la silla. Después de que ella se fuese, me deshice del pijama y me enfundé el vestido. Me sentaba como un guante.
Me rocié con mi perfume favorito y cogí uno de los tantos bolsos negros que tenía. Me calcé los tacones blancos y comencé a bajar las escaleras. Me sorprendí al ver quien estaba allí.
La boca de Justin se abrió. Llevaba una camiseta negra, un chaleco azul marino, pantalones desteñidos y oscuros y unas vans azules. Su habitual cresta estaba peinada cuidadosamente y brillante en el salón. La mezcla del spray para el pelo y colonia llegó hasta mí. Cerré su boca y carcajeé.
— Estás guapísima. — Dijo. Me sonrojé y desvié la mirada a mis manos. Jugué con las perlas que rodeaban mi muñeca.
— ¿De verdad? — Alcé la vista y le sonreí. Justin asintió y abrió la puerta principal. Dejó que pasase primero porque quería ir por detrás.
— ¡Woah! ¡Bonito coche! — Dije. Nunca antes había visto un Ferrari negro en Chicago.
— Sí, lo sé, — Justin sonrió abriendo la puerta de copiloto para mí.
El olor a tierra y colonia impregnaba el coche. Justin entró y me sonrió. — Tus perlas son un poco inapropiadas para esta cita pero no importa. — Dijo encendiendo el coche.
— Oh, me las quitaré- — Comencé y Justin carcajeó.
— Estaba bromeando, Milli. — Él sonrió y yo me sonrojé. Me sentí estúpida.
Short but gold, if u know what I mean.
Quizá suba a lo largo de la próxima semana el siguiente capítulo en recompensa a este. QUIZÁ.
Traducido por;
— Lucy; bellebiebsx
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OCD · J.B | •Spanish Version•
FanfictionOCD. Desorden obsesivo compulsivo. Justin Bieber no se parecía en nada a un estudiante ordinario. Tenía OCD; un desorden que le da a una persona obsesiones y compulsividad. Justin estaba muy lejos de la palabra "normal". Es un caso perdido y no enca...