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Pero mi amá ya cómo que sentía algo raro, le dió mala espina la señora de la nada, pero aún así siguió su camino hasta por fin llegar al destino indicado.

Cuando mi mamá vió que en ese lugar no había ni un alma ni nada de pancartas del dicho trámite ese, se le paró el corazÓn y supo lo que pasaba.

La habían engañado.

La habían engañado

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