3. ¿Habrá consecuencias?

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El alfa había tomado el control. Sus ojos se habían tornado de un color rojo.

Olfateaba con detenimiento al menor, con los ojos cerrados, disfrutando de su apetitoso aroma, depositando un pequeño beso en su hombro.

—N-no... —El Omega habló realmente nervioso y asustado. Aún no estaba preparado, sería su primera vez y por tanto quería que fuese especial.— A-Aléjate... —Colocó sus pequeñas manos sobre el pecho del alfa, tratando de alejarlo.

—Hueles muy bien... —Sonrió de lado, rozando la punta de su nariz por la clavícula del menor.

—P-Por favor... —Lo empujó un poco, o eso trató de hacer, mientras mantenía sus ojos fuertemente cerrados. El alfa estaba despertando a su Omega interior. Su entrada estaba llena de su lubricante natural, el cual bajaba por su muslo.

—Sé que quieres... Deseas que esté dentro de ti, Kim, siempre lo has querido... —Depositó un húmedo beso en su clavícula.— Siempre has deseado que haga esto. —Aumentó los besos, subiendolos hasta su cuello.— ¿O me equivoco?

El Omega no podía evitar sentirse excitado ante el roce de los labios de su profesor contra su cuello.

Por cada beso que el mayor depositaba sobre su piel, sentía como esta se erizaba. Mientras que su corazón se encontraba más acelerado de lo normal.

Kim supo que las famosas mariposas en el estómago si existían, su profesor le hizo sentirlas, con sus toques, sus besos y la caliente respiración contra su piel. Todo de sí lo enloquecía.

Él siempre había soñado con ese momento; tener a su profesor así de cerca, poder sentirlo... Pero nunca pensó que su sueño se volvería realidad.

Mentiría si dijera que no le gustan los besos del mayor y sus caricias, es sólo que teme aceptarlo y más aún frente a él. Así que, sólo lo negaría. Negaría delante de su profesor los sentimientos que tiene hacia él.

—N-no... ¡Ya no más, por favor! —Gritó entre jadeos, mientras el alfa seguía depositando besos y mordidas en su cuello y clavícula.

Las feromonas del pequeño transmitían miedo, nerviosismo; estaba realmente asustado. No supo de dónde, pero tomó fuerzas y lo empujó, alejándolo de sí.

—¡Váyase de mi casa! —Sus ojos estaban cristalizados. Miraba al alfa con algo de miedo. Sus delgadas piernas temblaban, mientras estaba recostado a la pared.

—Vete, por favor... —Murmura.

El contrario lo miraba con atención quitándole el mando al alfa, intentando autocontrolarse.

—Perdóname...

—¡Que te vayas!

El pelinegro sentía el miedo Omega, gracias a que sus feromonas lo demostraban.
Con temor, se alejó un poco del menor y lo miró, estaba llorando... Él lo hizo llorar y por eso se sentía el peor ser humano del mundo.

—Y-yo... Lo siento. Por favor, perdóname... —Repetía una y otra vez, en murmullos.

El menor estaba sentado en el piso abrazando sus rodillas, mientras escondía su rostro en estas. Sus sollozos sobresalían cada vez más.

—S-sólo... ¡Váyase! ¡No lo quiero ver en mi casa! ¡Váyase ya!

Jeon quería abrazarlo y consolarlo, pero no quería empeorar la situación y sólo suspiró en modo de derrota, mientras cerraba los ojos fuertemente. Tomó su mochila y antes de salir, miró al castaño y susurró un audible "perdóname", mientras comenzaba a llorar.

Salió del apartamento y cerró la puerta de un portazo.

El Omega dirigió su rostro a la puerta, la cual fue cerrada por el alfa.

╰►Pʀᴏғᴇsᴏʀ Jᴇᴏɴ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora