Capitulo uno: El comienzo del final.

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Me coloque mi clásico lápiz labial rojo para después colocarme mi abrigo verde por arriba de mi vestido azul. Me di una ultima mirada en el espejo, para cerrar a continuación la puerta de mi departamento con llave.

Baje las escaleras de este mientras tarareaba una de mis canciones favoritas. Abrí la puerta principal e inmediato pude sentir el viento golpear en mi rostro. Camine tranquilamente por las transitada calles de Nueva York, pude sentir uno que otros flashes en mi cara.

Algunas personas se me quedaban mirando, mientras que otras simplemente me sonreían. Obviamente yo les devolvía el gesto.

Apresure mi paso, pues pude sentir mi estomago rugir. Debía llegar rápido a mi destino o moriría en el camino por falta de alimento.

Unas cuantas calles después, divise un Starbucks. Sonreí de inmediato.

Abri la puerta del local y rápidamente escuche la campanilla que tenia la puerta para avisar que habían llegado clientes.

Senti unas miradas posadas en mi pero no les di importancia. Me senté en una mesa del fondo la cual solo tenia la mesa y dos sillas. Me encontraba usando mi teléfono, esperando a que viniera una mesera a tomar mi orden. Estaba muy concentrada jugando Piano Tiles, cuando una voz me interrumpe.

-Bienvenida a Starbucks, ¿puedo tomar su orden?- dijo una chica la cual se encontraba parada delante de mi mesa.

-Claro. Me gustaría ordenar una café mediano y un pedazo de pastel de chocolate.- dije.

La chica anoto la orden y se retiro diciendo "En un momento llegara su orden".

Después de unos minutos la chica llego con mi orden.

Termine de comer y pedí la cuenta para así retirarme del local. La misma mesera que me atendió me dio la cuenta, la cual pague.

Me pare de la silla y coloque en su lugar. Estaba a punto de salir del local cuando accidentalmente choque con un chico, el cual llevaba un café en su mano derecha. Lamentablemente cuando chocamos, bueno cuando choqué con el, derrame su café en su camisa, la cual antes era blanca por completa, pero con el café que le derrame, se convirtió en una camisa blanca con una gran mancha de café en ella.

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