PRÓLOGO

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Mi nombre es Jerson Mendiola, tengo quince años, estudio en uno de los colegios más exclusivos de la capital, mis calificaciones son dentro del promedio, mido un metro setenta, soy de contextura normal, si no fuera por mi apellido sería un chico ordinario y pasaría desapercibido. Mis compañeros usan siempre ropa y accesorios de exclusivas marcas, van a las mejores fiestas, lo más importante para ellos es demostrar que tienen lo mejor. Nunca me sentí identificado con este estilo de vida.

Mis padres son Brunella y Néstor, ellos desde hace tres años viven separados; cuando empezaron las discusiones, al poco tiempo mi madre se fue a Buenos Aires y desde entonces solo me comunico con ella mediante cartas. Hasta ahora desconozco el motivo de su partida. Por lo pronto vivo con mi padre y con mi hermano mayor Diego. Papá gran parte del día lo dedica a administrar sus empresas, Diego desde que es miembro de un grupo en la universidad pasa menos tiempo en casa.

Desde muy chico me obligaron a practicar toda clase de deportes; la última vez que practique natación, fue cuando —estando distraído— me lanzaron desde una altura de cinco metros y tragué tanta agua que pensé me ahogaría; en el club de golf en uno de tantos intentos el palo se me escapó y salió volando, por suerte no cayó sobre alguien; en el fútbol otra historia, era bueno dominando el balón y dejando atrás a los rivales, pero tenía problemas para concretar el gol. Dos años atrás empecé con el baloncesto y desde entonces no he dejado de practicarlo. Aunque puedo jugar en distintas posiciones prefiero hacerlo de pívot porque puedo moverme cerca de la canasta y así obtener puntos en ataque o bloquear jugadas en la defensa.

El baloncesto requiere de fuerza, velocidad, resistencia y habilidad. Amo este deporte más que a cualquier otra cosa en el mundo, jugar está en mi sangre y alma. Cada vez que pasa algo malo, solo jugando consigo olvidarlo.

Hacealgún tiempo, cuando intente ingresar al Club Distrital, alguien a quienaprecio bastante me dijo "no importa lo mucho que te esfuerces, jamás lolograras", oír eso me molestó, pero luego entendí que no era una afirmación,sino un reto. Semanas atrás me aceptaron, demostrando así que la habilidad ylas ganas de jugar son más importantes que las condiciones físicas. Desde miingreso no me pierdo ningún entrenamiento y sin importar el tiempo que duren,doy el máximo de mí esfuerzo.

Las memorias de Jerson MendiolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora