Las memorias de Jerson Mendiola

MI COMPAÑERA DE COLEGIO

Falta una semana para que terminen las vacaciones de verano, juego en la computadora tratando de completar un nivel en el que voy estancado buen tiempo, reviso mi teléfono móvil dándome cuenta que tengo varias llamadas pérdidas y un mensaje de Vane: "¿Jerson donde andas? Estamos en la fiesta, dijiste que vendrías."

Olvidé por completo la fiesta de los chicos de quinto año. Por cierto, Vanesa Santibañez es la chica más popular de la clase y también del colegio. Es alta, delgada, de ojos claros y cabellos castaños; sin duda es encantadora. Me imagino llegando a la fiesta, veo a Vane a lo lejos, trae puesto un vestido de color azul, zapatos de taco alto, un lazo con flores en el cabello y sus labios están pintados de un rojo intenso; al verme, ella corre hacia mí y me abraza. La chica más guapa de la fiesta está conmigo y todos me miran con envidia... pero eso no sucederá. Aunque es bella, también es caprichosa, vanidosa, materialista, le encanta humillar a los becados y si no eres su amigo habla mal de ti. Con verla te enamoras de ella y al conocerla la desprecias. Mis demás compañeros harían cualquier cosa para salir con ella, pero yo pienso distinto, igual eso de escuchar música electrónica toda la noche no va conmigo. Cada vez que Vane me invita a salir le invento alguna excusa a fin de no hacerlo, y esta vez no será la excepción. Tomo mi móvil y marco su número.

—Vane disculpa, estoy en una cena con unos amigos de papá, voy a demorar.

—¿En serio vas a venir?

—Apenas termine prometo que voy para allá.

—Te espero. Ésta vez no me falles.

Detesto salir con mis compañeros de escuela, esto debido a que en parte la mayoría solo se acercan por interés. Pues a decir verdad he tenido pocos amigos, a uno de ellos lo cambiaron de colegio, el otro se fue a vivir con su familia fuera del país, y nuestra amistad ya no es igual.

Una vez leí sobre la teoría de cuerdas y universos paralelos que explican la posibilidad de que algo tan grande como el universo sea parte de algo aun mayor; aunque no existen pruebas y argumentos científicos contundentes creo que esto puede ser verdad, lo que percibimos a veces no es más que la punta del iceberg, creemos que estamos solos cuando hay alguien con nuestros mismos pensamientos, creemos que no encajamos cuando lo que corresponde es hacernos de nuestro lugar. Todo ocurre por alguna razón y todos venimos con una misión. Siento que estoy en un lugar al que no pertenezco, que debo ir donde no tengan que saber mi apellido para saber cómo tratarme, donde no tengan en cuenta mi forma de vestir sino mi manera de pensar, y donde tener la oportunidad de superarse no signifique pisotear a quien no la tuvo.

***

Estoy por empezar a comer mi sándwich en la cafetería, cuando dos rostros conocidos ingresan, son mis compañeras de colegio Vane y Karol, quienes se sientan en la mesa del costado. Ellas no me reconocen porque durante el verano me dejé crecer el cabello y además porque traigo puesta una gorra. No es mi culpa que desde mi lugar se escuche perfectamente lo que conversan, además tampoco es que ande comentando todo lo que me entero.

Los hombres podemos iniciar una conversación hablando de futbol y probablemente en unos treinta minutos sigamos con el mismo tema, pero las mujeres en ese mismo lapso de tiempo hablan tanto que pueden empezar con su serie de televisión favorita, luego pasar a hablar de carteras y zapatos, de lo mal que les cae el profesor de Biología, de las dietas y rutinas que encontraron para bajar de peso, del chico que conocieron el fin de semana, del nuevo video que grabó su grupo favorito, del peor vestido de la fiesta, para terminar hablando del compañero de clase.

—Puedes creer que el otro día llame a Jerson y se negó a salir conmigo —dice Vanesa.

—Ese tipo es un aburrido, yo no sé qué haces insistiéndole para salir, creo que pierdes tiempo con él.