Il prezzo

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Sun

Llevo ya varios años siendo el que encuentra las respuestas correctas, el caso de las polaroids no iba a ser la excepción. Hace cuatro meses que el caso está en mis manos y nunca pensé que sería fácil pero no tomaba en cuenta cierto obstáculo. Aquello que hasta cierto punto ha nublado mi juicio con sensaciones que aún no logro comprender.

Mun Abaddon.

Aquella mujer es un misterio marcado de muchas contradicciones, he visto tantas caras y personalidades que no se cual de ellas es falsa o si por lo menos alguna es real.

No he podido resistirme. Lo he intentado y he fallado porque no confío en ella pero algo en mi quiere, necesita tenerla cerca a pesar de las dudas y pruebas casi inconclusas que la apuntan.

Es como un cigarrillo, soy totalmente consciente de que puede hacerme mucho daño pero no por ello dejaré de dar caladas, siempre he amado la sensación del humo inundando mis pulmones pero ¿Podrá matarme antes de que lo consuma por completo?

Al llegar a mi casa suelto suspiro cuando la veo, rodeada de un montón de papeles por toda mi sala -¿Que haces aquí? -Dejo las llaves en su puesto.

-Se supone que nos veríamos hoy

Nos veríamos. Tenemos sexo, siempre intento separar el trabajo del deseo, lo intento. Pero mi carne es débil y hay algo en ella, algo diferente e irresistible.

-Ya, pero como entraste.

-El portero me dejó entrar... -Levanto la vista, sus ojos grises me dieron un vistazo- ¿Te molesta? Supuse que te demorabas y tenía que adelantar esto pero no quería hacerlo en mi casa...

-Esta bien -me senté en el sillón, noté que tenía ojeras se veía cansada. Me di un golpe mental, es algo que no he dejado de hacer:  preocuparme por ella, cierta necesidad de protegerla como van las cosas el que esta en peligro soy yo- pero no quiero que revises mis cosas.

-¿Porque? ¿No quieres que me enteré sobre las pistas que tienes del caso de las polaroids? -Resoplé, obvio que lo sabe, hice un ademán con la mano- ¿Porque no me lo habías dicho? Se supone que trabajamos juntos, creí que ya confiabas en mi.

Me masajeé la cien -¿Solo porque dormimos juntos de vez en cuando? -un lapicero voló directo a mi rostro que logré evadir por poco- asi es como siempre trabajo ¿Si? No iba informarte hasta que...

-¿Hasta que?

Me acomodo en la silla de tal forma que apoyo mis codos en las rodillas mirándola fijamente -Hay muchas cosas que también me ocultas.

-Te lo he dicho antes, si tienes alguna duda sobre mi solo tienes que preguntar.

-¿Y se supone que crea ciegamente en tu testimonio?

Ella rodeó los ojos antes de empezar a recoger sus papeles y amontonarlos en una pila -Vale, yo vine solo por el sexo y es obvio que no va a pasar -Se levanta y se dirige a la puerta pero le bloqueo el paso- Quítate, Smith.

-No quiero -doy pasos hacía ella que la hacen retroceder- Vamos a hablar Abaddon.

-Que curioso dices eso pero tu mirada sugiere otra cosa -Me da una sonrisa lasciva que no puedo evitar imitar.

Desabotone algunos botones de mi camisa
-Recordé algo gracioso de cuando nos conocimos -reconocí cierto brillo en sus ojos- Antonio Valencia, dijiste que lo conocías pero nunca te pregunte de donde.

Dio un suspiro burlon -¿Eso es lo que te hace desconfiar de mi? -Deja los papeles en la mesa- Tenia una galería de arte en el centro, le compre dos pinturas el año pasado para unos regalos.

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⏰ Última actualización: Jun 10, 2020 ⏰

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Eclipse (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora