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"Doscientas cuarenta horas antes del primer día"
Rara vez comíamos en el comedor. A todos nos gustaba tomar el desayuno en nuestras camas mientras observábamos la televisión. Mi madre como siempre, había cocinado huevos revueltos con pan de queso y café con leche cremoso el cual nunca faltaba en la mesa de nuestra casa. Eran las nueve de la mañana y el clima mostraba un muy buen día para salir. Mi madre con sus sandalias desgastadas y su pijama habitual, se encontraba en la cocina sirviendo nuestra comida. Me encontraba sobre la barra de la cocina junto a la estufa donde reposaban ollas y cacerolas donde justo minutos antes, mi madre habría preparado nuestro desayuno. Estaba viendo cómo mamá servía sobre los platos plásticos con dibujos de venado en la cerámica mientras en medio de bostezos y una gran energía pesada de cansancio, me sentía amenazada por mi cuerpo con volver a dormir a la cama.
Sin embargo, no importaba si fuera lunes, o martes, incluso viernes; siempre me sentía amenazada por esas terribles sensaciones de pereza frente a la cotidianidad que transcurría mi vida, o así lo pensaba.
Aquel pensamiento indescriptible, desagradable que se formaba en el fondo de mis pensamientos, no era por mis profundos sentimientos negativos con los que veía que transcurría mi vida, sino por reconocer que las cosas eran tan lentas y lejanas, que siempre se convertía en negativa la espera de mi futuro en la vida. << ¿Cuándo iba a tener una vida más emocionante y menos deprimente? ¿En qué momento todo acabaría y me dejarían en paz? >> Esos eran los pensamientos de mierda que me carcomían mientras mi verdadera vida la dejaba pasar.
Por favor, pueden acompañar con música mi momento de drama.
Los días habían pasado demasiado rápido para mí. Ni siquiera pude llevar la cuenta cuando la idea se me ocurrió después de tanto pensarlo. Podía estar concentrada en el canario que se detiene todas las mañanas en el tejado del antejardín, pero nunca llevar la cuenta de los días que habían transcurrido. Habían llegado las vacaciones del colegio y no quería que tan rápido se fueran.
—Toma —me enseñó mamá el plato de comida de papá—, dile que no hay más arroz, es bastante voluminoso como para quedar con hambre, y éste de acá —me extendió un segundo plato— es el de tu hermano, por favor no te vayas a comer sus sobras Zamanta, él tiene que comer igual que tú. —dijo ella, con una mirada de sospecha en su voz. Sentí un poco de enojo al escuchar sus acusaciones, odiaba que se antepusiera a mis intenciones. Mi madre me conocía tan bien que, era frustrante no escuchar un comentario positivo sobre mis hábitos desquiciantes.
Subí las escaleras hasta el segundo piso, entré a la habitación de mi padre y él, con impulso en sus manos se deslizó hacia arriba. Sus cobijas se corrieron un poco hacia los pies y enderezó un par de almohadas que descansaban en su espalda. Tomó su plato de comida y con un <<gracias>> posterior a un desliz de su lengua sobre sus delgados labios, comenzó a comer sin más. La cantidad de su plato ni siquiera la notó. Tenía el canal de deportes internacional viendo como el Barcelona arremetía contra el Real Madrid. Giré sobre mí y me dirigí hacia la habitación de mi hermano, fue eso cuando escuché las palabras habituales de mi padre con un —¡Cierra más fuerte la puerta! —que gritó él cuando solo dejé ajustada la puerta de su habitación.
Al llegar a la habitación de Stiven. Estaba enfadada con él.
El idiota se había comido mis papas la noche anterior, no hay nada más detestable que me gane en la comida. ¿Cómo lo bloqueo en la vida real?
Yo sentía frustración al ver que sus sábanas se encontraban abiertas y arrugadas esperando a que le empujara la cama y saliera corriendo para ser yo quien pudiese enredarse una vez más en ellas. En lugar de eso, dejé el plato sobre su mesa de noche y lo sacudí lo más fuerte que pude desde su trasero para que despertara.
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BRAVATA©
Teen FictionNOVELA PROTEGIDA POR DERECHOS DE AUTOR ©. Las aventuras en el Youth Camp comienzan en el menor de los tiempos posibles. Los hijos de los más reconocidos abogados y empresarios del país están a punto de empañarse de lo caluroso y sorprendente del...