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Jeon Jungkook a los jueves los consideraba suyos y de sus romances secretos. Secretos no porque se negaba a contarlos, sino porque solo existían en su cabeza.

Al azabache le gustaba dirigirse al parque del centro histórico de la ciudad -lugar que más características del romanticismo ingles tenía en la ciudad- sentarse frente a la fuente en el corazón de la plaza y simplemente admirar el volar de los pájaros, el mover de las plantas, el sonido y los olores que estos lugares le ofrecían y cerrar sus ojos para permitirse crear una historia de amor.

Porque Jungkook era un romántico de closet, que desgraciadamente le tocó vivir en una época en donde nadie apostaba al amor ni a los gestos románticos que en tantos libros de literatura clásica había leído.

Era una lástima que esas cosas ya no pasaran se decía a sí mismo, que moriría solo antes que conformarse, y muchas cosas así que justificaban su soltería más allá de las muchas propuestas que recibía en el instituto.

Se permitía imaginar que alguien en el mundo le correspondía, que le daría una declaración de amor tan patética que sería hasta romántica a ojos del azabache. Jungkook anhelaba que ese momento llegase, le gustaba imaginarse que no todos eran tan patéticos como los chicos de su instituto que nunca se dirigieron al azabache de la forma que a él le gustaría.

Estaba tan metido en sí mismo, en el sonido del viento y en el pensar en su amor escondido que todavía no conoce, que no notó al peliazul que se le acercaba siendo un manojo de nervios con una rosa.

Jungkook lo miró cuando este estaba ya a unos metros de él y le fue inevitable sentir la pequeña ilusión en su interior al ver la rosa en su mano. Su corazón comenzó a latir muy fuerte y se sentó derecho, esperando que el chico termine de acortar los metros que lo separaban. ¿La rosa era para él? ¿el chico llevaba tiempo gustando de él pero nunca logró confesar su amor debido a la popularidad y codicia que el azabache presentaba? Muchas preguntas cruzaron por su cabeza y hasta ilusión de que así sea.

El chico peliazul era un compañero de instituto de Jungkook, nunca habían cruzado palabras ni miradas, pero Jungkook recordaba haberlo visto por los pasillos. A ojos de Jungkook era hasta entendible que el chico no se haya animado anteriormente a acercarse a él, porque sabía la fama que se ganó en el instituto luego de tantos rechazos, pero verlo con la rosa y en el parque de los jueves, lo hizo imaginar que quizás el chico lo observaba como ninguno, lo observó y analizó sabiendo la forma correcta de llegar a su corazón.

Su ilusión se hizo tan grande que Jungkook se metió en serio en una historia de amor creada por su cabeza y no notó cuando el peliazul simplemente pasó caminando por al lado de su banca y siguió el camino hacia la salida del parque.

Mentiría si dijera que decepción no pasó por él, después de todo anheló por unos segundos que esa pequeña historia de amor sea la suya, pero nuevamente, esas cosas no pasaban.

De igual manera quería presenciar la historia que se iba a dar al momento que el verdadero destinatario de la rosa se presente, por lo que sigilosamente decidió seguirlo.

El peliazul a medida que se acercaba a la esquina del parque fue deteniendo su caminar hasta que simplemente se quedó quieto viendo la rosa en su mano. Jungkook estaba a unos metros del chico y pudo notar cómo sus hombros caían, viendo el momento exacto en que toda valentía desaparecía del chico.

El chico comienza darse la vuelta y Jungkook por más que no tenía nada que ocultar decide esconderse detrás del árbol más cercano, asomando a penas el rostro para ver que sucedía luego.

Ve el rostro del chico al borde de las lágrimas y cómo frota su rostro con su mano mientras se susurra cosas a sí mismo. Luego comienza a caminar hacia el basurero más cercano, donde deja la rosa en ella y se va igual de decepcionado del parque.

Jungkook estaba enojado y triste al ver que la rosa no llegó a su receptor, era tan linda esa historia para ser cierta, de repente se preguntaba cómo sería hablar con el chico tan romántico que se acababa de encontrar, y hasta envidiando que esa historia no le perteneciera.

Fue tanto que amó esa historia, que decidió que no lo iba a dejar así. Jungkook se dirigió hasta el basurero donde el chico segundos antes había tirado la rosa y la tomo para llevársela a su casa, así al menos quedaba con la conciencia tranquila de que alguien recibió la buena intención del chico y hasta pudo sentir nacer un nuevo sentimiento hacía este.





The boy with a rose •••TAEKOOK•••Donde viven las historias. Descúbrelo ahora