9.

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— ¿Qu-? —.


Soltó el castaño, asustado y confundido, tal así que casi empujó a su hermano mayor y lo miró con los ojos de par en par, mirando a su contrario a los ojos de forma asustada, como si viera a un fantasma.

A Martin, la mera acción de su querido hermano, le dejaba claro todo, que lo que tal vez pudo haber sido una broma de muy mal gusto era verdad, y no tenía idea de como reaccionar.


— ¿Q-Quién te dijo esa tontería, Martin? Qué no sé que estás diciendo. . . —


Tenía
Que
Estar
Jodiendo.


— Dijiste que no mentirías. . . Me lo acabas de prometer. . . Y no lo estás cumpliendo. —


Touché.


Chris no sabía como responder, se sentía humillado, acabado, sentía que efectivamente ese era su fin, el final de "Los hermanos Kratt ".

El castaño, después de segundos de silencio, decidió hablar por fin, a pesar de sentir el nudo en la garganta y las inmensas ganas de huir de el lugar, ya era muy tarde para él, debió haber dicho la verdad y lidiar con la responsabilidad.

Finalmente tragó saliva y mantuvo los brazos firmes, formando puños en este sin poder evitarlo y mirando al suelo, porque algo que caracterizaba a Chris, era su inseguridad.


— Martin, te juro que te lo puedo explicar. . . — Hablaba el contrario tratando de encontrar las palabras con las que podría justificarse.


— ¿Entonces es cierto? — Soltó casi que por inercia, desapareciendo la pequeña gota de esperanza de que todo esto se trataba de una gran farsa o una broma de muy mal gusto.


Oh no.

El de mirada azul estaba alucinando, soltó una risa nerviosa, una corta pero que al fin y al cabo había salido de sus labios.
Chris en algún momento al escuchar la respuesta de su hermano se quiso rectificar, fingir que bromeaba y dejar el asunto así, pero vamos, tampoco es que le gustara la idea de guardar lo que siente por siempre, podía hacer como que no ocurría nada pero se seguiría pudriendo por dentro, sentiría como si fuera quemado internamente por ácido.

El amor podía dar vueltas tan inesperadas.

El trigueño entre toda la cascada de lágrimas que había en su rostro, logró sonreír, de forma bastante débil, era una sonrisa rota, dañada, una que quería decir que nada estaba bien y que nada estaría igual tampoco.


— Ya no puedo más, Martin, estoy cansado de todo esto. — El mencionado miraba de reojo a su hermano, por un momento se quedó sumergido en la mente, pensando en la pequeña posibilidad de que esto no estuviera pasando y fuera un sueño demasiado raro.


— Chris, no. . . — Soltó en un murmullo el mayor temiendo la posible respuesta.


— Yo. . . — El de ojos marrones volvió a tragar saliva, suspiró un par de veces y trataba de tener algo de control en medio de todo ese desastre.


Sentía las palabras queriendo desbordarse de sus labios, trataba de callar a su mente que le gritaba mentalmente que no esperara más, que se declarara, que hiciera lo que estuvo esperando por meses, quizá años, él ya no lo sabía.


¿Cuánto tiempo llevaba realmente enamorado de su hermano?

A Koki le dijo que le gustaba desde hacía medio año, ¿Pero de verdad había sido así?


Parecía que llevaba sintiendo lo mismo toda la vida, o al menos varios años, pero el chico apenas notó lo que sentía cuando su hermano empezó a involucrarse románticamente con otras personas, desde la universidad.

Algo raro, ya que la mayoría de personas experimentan el amor desde la secundaria, ¿Pero Martin? Parecía enfocado principalmente en otras cosas, en hacer amigos, vivir cada segundo, su hermano.

El rubio llegó a ser popular, claro que lo era, era sociable, agradable y guapo, ¿Cómo no habría alguien interesado en él? Pero nuestro protagonista tenía sus prioridades.

Su hermano era todo su mundo, compartió con él tanto y se apoyaban en todo, además de hermanos eran mejores amigos, confidentes, cómplices para robar galletas o dulce de la alacena de mamá, que hasta en las travesuras y en detención estuvieron juntos.


¿Qué si uno estaba en problema? ¡Que los hundieran a los dos!

¿Qué alguien estaba molestando a alguno de los hermanos? ¡El otro iría a defenderlo! Incluso si el abusón midiera el doble de su tamaño.


Que si uno terminara desahuciado, posiblemente el otro estaría allí para apoyarle, a pesar de todo, siempre estaría ahí.

Y ahora todo eso que cuidaron como oro y diamante estaba a nada de irse a la borda.

Christopher sabía del riesgo de lo que estaba a punto de decir, no solo lo perjudicaba a él mismo, si no a la persona que más quería también.

Sabía a la perfección que su hermano no podría confiar en él de la misma forma, que empezaría a guardarse sus asuntos y se terminaría haciendo daño, justo como el mismo Chris había hecho.

Ya había pasado por ello, no quería que le pasara lo mismo al contrario.

Ahora, que lo tiene así, mirándole de esa forma, como si lo juzgara, era desesperanzador, preferiría la muerte antes de volver a ver a su hermano verle de esa forma, le quitaba el aliento y las ganas de seguir respirando.


— Christopher, por favor, no vallas a decir una locura, esto es demasiado serio y grave. — Habló segundos después Martin, el cuál había logrado recuperar un poco la compostura entre todo el caos que estaba ocurriendo dentro de su cerebro también.


Irónicamente hablando, el lugar donde se encontraban había un silencio Pacífico, natural, únicamente con el ruido de algún que otra ave de la zona y del pequeño canal de agua que corría con brusquedad a quien sabe donde.


— Tranquilo, esta vez no mentiré. — Contestó el trigueño apenas su hermano terminó de hablar, con el tono de voz apagado y la mirada aún fija en el césped.


Finalmente su cuerpo dejó de sentirse tenso, sus manos se soltaron y pasaron de tener ese blanco que ya se le estaba formando a su tono de piel natural, las lágrimas dejaron de viajar por las esta vez aún rojas mejillas del menor, que mantenía el sentimiento de pena presente en todo el tiempo.

Planeaba tomarse unos segundos más, no se sentía preparado psicológicamente para revelar sus verdaderos sentimientos, y sin embargo, su garganta tenía otros planes para él.


— Yo. . .estoy enamorado de ti.


Y el mundo de los dos se cayó.


s o a p || krattcestDonde viven las historias. Descúbrelo ahora