A Secret Love.

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El tiempo ha pasado, pero te amo como el primer día. 

Aún recuerdo mi nerviosismo, caminando a tu lado esa fría noche. Temerosa sostengo entre mis dedos un pedazo de papel, pero quien diría que unos pocos renglones de tinta podrían albergar tanto anhelo. Te observo bajo la farola de la plaza, una de las tantas que hemos visitado juntas. Respiro hondo antes de atreverme a tomar tu mano, y en silencio deslizo la pequeña carta hacia tu poder. Te observo timidamente y susurro.

"-¿Estaría bien si...-El vapor de la noche escapa de mis quebradizos labios, y las palabras pesan al salir-te quisiera, aunque fuese difícil?-Siento mi alma escaparse entre las palabras, pero un calor llena mi interior al ver una pequeña sonrisa dibujada en su delicado rostro".

Siempre disfruté escribiendo, y lo disfrutaba aún más sabiendo cuánto apreciabas lo que escribía para tí. Guardaste cada letra que te dediqué, desde las más largas con los nombres arrancados, hasta las pequeñas dedicatorias hechas en servilletas.

El amor nunca ha sido fácil, no es cómo lo pintan en las grandes obras románticas o emblemáticas películas, pero puedo afimrar que me hiciste vivir mi propia historia de fantasía.

Cada día, no, cada segundo a tu lado fue mi mejor segundo. Cada mirada de complicidad, los besos a escondidas, incluso las noches de no saber que sería de nosotras, todo fue perfecto. Porque fuiste tú, siempre fuiste tú. Desde el principio, y hasta el final.

Cada carta que te escribí, cada noche que pude abrazarte, todo fue bueno, y si tuviera que vivirlo todo de nuevo, seguro te elegiría de nuevo. 

Sesenta y cinco años no fueron suficientes, ningún periodo de tiempo podría bastar para amarte y recompensarte por todo lo que hiciste por mi.

Esas noches cuando nos escabullíamos en los bares clandestinos, donde si podía abrazarte y besarte, sin miedo a que algo nos sucediera, a que algo te sucediera.

Esas reuniones con nuestros más cercanos amigos, tanto tiempo nos costó saber que era una zona segura, tanto tiempo llevó hasta saber que allí podriamos estar a salvo.

"Niña mía, tu sabes que tenemos un amor que no tiene hogar.

Niña mía, tu sabes que tenemos un amor sin esperanza".

Pero eso nunca importó, porque nos teníamos la una a la otra.

No podría mentir, que no deseaba subirme a los tejados y gritar que me hacías la mujer más feliz, o que deseaba con fervor poder tomarte entre mis brazos en las calles lluviosas y besarte mientras las gotas nos rodeaban. Deseaba poder presentarte formalmente a mi familia, siendo mi novia y no "mi mejor amiga", aunque de todas formas también lo fueras.

Fuiste mi compañera, mi mejor amiga, mi amante, mi alma gemela.

A pesar de todo, siempre fuiste tú.

Y cuando pude llamarte mi esposa, después de más de 60 años de vivir en el anonimato, las lágrimas fueron inevitables. Espero hayas podido disculparme por ser tan sensible sobre ello.

Pero el final fue bueno, todos los que nosotros amábamos pero a la vez temíamos, solo pudieron ser felices por nosotros. Al final del día, pudimos amarnos por fuera de éstas paredes. Y ahora todo éstos recuerdos quedan sólo para mi.

Te has ido, mi gran amor. Pero mi corazón no es tan débil, amaré por las dos de nosotras mientras tu no estés. Y cuando sea mi hora de partir, espero que tu puedas venir a llevarme, porque no habría mejor forma de irme que en tus brazos. 

Te amo eternamente, y ninguna distancia, como las leyes o la muerte, harán que cambie. Seis décadas pueden contarse en tantos momentos, tantas fotos, cartas, hogares y sentimientos. Pero prefiero resumirlo en unas pocas palabras.

Terry, mi amada esposa, hasta que nos volvamos a ver, te amo.

Terry, mi amada esposa, hasta que nos volvamos a ver, te amo

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