CONCLUSIONES

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1. Un buen trabajador surge de costumbres trabajadoras.- afirmamos que tensionar al individuo mejora su productividad, como también afirmamos que distraer o relajar al individuo, decae sus esfuerzos en la medida en que reduce su productividad. Pero hemos traído a colación la idea de costumbre, así que ahora, la tensión y el relajamiento del trabajador son herramientas a través de las cuales adiestrar la conducta del aprendiz y programarla según un régimen de normas determinado. Ahora bien, como costumbre, la tensión obliga al individuo a tolerar gradualmente mayores cantidades de esfuerzo, mientras que el relajamiento lo separa de tales obligaciones. Pero si la tensión es gradual y constante en el individuo, tal cual sucede con los reflejos ópticos (del boxeador, por ejemplo), sucederá que durante el relajamiento, los individuos responderán ante cualquier evento crítico según sus costumbres trabajadoras lo obliguen a esforzarse por resolver tal crisis.

2. La tensión alecciona al hábito perezoso.- es bien sabido que no hay nada más difícil de cambiar en el hombre que un hábito. Por ende, no se cambia un hábito a raíz de una sola experiencia fuerte y espontánea. La prolongación de una nueva norma redirigiendo la conducta del hombre, no necesariamente altera sus hábitos sino que simplemente los acomoda a un nuevo régimen de frecuencias. Teniendo esto muy en claro, resulta fácil entender que un hábito perezoso no se altera mediante un episodio tenso y singular; esto podría alterarlo algún tiempo pero demasiado poco, y entonces el perezoso retornaría a sus hábitos generales. Por el contrario, si la tensión impuesta sobre el perezoso no solo es vigilada (cosa muy importante que debe saberlo también el trabajador para mejorar su productividad), sino además prolongada, entonces el perezoso deberá necesariamente adecuarse a las normas, discriminando durante su oficio tales hábitos perniciosos para la adecuada productividad.

3. Sólo se tensiona más al individuo en la medida en que éste aprenda más.- ya antes dijimos que no es adecuado tensionar más al aprendiz que al maestro. Sin embargo, también afirmamos que la tensión es fundamental en el aprendizaje del aspirante a profesional. ¿Cómo es posible tensionar al aprendiz, cuando acabamos de afirmar que no es adecuado tensionar más al aprendiz que al maestro? Lo que caracteriza al maestro, es la posesión de determinadas técnicas según las cuales se desenvuelve profesionalmente. Lo que caracteriza al aprendiz es su carencia de dichas técnicas de modo que todavía no puede desenvolverse profesionalmente. Sintetizando los dos rumbos, concluimos que en principio, al aprendiz no se lo puede tensionar más que al maestro, dada su carencia de técnicas con las cual solucionar tales eventos críticos y tensos. No obstante, el aprendiz se encuentra en una situación en la cual necesita precisamente rellenar tales carencias, con técnicas o el manejo de ciertas tecnologías. De aquí que una vez adquiridas las técnicas adecuadas para determinados eventos críticos, deba volverse costumbre el conflicto con la tensión puesto que sólo ella refuerza las técnicas adquiridas y las potencia en el individuo. 

Sobre la tensión y la relajación como costumbres trabajadorasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora