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-- ¡Mamá, el día está muy fresco! ¿Acamparemos de todas formas?

 Soltar la mano de su madre no era una opción para Didier, perderse en tan gigante bosque era casi como si de morir se tratase. El día estaba muy nublado, incluso pequeñas gotas cayeron en la pequeña cabeza de Didier, esto no le agradaba para nada. 

-- Hijo, es un hermoso día para acampar, no digas que no quieres ahora con lo mucho que nos rogaste.

El padre de Didier estaba más que contento, muchos años pasaron desde la última vez que salió con su familia a algún lugar, su trabajo siempre lo mantuvo alejado de su casa. Esta era una gran oportunidad para poder estar más unidos con su hijo, incluso hasta con su misma esposa. 

-- Vamos, ve y juega un poco, quizás así te dan más ganas de estar con tu viejo aquí. Mamá y yo terminaremos de arreglar las tiendas ¿Te parece?

Didier simplemente asintió, llevarle la contraria a papá no era muy buena idea después de todo. Él pequeño sabe muy bien que este tipo de viajes les ponen muy contento a su padre, es mejor dejar las cosas fluir, después de todo es lo único que puede hacer un niño de 11 años por su viejo padre. Poco a poco fue soltando la tan fina, suave y blanca mano que posee mamá, dando pasos lentos hacia el interior de el lugar, en este caso el bosque.

El pelinegro se sentía asustado, el atardecer estaba apunto de convertirse en una sombría y bastante fría noche, pero poco a poco comenzó a fijarse en las maravillas de aquel bosque, las coloridas y preciosas flores, los diminutos y hermosos animales que encontró. El miedo se fue desvaneciendo, con su negatividad junto a este. Una hermosa y radiante sonrisa se hizo aparecer en el rostro de Didier, todo era hermoso, realmente se culpó demasiado por no darse cuenta antes de lo que pudo haber visto sin problemas hace unos instantes.

En los pequeños brazos del joven lleva muchas flores, de todos los tamaños y colores. Seguro que a mamá le encantará una y cada uno de las flores que, sin duda, eran preciosas, no tanto como ella pero lo eran bastante. Una hermosa flor lila se hizo aparecer frente a los ojos de Didier que, siendo específicos, era una tibouchina. Este se acercó bastante, lo suficiente como para tropezarse, rodando sobre aquella flor. Este sólo soltó unas cuantas risas por la situación pero en cuestión de segundos, su expresión cambió totalmente. Al mirar atrás y no ver más que arboles su corazón comenzó a latir muy rápido.

-- ¿Mamá? ¿Papá?...

La desesperación se hizo notar en el cuerpo de Didier, sus manos soltaron mucho sudor y sus ojos comenzaron a lagrimear, nunca se percató sobre qué camino tomó , realmente deseaba dar aquellas flores a mamá cuanto antes...Ver la reacción de ella era lo único que deseaba, por lo pronto en estos momentos sólo deseaba ver el camino a casa. Se dio por oficialmente perdido en un bosque gigante en plena noche, sólo iluminado por la luz de la luna que hoy brillaba más que nunca.

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 -- Padre...

El de cabellos rubio habló, su voz se notó muy temblorosa, casi como si tartamudease. Esto no era una acción muy natural en él, puesto a que siempre hablaba fuerte y claro, expresando a la perfección sus ideas y palabras y con mucha pero que mucha seguridad. Claramente esto fue muy evidente para su joven padre, el cual no dudó ni un segundo en atender su pregunta.

-- Dime, Abel. ¿Pasa algo?

-- ¿No crees que es hora?

Desde el sofá en el que yace recostado Abel, el mismo se puso de pie frente a su padre, algo intimidado y ansioso de la respuesta que pueda dar su padre.

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⏰ Última actualización: May 22, 2020 ⏰

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The punishment of an angelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora