12-13
Entro a la sala mientras se secaba sus manos con un pañuelo, tenía todo listo, su pequeño centro de estudio estaba en la parte derecha de su sala, en la cocina estaba los aperitivos que el mismo preparó como el esfuerzo que puso en su parte del trabajo, no dejaba que las sirvientas ni los lacayos lo ayudasen, prefería el mismo hacerlo e independizarse, de solo pensarlo movió su cabeza despejando la para seguir en lo suyo, guardo el pañuelo doblándolo y en su bolsillo, mientras sacaba sus guantes y se los colocándoselos.
Reviso la hora suspirando por tener que esperar a su visita, no deseada si se lo permitía decir, aunque no le importara, tenía educación y aun si se trataba de un invitado que no quería su presencia en su casa, decidió volver a revisar todo para cerciorarse de que no olvido nada; mesa, libros, papeles, lápices, materiales, cuaderno, botanas, bebida, todo estaba en orden, nunca se perdonaría si algo está fuera de lugar, aun así, tuvo la certeza de ver el jarrón de flores vacío en una de las mesas de la sala.
Vio la hora nuevamente y el jarrón, una visita al jardín trasero no haría daño pensaba para sí mismo, agarrando el jarrón mediano y vacío, emprendió rumbo a la parte trasera de la vivienda, abriendo la puerta corrediza y saliendo a este, se quedó parado en la entrada del jardín admirándolo.
—Permiso madre.
Avanzo luego de decir aquello cortés mente para entrar al jardín. Mientras un niño se acercaba a la puerta principal, se arregló el cabello y su vestimenta desasiendo las arrugas, vio la hora en su reloj y suspiro, toco el timbre mientras mostraba una gran sonrisa esperando ser atendido, pasados ya 5 minutos, no quería ser imprudente, pero al no recibir respuesta del otro lado volvió a tocar el timbre, comenzó a pensar que tal vez no estaba en casa, hasta que fue atendido por una mujer castaña viéndole inquisitiva y minuciosamente.
—Que se le ofrece?
—Soy Gary Harrison señorita, compañero de clase de Gregory, vengo a realizar un proyecto junto a él– respondió inocente y dulcemente a la mujer mientras acomodaba su bolso en su hombro.
La mujer lo vio de pies a cabeza, para luego indicarle que entrara de forma desinteresada hacia el niño, era la primera vez que el joven amo invitaba a alguien además de su amigo francés, aunque este era más educado que el anterior mencionado, lo guío hasta la sala dejándolo ahí.
—Vendrá pronto a atenderte.
—Muchas gracias por su asistencia señorita– agradeció sonriendo le a la mujer que frunció un poco el ceño aflojando su seriedad y retirarse de ahí sin más.
El pequeño rubio sonriente y de religión mormona, se encontraba parado en la sala, esperando, se movió un poco luego de unos minutos, vio con curiosidad la gran manta que cubría a su parecer un gran espejo o un cuadro encima de la chimenea, vio al rededor, no había nadie, ni un alma, de cierta forma estaba algo inquieto, se colocó en frente y al centro de la alfombra cerca de la chimenea, sentándose en el suelo ya que no sabía muy bien que hacer, así comenzando a sacar sus cuadernos y libros y colocarlos en orden para leer y escribir un poco mientras esperaba al anfitrión de la casa, avanzando en el trabajo.
—¿Quién eres tú?
Aquella gruesa voz le hizo saltar algo sorprendido y asustado, como si de un depredador se tratase, no había escuchado a alguien llegar, volteo a verle algo nervioso, encontrándose con un gran hombre bien vestido, muy seguramente a punto de salir de la residencia, sus ojos, eran de un azul extrañamente derivando a turquesa, pero viéndolo tan ferozmente que hasta podía atravesar lo, daba miedo, por mucho más el aura que hasta la propia presencia. Intento sonreír, para aligerar el ambiente tenso hacia el imponente hombre frente a él.
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Changed my life [Reescribiendo]
Short StoryGregory Edevane se había mudado a South Park a sus 7 años de edad junto a su padre, un exitoso empresario que iba en ascenso, se convirtió en poco tiempo el centro de atención por destacar tanto en estudios como en su personalidad carismática. Gary...