Capítulo I

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Por fin llegó el tan ansiado día. Tal vez para muchos la preparatoria no es algo con lo que hayan soñado toda su vida, pero este es diferente. Sí bien es la de más prestigio en todo el país y tiene una buena calidad educativa, sin mencionar todas las actividades extracurriculares que tiene, pero para ser sincera no es eso por lo que tanto me encanta este lugar, sino el hecho de que aquí nadie me conoce.No me mal entiendan, no es que tenga un pasado oscuro o algo por el estilo.

Yo sé que para muchos el primer día puede ser el más difícil, porque llegas a un lugar donde no conoces a nadie y tienes que enfrentarte a la búsqueda de nuevos amigos o al menos encontrar a alguien con quien sentarte durante el almuerzo. Aunque claro, para mí estar sola no es algo tan habitual, al final del día siempre terminó con cinco o seis números de desconocidos. Platicar con la gente nunca ha sido mi problema, el problema realmente es encontrar entre todos ellos a la persona indicada para llamar "amiga o amigo" y que no termine clavándote un cuchillo por la espalda.

Llámenme loca, pero no creo en el amor a primera vista, no soy la típica chica que ve el mundo color de rosa y la que al enamorarse utiliza las palabras más empalagosas que puedan ocurrírsele para terminar después hablando como bebe. Es por eso que con las personas con las que estuve antes no hubo compatibilidad. Es más, con seguridad puedo afirmar que a muchas chicas de mi clase no les agradaba. Sin mencionar que no agradarle a una de ellas, es a la larga no agradarle a todo el salón y terminar teniéndolos en tu contra, pero así es mi forma de ser y aquí entre nos, yo no tengo ningún problema con ella.

Muchos aseguran que quiero parecer cool y por eso me hago la ruda, otros tantos que no sé de lo que hablo porque nunca me he enamorado y algunos más opinan que tengo miedo de mostrar quien soy en realidad. Eso último puede ser cierto, aún no he encontrado a la persona indicada para abrirle mi mundo y enseñarle unos cuantos monstruos que tengo bajo la cama, así que no tengo otra opción más que mostrar lo superficial. Ya no tengo ánimos para seguir soportando la traición de aquellos a quienes les dejo entrar a mi mundo y lo destruyen todo por dentro.

— ¡Brenda!

— ¿Leonardo?

Bueno, al menos al inicio del día ya conocía a alguien. Leonardo fue uno de mis mejores amigos de la infancia y mayor rival. Íbamos juntos en la misma primaria y competíamos por todo y en todo, hizo que cada momento fuera divertido y un poco estresante para una pequeña niña, pero  para mis padres era una gran bendición que su hija siempre mejorara sus notas. Como toda buena historia, ésta llegó a su fin justo el día en que nos separamos. Mi familia decidió que era momento de cambiarnos de casa y por ende cambiarme de escuela a una más cercana. Al principio seguimos en comunicación pero con el tiempo ya no era lo mismo, cada vez las pláticas duraban menos y ya no eran tan seguidas, así pasaron los meses hasta terminar sin saber uno del otro en años.

—Qué pequeño es el mundo —dije sin poder ocultar una gran sonrisa en mi rostro— ¿Qué haces aquí?

—Por mi mochila y credencial cualquiera diría que estudio aquí, no sé cómo eso no te ha dado una pista. ¡Vaya! Que aburrido, creo que no habrá competencia este año.

—No me refería a eso —dije mientras rodaba mis ojos hacia un lado—. ¡Vaya! Creo que alguien sigue siendo un dolor de cabeza.

Después de eso no podíamos parar de reir. Bien dicen que una verdadera amistad es aquella que a pesar de la distancia no se acaba, que pueden pasar los años sin saber uno del otro pero en el próximo encuentro es como si el tiempo no hubiese pasado. Parecíamos dos locos que tenían de conocerse toda la vida y los cuales nunca se había separado.

— ¡Suéltame, suéltame,...! —gritaba mientras intentaba zafarse de mis brazos.

Después de varios intentos y forcejeos logró soltarse. Se acomodó el cabello alborotado y mi lanzó una mirada de odio, pero unos labios apretados intentando aguantarse la risa terminaron delatando sus ojos mentirosos.

— ¡Agh! Es el primer día y ya estas causando problemas. Todas las chicas lindas acaban de ver cómo me abrazabas, pensaran que estamos saliendo o algo por el estilo. Ahora no querrán acercarse a mí, verán tu cara de loca y pensaran que eres una de esas novias psicópatas.

— ¿Te preocupa lo que piensen al ver mi cara? Yo creo que debería preocuparte más lo que piensen al ver la tuya, pareces un acosador y yo una pobre víctima —acentué más la última palabra, haciendo una pequeña cara de puchero.

Ambos comenzamos a reír como no lo había hecho hace meses. El recuerdo de los últimos días provocó que unas cuantas lágrimas rodaran por mis mejillas.

— ¿Estás bien?

Limpie rápido mis ojos e ignorando la pregunta me volteé para sacar de mi mochila la copia de mi horario.

— Muéstrame tu horario, quiero ver si tenemos alguna clase juntos.

Aunque ya eran muchos años que no nos veíamos, hay algunas cosas que nunca cambian Leonardo sabía bien que cuando no quería hablar de algo cambiaba rápido el tema de la conversación. A lo que él tenía que dejar de preguntar y esperar el momento en el que estuviera lista para hablar.

— ¡Genial! —ambos dijimos al unísono.

Volteamos a vernos un poco confundidos, sin saber que decir por un momento.

— Sabes que te quiero mucho, pero tenerte todo el tiempo sería insoportable y quiero conocer gente nueva.

— Yo no te quiero. Pero tenerte todo el tiempo haría que las chicas se alejen de mí.

—Ya lo sé

— ¿Qué?

—Tú  no me quieres —me acomode la mochila al hombro, me acerque a su oído y susurre—. Me amas...

Después de clasesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora