Capítulo II

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Había sido un buen inicio de semestre. Los compañeros que me tocaron eran muy agradables, en especial uno que siempre iba conmigo a todos lados. Parecíamos uña y mugre, nada más no íbamos juntos al baño porque la decencia y normas de la escuela no lo permitían. Nadie pensaba que tuviera una relación con Leonardo, no obstante sí que la gran mayoría sospechaba que había algo entre Facundo y yo. Por más que me cansaba en negarlo, nadie creía ni una sola palabra.

A parte de él había hecho dos buenas amigas, a pesar de que ninguna de las tres estábamos juntas en alguna materia llevábamos una buena relación. El primer día tuvimos en el auditorio la charla de bienvenida. No tarde mucho en encontrar el lugar indicado. No soy de las que suelen sentarse al frente ni tampoco muy atrás, y aunado a eso, siempre llego temprano por lo  que fue sencillo encontrar la fila indicada, y lo mejor de todo, casi vacía. La mayoría había preferido sentarse en la parte trasera y muy pocos ocupaban por gusto los asientos de adelante.

— Hola, disculpa ¿Está ocupado?

— Sí, estoy esperando a un amigo. Pero el de aquí a lado está vacío —sonreí mientras retiraba mi botella de agua.

Siempre aparto dos lugares. Más que nada para poder elegir a quien se sentará a lado mío. Aunque esta vez sí estaba apartando un lugar para Leonardo. Él es surdo, por lo que prefería tenerlo a mi lado izquierdo, donde no pudiera molestarme y hacerme pasar un momento vergonzoso frente a todos.

— ¡Muchísimas gracias! Me acabas de salvar de una muerte segura.

— ¿Debería preocuparme? ¿Avisar a alguien? ¿Llamar a la policía?

Metí mis manos a la bolsa y saque mi celular.

— ¡No!

Al escuchar su grito, todos alrededor voltearon a vernos. No pude contener la risa ante aquella escena que sin intensión alguna había provocado.

— Calma, no pretendía llamar a la policía. Sólo quería mirar la hora. Lo siento...

— Luisa, me llamó Luisa.

— Me llamo Brenda. ¿Sabes? No suelo meterme mucho en la vida de los demás, pero ya que nos volvimos el centro de atención ¿Puedo preguntar el motivo de mi heroísmo?

— Qué vergüenza. Lo siento mucho —cubrió su rostro con las manos— Si no encontraba un lugar disponible, tenía que sentarme al frente con todos mis amigos.

— ¿Estar con tus amigos es malo? ¿Te hicieron algo?

—No, son buenas personas. El problema es que cuando estoy con ellos hacemos muchas ridiculeces y justo alado de ellos está ese chico de lentes con el cabello alborotado.

— ¿Playera negra con una frase tonta, jeans desgastados pasados de moda y cara de acosador?

— No me digas, a ti también te gusta.

— ¡Ugh! Qué horror, te lo regalo —dije mientras fingía un escalofrió—. Es un viejo amigo, de hecho es el desconsiderado a quien le estaba apartando lugar —volteé  a ver en la dirección que Luisa me indicó. Ahí estaba él junto con una chica de cabellera rubia.

Se escuchó el sonido que hacen las bocinas al encenderse. Había un par de alumnos que acaban de llegar y tras escuchar la señal de que pronto la charla estaba por comenzar, se llenaron de pánico y buscaban desesperadamente un lugar donde poderse sentar.

— ¡Eh, tú, la de la mochila rosa! —agité mis manos para llamar su atención— Aquí hay un lugar libre.

— ¡Oh, por Dios, eres un ángel!

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⏰ Última actualización: May 23, 2020 ⏰

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