Mi Musa (+18)

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Él tenía un nervio recorriéndolo, era la primera vez que aceptaba un trabajo como ese. En su corta vida de artista de casi veinte años nunca pensó siquiera en retratar en alguien con poca ropa, y mucho menos alguien sin ella. Pero era cierto que la paga era muy tentadora, podría hacer mucho con ella, aún así le parecía raro, quién quisiese retratarse así, y para qué. 

Decidió ignorar los pensamientos extraños y decidió esperar. La mujer a la que debía retratar se estaba tardando mucho. Jugó con sus lápices para no aburrirse.

A los pocos segundos la puerta se abrió y se escucharon unos taconeos seguros, que hacían vibrar el aura, pues solo eran ellos dos, el pintor y la musa.

Él levantó la mirada, ella era probablemente la mujer más hermosa que pudo haber visto antes, se veía tan bien, las curvas exquisitas resaltaban en el albornoz de satin rojo brilante y casi traslúcido, su cabello era sedoso, estaba seguro de que olía a tabaco y miel, pero lo mejor era su  rostro, podría ser una de las maravillas del mundo y de lejos, la adoró en silencio al verla. 

Y estaba allí mirándolo desafiante con una sonrisa auto-suficiente, se sentó en el sillón de terciopelo negro después de deslizar la tela por sus hombros y caer hasta sus rodillas, dejándose expuesta hacia él, mostrando su cuerpo cálido y firme. Para tener casi treinta años, podía pasar fácilmente por alguien más joven,  cruzó las piernas y se dirigió a él.

— ¿Nunca has visto a una mujer?—. Él sintió temblar, parpadeó varias veces para dejar en claro que no era alguna clase de sueño prohibido—. ¿Cómo te llamas?

— R-Raju...—. Dijo nervioso, su belleza no podía ser asimilada tan rápido. Anhelaba tanto tocarla siquiera, como una idolatría momentánea que cruzó por su sentir.

— Bueno ¿Y qué debo hacer?—. Preguntó casi impaciente, no podía mentir, sentirse observada por alguien tan guapo y joven como el pintor era una experiencia nueva, tan excitante, podía manejarlo a su antojo, ponerlo nervioso y llevarlo al cielo si ella quería, era un novato, perfecto para jugar.

Raju sacudió su cabeza antes de responder—. Por favor—. Caminó hasta ella—. Puede recostarse—. Ella así lo hizo, en especial para dejar su pecho a la vista, haciendo a Raju tambalear—. Y-y... sus piernas—. Los movió de manera incorrecta, solo para saber su reacción, lo vio morderse los labios, fue por menos de un segundo, pero lo notó, se sentía admirada, le encantaba—. Yo... Bueno... A la derecha...

— ¿Así?

— N-no... Es de esta manera—. Sacó de su bolsillo un boceto a lápiz, unos cuantos trazos pero fácil de entender. La mujer sonrió coqueta.

— ¿Siempre llevas la imagen de una mujer desnuda en tu bolsillo?

— ¿Q-qué? ¡No!—. Rechazó al instante—. Es para el dibujo suyo, sí, eso...

Ella tomó sus mejillas y susurró en su oído—. Como digas, Raju—. Lo escuchó maldecir mientras se alejaba, ella resistió el impulso de burlarse. Pero continuó en su papel.

Raju estaba dudoso, esa mujer era el cielo, y él quería adueñarse de ella, la deseaba con locura, odiaba sentirse así, y traicionar su propio lema: "Trabajo antes que sentimientos" Pero, no lo logró, era algo más que solo una calentura, era la más alta expresión del erotismo hecho persona, no podía solo mirar en silencio. 

Y aún más, porque claramente, ella es mayor que Raju, para el lugar donde estaban, una mujer como ella, probablemente esté casada, aún si lo estaba, su esposo era el hombre más imbécil del mundo por hacer algo así, él pensó que de ser otro hombre, no se habría resistido y la habrían tomado a la fuerza o no. Se asustó pensando eso, él no era alguien así. 

Suspiró y decidió comenzar.

— S-señora, yo empezaré ¿Desea algún tono en particular, o algún cambio a lo acordado?—. Intentó ser lo más profesional posible, no quería que ella diera malas referencias sobre su trabajo. 

Meera sonrió pícaramente—. Podemos dejar el papel para luego, y pintamos algo mejor ¿Qué dices, Raju?—. Se acercó peligrosamente, colocó sus manos en las piernas de Raju apoyándose allí—. Mis ojos están arriba. 

— S-sí, lo siento ¿Qué debería pintar?

— Tú deberías pintar en mi cuerpo, con tus manos—. Raju iba a replicar, pero fue sorpresivamente besado por ella, no sabía su nombre siquiera, pero estaba seguro que si el pecado tuviese un sabor, sería a gloria. Ella era tan hábil, lamiendo sus labios con su lengua, mordiendo y apoderándose de su boca, se sitió gruñir en el beso, a él, le siguió un gemido por parte de ella. La excitación era evidente. 

— S-señora ¿Qué hace?

No obtuvo repuesta, la vio bajar hasta sus pantalones y tirarlos al suelo, no quiso resistirse, pero no era correcto, ella se perdió entre sus piernas. Subiendo y bajando, tomándolo con sus dedos, tan experta, tan perfecta.

No lo hizo terminar, lo dejó en la orilla, él quería tocarla, pero no se lo permitía, se repetía una y otra vez:  "Puede ser mujer casada". Ella deshizo su camisa y lo besó por todas partes, húmedo, lento. Enloqueciéndolo completamente. 

— ¿No vas a pintar? 

Tragó fuerte, no quería rechazarla, pero tampoco meterse en problemas, ella lo besó nuevamente, esa fue la señal. Su límite se sobrepasó, la tomó por la cintura levantándola y la arrinconó a la pared, la escuchó gemir cuando su espalda tocó el frío del muro. Besó su cuello llegando a su clavícula de detuvo en su punto dulce, suspiraba en su oído con pesadez, le gustaba. Ella mordió su oreja antes de suplicar.

— Raju, hazme el amor, tómame, hazlo tú...


Entre el Amor y la Amistad (OneShots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora