Capítulo 2

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Esa noche Leah volvió a tener aquella horrible pesadilla, una figura negra se le acercaba y la intentaba ahogar con su propia almohada sin que ella pudiera hacer nada por evitarlo, puesto que en su sueño no se podía mover, Para empeorarlo todo aun mas también soñó con aquel engreído chico nuevo que le decía en sueños que se rindiera ante aquella muerte tan horrible porque no engañaba a nadie con su estúpida careta de niña buena y adorable, ¡Como odiaba a ese idiota prepotente!

Cuando se despertó no solo estaba irritada y asustada sino que también estaba muy enfadada, de modo que se comió su desayuno deprisa y se dirigió corriendo a la parada del autobús. Con las prisas no se percató de la hora asique llego muy temprano a la parada del autobús, dándose cuenta de que tendría que esperar sacó su libro favorito de su mochila y lo abrió por la pagina ya marcada cuando había comenzado ya el capitulo cuatro algo le tapó la luz del sol levantó la cabeza y no se creyó lo que vio, ahí estaba el, el chico con el que había soñado y aquel que la había tratado tan mal el día anterior sin llamar aun su atención lo observó sin que se diera cuenta, era alto mas que ella que media un metro cincuenta y ocho, era moreno con una cara angulosa pero varonil, su pelo negro azabache podría retar a la noche mas oscura a que se mimetizara con el y no lo conseguiría , era absolutamente perfecto y a la vez inalcanzable su camiseta azul se ceñía a su cuerpo y pudo ver perfectamente su musculosa espalda y sus hombros anchos que la retaban a que los tocara y sintiera el placer de su fuerza envolviéndola.

Sin embargo se negó a sucumbir a sus encantos, bastante arrogante era ya de por si como para que se diera cuenta de lo mucho que le gustaba entonces si que su vida se convertiría en un infierno continuo en el que el tendría la llave de su salvación y no se la entregaría nunca ni por todo el oro del mundo, para quitarse aquellas ideas de la cabeza decidió hacer lo único que podría hacer que lo detestase: Saludarlo.

-Hola, ¿Te acuerdas de mi ? Soy Leah me siento a tu lado en trigonometría ¿o debería decir que tu te sientas a mi lado? Puedo entender que ayer empezáramos con mal pie debías de tener un mal día, y…-

-¿Tan duro te resulta el no caerle bien a alguien? Eres como todas las demás ¿acaso no has pensado que no todos los hombres del mundo están interesados en que les pongas ojitos y les dediques palabras de afecto o lo que sea que trataras de hacer? ¿No has pensado en lo molesto que resulta que día a día niñas como tú se dediquen a perseguirte por los pasillos esperando ser más que amigos? Simplemente ignórame, yo hare otro tanto.

-No pretendía molestarte solo quería entablar una conversación normal con un compañero de clase…-

-Pues no lo hagas me molesta sobremanera que me acosen, déjame en paz-

No volvió ha hablarle lo que restó de día. se sintió completamente absurda, ella solo pretendía ser amable y el la había respondido con su rechazo habitual, tal vez sí debía dejarlo, pero cada vez que pensaba eso se sentía desdichada ¡Como podía sentirse así por un chico que apenas conocía!, decidió aplicarle su misma medicina, lo ignoraría como el quería no le buscaría apenas le miraría, hasta que el le pidiera perdón.

Para la hora del almuerzo ya quedaba claro que su promesa le iba a costar, mientras ella se sentaba con sus amigas el se fue hacia un grupo de chicas y empezó a hablar con ellas de manera muy tranquila, como si le gustase estar en su compañía, no podía creérselo le dieron ganas de ir en su dirección y estrangularlo, pero no iba a darle esa satisfacción, Se limitó a hablar con la chica que se sentaba a su lado, era una chica tímida por lo que la conversación no fue animada ni mucho menos, esto hizo que Leah se enfadara aun mas, no con la chica, después de todo ella no tenia la culpa, sino consigo misma, porque se esforzaba tanto en parecer que se divertía no tenia nada que demostrarle a ese chico, después de todo el no quería que ella pensara en el.

Cuando sonó el timbre se encamino a su clase, por lo menos hoy no tenia clase de trigonometría y no tendría que encontrarse con ese engreído, cuando tomó asiento recordó que se había olvidado su abrigo en la cafetería asique aprovechando la ausencia del profesor fue corriendo por los pasillos ya desiertos hasta la cafetería, iba a cruzar la puerta cuando oyó la voz de aquel chico y la de la chica con el pelo corto que se había sentado ayer con ella en la clase de la primera hora.

-No entiendo tu afán por huir de esa chica, es normal y corriente trátala como a las demás-

-No puedo Sam, algo me dice que si me acerco mucho a ella podría gustarme de verdad y no puedo permitirlo-

-Vamos Keith, ya vas a empezar otra vez, deja los poderes paranormales para los culebrones y los libros de terror, no puedes seguir huyendo-

Justo en ese momento Leah se dio cuenta de que hasta ahora nunca había oído el nombre de aquel chico. Keith. Sonaba exactamente como el, raro y atractivo, Absorta en sus pensamientos no se dio cuenta de que ellos se acercaban a ella por lo que la pillaron espiando.

-Vaya Vaya no te basta solo con acosarme, también me espías cuando hablo con mi familia…-

Harta ya de todas sus replicas peyorativas y sarcásticas Leah explotó.

-No te persigo, ni te espío, ni me interesas para nada, sólo buscaba mi chaqueta y obviamente tu no eres mas que otro chico engreído que por lo visto ha recibido mas atención de la que era capaz de soportar y como  consecuencia su ego se ha expandido hasta límites insospechados, deberías de dejar de decirle a los demás lo engreídos y pesados que son, por lo menos hasta que no asumas que tu también pecas de arrogante y su me disculpas llego tarde a clase.-

Cuando se dio cuenta de todo lo que había dicho ya era demasiado tarde incluso para disculparse por lo que dio media vuelta y se fue hacia la clase se sentó en su sitio y esperó a que comenzara la clase. De pronto una voz la saco de sus pensamientos la voz de la hermana de aquel engreído y presumido muchacho al cual acababa de insultar.

-Hola soy Samantha, pero todos me llaman Sam, soy la hermana de aquel chico engreído que por lo visto ha recibido más atención de la que era capaz de soportar, creo que eso es lo que dijiste ¿no?.-

-Lo siento de verdad no pretendía decirle todas esas cosas es solo que me saca de quicio…-

-Keith no es mala persona es solo que a veces se monta unas historias demasiado extrañas, incluso para mi que soy su hermana y he pasado casi toda la vida con el, es difícil seguirle el rollo-

 -La verdad no entiendo que le he hecho yo para que me desprecie de tal manera únicamente he intentado ser su amiga y saludarlo de vez en cuando no entiendo donde esta el problema de ese chico-

-No es culpa tuya es solo que lo ha pasado mal, tu no se lo tengas en cuenta por cierto he recogido tu abrigo te habías olvidado de cogerlo y pensé que te haría falta ya que esta lloviendo fuera.-

-Gracias eres muy amable, por cierto me llamo Leah, menos mal que me la has traído sino el viajecito hasta la parada del autobús sería un suplicio para mi-

-No hay de que-dijo con voz muy baja mientras el profesor pedía orden en el aula.

El resto del tiempo se pasó volando, ahora mas que nunca se alegró de subirse al autobús y llegar a casa, ahí ayudó a su madre a preparar la cena mientras hablaban de los problemas de su madre en el trabajo sentadas a la mesa su madre le pregunto sobre las clases si se adaptaba y como la trataban simplemente respondió con un ‘bien’ y termino de cenar, recogió la mesa y fue corriendo a su cuarto a dormir, allí tumbada reflexionó sobre el día mientras esperaba a que el sueño la invadiera, cuanto mas cansada se sentía mas se daba cuenta de que aunque el se mereciera todas y cada una de aquellas palabras debería disculparse al día siguiente.

Los Límites del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora