1. En la lluvia.

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Ha sido así por más tiempo del que cualquiera podía recordar.

Actualmente, la sociedad está dividida en tres mayores características biológicas; esas son Alfas, Betas y Omegas. Es una lotería genética que solo se puede rezar para ganar, ya que será lo que definirá el destino de una persona casi completamente.

Los Betas son quienes constituyen la mayoría de la población mundial, siendo ellos alrededor del ochenta por ciento. Pese a esto, los alfas son quienes dirigen todo. Nacidos con cuchara de plata en la boca, son tratados y educados de la misma manera durante toda su vida. Incluso si constituyen una población mucho más pequeña, son los suficientes para ocupar la mayoría de puestos de gobierno mundialmente, y otras posiciones de alto nivel. Ya que su educación es competitiva para alinearse a su condición de nacimiento, usualmente desarrollan una personalidad dominante donde sea que estén. En muchos casos (quizás demasiados), con todo ese dinero y poder, viene la violencia.

En el lado opuesto del espectro, están los omegas. Una minoría, bastante menos que incluso Alfas, los Omegas prácticamente viven en las sombras. Están considerados como el peor destino que se pueda tener, especialmente omegas masculinos. Ellos son raros y usualmente explotados, ya que existe la creencia de que pueden dar a luz a Alfas mas poderosos y con mejores dotes de liderazgo. Aunque sea eufemizado por los medios, el público general está consciente de los casos de abuso, secuestro y tráfico de Omegas.

Algunos de ellos intentan huir, otros tienen la suerte de estar rodeados por las personas correctas durante toda su vida, mientras que algunos lo esconden para siempre y tratan de vivir una vida normal...

Park Jimin es un Omega.

Jimin siempre fue más pequeño que otros niños de su edad, por lo que sus padres siempre tuvieron esa hipótesis. Cuando Jimin tenía apenas doce años, sus padres tuvieron la charla con él. Le explicaron cuan injusto y retorcido era el mundo, la posibilidad de que él se presentara como un omega y como lo afectaría toda su vida.

El Jimin de doce años retuvo dos cosas esenciales en su mente ese día: Los alfas no son dignos de confianza, debe evitarlos a toda costa, y si se presenta como un Omega, debe esconderlo por su propio bien.

Cuando el día en que se presentó llegó, Jimin ya tenía claro lo que haría.

Eligió vivir como Beta.

No podía cambiar su biología a voluntad, así que sus padres acudieron a la ayuda de la medicina moderna. Jimin ha estado tomando supresores desde su primer y único celo, el efecto ha durado tanto tiempo que ha perdido cualquier rastro de su esencia de Omega. Cuando se mudó de Busan a Seúl para ir a la universidad, él era indudablemente otro Beta más.

Después de terminar sus estudios, trabajó el doble que cualquiera y se las arregló para establecer un pequeño negocio de telecomunicaciones que pronto se volvió muy conocido. Su compañía estaba ahora en crecimiento, con perspectivas prometedoras para el futuro.

En el futuro también se imagina la vida con una pareja Beta que espera encontrar en el camino, con quien pueda tener la suficiente confianza para ser él mismo sin preocupaciones.

Así fue como navegó durante su vida. Estaba orgulloso de ver como se las arregló para ser exitoso contra toda probabilidad.

Este día en particular era diferente, aunque debería haber sido como cualquier otro día.

Últimamente las cosas en la compañía estaban difíciles, con un montón de reuniones y plazos acercándose, así que Jimin era una de las primeras personas llegando a la oficina, y una de las últimas en salir; la parte de "apagar las luces y cerrar las puertas" iba último. En ese aspecto había sido otro día más.

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