2. Willy...

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— ¿Nunca has tenido la sensación de haberle fallado a la persona que amas?

Preguntó Vegetta, era una manera bastante única de expresar como se sentía, de hacerle saber al menor que no era una persona perfecta y que en más de una ocasión se equivocaría.

— En todo caso, sería a ti ¿No?

Willy seguía sin entender la actitud de Samuel, siempre parecía esconder algo o tal vez simplemente guardarse algunas otras que no era tan sencillo de expresar y lo entendía. Se obligó a separarse del abrazo que le acobijaba para así poder ver fijamente esos ojos violáceos que notaba tan sinceros y llenos de amor.

— Pero Vegetta... Si te equivocaste antes, es algo que debemos dejar en el pasado, no voy a juzgarte por eso y menos cuando tenemos ya formado un presente y tal vez un futuro.

Lo que el albino no sabía, es que el futuro, tal como él había mencionado, se trataba de algo incierto y la idea de ir a vivir a otro pueblo venía acompañada de muchas situaciones que posiblemente no serían de su agrado. Sin embargo; estaba ahí para entender a Vegetta, sabiendo que este cambio era significativo, algo que le emocionaba a la persona que tanto amaba y si esto era de gran importancia para él entonces ¿Porqué habría de esperar algo malo?

Vegetta, ya estando mucho más animado le sonrió mientras su mano diestra se deslizaba con cariño y delicadeza en la cintura del menor, atrayendo con firmeza el cuerpo de éste y tenerlo tan cerca suyo como fuera posible. Ahora que la distancia era mínima, sus respiraciones chocaban con la misma suavidad, completamente distinto a sus corazones que latían con tanta rapidez, haciendo perecer que escaparían de sus pechos.

¿Esa era la forma en la que dos personas que se amaban podían sentirse? Sus labios poco a poco se rozaron, era como un juego de adolescentes temerosos, en el que parecían sentir nerviosismo de tocar al otro hasta finalmente dejar que sus labios se encontraran en un beso suave y lento en el que ambos encajaban correctamente, no había fallos en aquel beso, parecía que estaban destinados a encontrarse uno con el otro y fundirse en ese momento único.

Pasados los segundos, luego de esa pequeña danza labios a labios, se separaron lentamente y atacados por la vergüenza, inclinaron un poco el rostro, ocultando ese sutil rubor en las mejillas y dejaron escapar una corta risa para evitar verse infantiles.

— Como dos tontos.

El primero en hablar fue Vegetta, quien también dio otro beso más pequeño en los labios de Guillermo, casi siendo robado debido a la distracción del menor. Entonces pudo volver a la seriedad anterior que su misma pareja le había arrebatado y sin más, retomó el tema del que habían estado hablando antes de que el bendito oso fuera encontrado.

— Vegetta, me has dicho que vamos a mudarnos pero hasta el momento no mencionaste el lugar en el que estará nuestra hogar.

El de ojos violáceos miró a Willy con una expresión de sorpresa debido a su propio olvido, vaya que se había saltado un detalle muy importante.

— Tienes mucha razón chiqui... Es un pueblo nuevo, no estoy seguro si tendremos vecinos pero lo importante es que es un lugar muy hermoso, lo llaman Karmaland, desconozco la razón.

— Como que no me emociona mucho eso de vivir ahí. Digo, el nombre es muy... Madre mía con ese nombre.

Willy rió debido a su poca habilidad para explicarse, si había algo muy malo en su persona, eso era la poca capacidad para explicar lo que realmente deseaba dar a entender. Aún así, sólo bromeaba, pues saber que se trataba de un lugar nuevo y que posiblemente sólo ellos podrían estar, ya era suficiente para ser feliz, verían un pueblo crecer poco a poco.

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