Parte 1

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-¿Como está padre?- Preguntaba el joven príncipe al medico de la casa real. 

-Muy débil me temo, su majestad. Su salud no ha empeorado, pero tampoco ha mejorado.- El rey llevaba ya una semana en cama sin poder despertar, el príncipe comenzaba a temerse lo peor. 

-Es importante que tome esta infusión de hiervas dos veces al día, lo comunicaré en la cocina si me disculpa, mi señor.- El medico recogió sus utensilios y medicinas para marcharse de los aposentos del príncipe, este se quedo sentado pensando en su situación.

"Ya perdí a madre, no quiero perderte a ti también"

El chico pensó para si mismo mientras se dejaba caer sobre el suelo, recordando los buenos momentos que pasó junto a su madre hasta que finalmente cayó dormido.

Horas mas tarde despertó al oír pisadas en el pasillo, pensando que solo seria algún sirviente o un guardia decidió volver a dormir, pero al oír como su puerta se abría lentamente se puso en guardia, poniéndose en pie y alcanzando su espada lo mas rápido que pudo. Parado, frente a la puerta abierta se encontraba un hombre vestido completamente de negro, con su boca cubierta para ocultar su rostro, dejando solo a la vista sus ojos grises y una larga cabellera de color dorado que no parecía ser real.

-¿Quien eres y como te atreves a entrar aquí?- El príncipe desenvaino su espada apuntando hacia el peculiar sujeto. Este no dijo nada y empezó a avanzar hacia el chico, en su mano derecha empuñaba una espada manchada de sangre. Rápidamente la alzó en un intento de atacar a su majestad, pero este bloqueo el ataque con su espada y dio una patada en su estomago alejándole de el. -Responde si no quieres morir.- Volvió a insistir, pero el hombre aun no respondía. Blandió su espada velozmente contra el príncipe, y este, intentando esquivarlo, fue herido en un brazo.

-Los únicos que moriréis esta noche seréis tu y tu padre.- Su majestad estalló en ira empezando a luchar ferozmente contra el otro. Tras unos segundos entraron a la habitación mas hombres vestidos de negro, que inmovilizaron al príncipe y le obligaron a arrodillarse.

-¿Que debemos hacer con el?- Pregunto uno de estos hombres al sujeto de cabello platino.

-Matadlo.- Él habló sin escrúpulos. Uno de los hombres se ofreció a hacerlo, llevándose al príncipe con el, maniatado. Pudo ver el cuarto de su padre, como había un gran charco de sangre donde el estaba acostado. Empezó a llorar, lo que mas se temía había ocurrido pero de una forma aun peor de lo que podía imaginar y ahora lo mismo estaba por pasarle.

El hombre le llevó al interior del bosque, donde nadie pudiera verles u oírles, hizo que el príncipe se arrodillara y desenvaino su espada.

-Haz que sea rápido, por favor.- No dijo nada, se quedo en silencio. Soltó la larga cabellera negra del chico, la agarró con su mano y de un espadazo la cortó. El chico alzó su cabeza sorprendido.

-Toma, usa esto y huye de aquí.- El hombre le dio unas ropas y algo de dinero, su voz se le hacía familiar. -Date prisa, antes de que descubran que sigues vivo.- El príncipe tomó las ropas y huyo corriendo por el bosque, su brazo seguía sangrando y aun dolía pero no podía pararse a descansar. Casualmente encontró un río mientras corría, donde paró para poder limpiar su herida y vendo como pudo su herida con un trozo de tela de su vieja ropa antes de tirarla allí y cambiarse por la ropa que le habían dado. Siguió caminando hasta que llegó a una aldea de su reino, desplomándose en el suelo por la perdida de sangre y el cansancio.

-¿Está muerto?-

-Claro que no, déjale descansar.-

El chico comenzaba a despertar, escuchaba la voz de un hombre y una niña pequeña, se incorporó como pudo en la cama, tenia el corte bien vendado y curado.

-¡Papa! ¡Ya despertó!- La pequeña niña avisaba a su padre mientras miraba al chico con una sonrisa. -¿Como te hiciste eso?- Preguntaba con curiosidad e inocencia mientras le miraba.

-Yangmi, deja al muchacho en paz.- Un hombre joven, que debía ser el padre de la niña se acerco a la cama sentándose a su lado. -Te encontramos esta mañana en mitad del camino, habías perdido mucha sangre ¿Que te pasó?¿Te asaltaron?-

El chico se quedo callado durante unos segundos, recordando todo lo que paso aquella noche.

-Asesinaron a mi familia... Y trataban de hacerme lo mismo.- los ojos del príncipe se llenaron de lagrimas mientras pronunciaba esas palabras.

-Cielo santo, eso es terrible, lo lamento mucho- El hombre tomó la mano del muchacho, tratando de reconfortarlo, este sonrió levemente mientras limpiaba sus lagrimas con su mano libre. -¿Cual es tu nombre si es que puedo saber?-

-Yoongi, Min Yoongi- Respondió algo mas calmado.

-Oh, justo como el príncipe. Yo soy Lee Chinhwa, soy el doctor de este pueblo y ella es mi hija Yangmi.-

-Encantado de conocerle señor Lee.- Dijo haciendo una reverencia. -Y gracias por curar mi herida, pero no tengo nada para pagarle.-

-Eso es lo de menos, muchacho. Dime ¿Hay algún lugar donde puedas ir? La casa de un amigo o un familiar.- Yoongi negó con la cabeza.- Bueno, puedes quedarte aquí mientras te recuperas, y un buen amigo mio puede darte trabajo, aunque por lo paliad que es tu piel no parece que hayas trabajado nunca.- El medico le miraba algo dudoso mientras hablaba.

-No se preocupe, trabajaré bien, lo prometo.- El chico habló con seguridad y el medico mostró una sonrisa.

-Bueno, por ahora descansa. Mi esposa pronto te traerá algo para desayunar y un te medicinal que te sentará bien. Si necesitas algo también puedes decirle a Yangmi.- El doctor se marchó por la puerta al terminar de explicarle.

-Hermano mayor ¿Eres un príncipe?- Preguntó la niña con curiosidad mirando a Yoongi.

-Es un secreto.- Dijo sonriendo levemente a la niña y esta rió.

-¿Que le pasó a tu ojo?¿Fueron los bandidos?- Preguntó señalando la cicatriz que Yoongi tenia en su ojo derecho. El negó con la cabeza.

-Esto lleva aquí mucho más tiempo.-

Mientras tanto en palacio, esa misma mañana, una sirvienta que se disponía a levantar al príncipe soltó un grito que alertó a todos al encontrar los cuerpos muertos de los guardias. Rápidamente los sirvientes fueron a la habitación del joven amo para comprobar si seguía con vida. Lo que vieron les dejo sorprendidos. Era idéntico al príncipe, usando las mismas vestimentas y con los mismos rasgos faciales excepto por dos cosas: Su cabello era brillante como el oro y sus ojos eran de un gris claro como la plata. El hombre tenia hasta la misma cicatriz en el ojo.

-Unos bandidos entraron a noche, asesinaron a padre pero pude salvarme.- Lloraba mientras hablaba, tenia varias heridas por el cuerpo.

-M-majestad, s-su cabello.- Una de las sirvientas hablo entre tartamudeos sin casi poder creer lo que veía. Aquel hombre miro al espejo que había a la derecha de la habitación, fingiendo sorpresa al ver su aspecto, tocando su cabello y su cara.

-Esto... debe ser obra de dios.- Volviendo su cabeza a los sirvientes, hizo una pequeña mueca de dolor por las heridas.

-¿Pero que hacen? ¡Traigan ya al medico! ¡Su majestad está herido!- El jefe de los sirvientes gritó en alto y todos los sirvientes corrieron a hacer sus tareas. Cuando ya todos se marcharon el impostor mostró una cínica sonrisa.

대취타 | DAECHWITA [SPANISH VER.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora