Capítulo 5: Un tiro de tus manos a mi alma.

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-Ven aquí.- dijo antes de agarrarme la mano con una risa y echarnos a correr hacia el gimnasio.

- ¡¡Oye espera!!- le grité con carcajadas, era muy veloz.

Corríamos hasta no poder, esquivamos a las pocas chicas que andaban en el patio, ellas nos miraban, ¿pero qué importaba?

Escuchaba la risa de Mariana delante de mi, el golpear de la brisa, los latidos de mi corazón, y mis sentidos como se encantaban con ella,

- ¡Llegue!- gritó antes de golpear la puerta con una patada.

- ¡Me asustaste mierda!- le dijo Baby con una mano en el pecho y una cara de pocos amigos, que realmente me hizo reír.

- Ven.- me susurró tomando mis dedos entre los suyos, me acostumbraba en esos días, a tal punto que no tenerla cerca los siguientes días era un enorme vacío.

Recuerdo dentro de mi, que ese día a pasar que no tuvimos la supuesta cita doble, no había nada más perfecto que sólo mirarla.

Me senté en un rincón de las galerías, el gimnasio estaba lleno de miembros del club de animación que parecía estar organizando lo que sería las audiciones, la música electrónica sonaba, veía a Mariana bailar de allá acá mientras Baby la enviaba a hacer cosas, agudizaba mi vista para observar, su figura y todos sus movimientos me eran totalmente cautivadores.

- Baby ¿me prestas la llave del depósito?- escuché a Mariana.

Al pasarle aquel objeto ella salió corriendo del gimnasio, sin apartar la vista de la puerta esperaba su regreso, entre tantas voces escuchaba los enamorados comentarios de otras chicas hacía su capitana, pensaba a mis adentros la fuerza atrayente que tenía Mariana, superficialmente era un encanto, su cuerpo era precioso, su cabello, sus ojos y sus facciones estaban al borde de la perfección.

Entró, la atención se todas se posó en ella, pero la mirada de Mariana tenía un solo objetivo y era yo; con pasos ansiosos se acercó a mi, sobre su brazo traía un balón de basquetbol, me lo lanzó con cariño haciéndome reaccionar, despegándome el cuerpo de aquella galería.

- ¿Qué esperas? Vamos a jugar.- me dio la espalda y cerca del aro de uno de los extremos se posicionó.

La textura del balón era mucho más encantadora ahora que Mariana me lo había pasado, pensé en ese momento lo dulce que era de ir a buscar uno especialmente para jugar conmigo; con el pecho apretado y las manos inquietas, me acerque a ella, sabía perfectamente que la mirada de la mayoría de las chicas en el gimnasio estaban dirigidas a mi, antes no lo hubiera soportado, tenia un complejo de timidez absoluta, pero de un día a otro todo cambió, Mariana con su sonrisa había cambiado todo lo que era, lo que sentía, incluso mi manera de ver la vida.

Bote un poco el balón antes de lanzarlo a unos tres metros de distancia, encestando con gracia.

- ¡Oh! Qué buena eres.- me dijo ella con una pícara voz.

Agarró el balón y volvió a lanzar, desde la misma posición lo mande al aro, haciendo un tiro exitoso nuevamente.

-Sí, definitivamente eres buena.- me sonreía, y yo le respondí con un rostro totalmente sonrojado.

- Prueba.- le dije antes de pasárselo, se puso a mi costado y lo lanzó demasiado fuerte como para hacer retumbar el tablero.

- Soy un asco para esto.- se empezó a reír.

- Sólo es práctica.- le sonreí.

Lanzamos durante enormes minutos, empezamos a jugar de manera más brusca, quien se lo quitaba a la otra lanzaba, cuando mi cuerpo chocaba con el de ella, los nervios me consumían y fallaba los tiros de manera estrepitosa; en ese juego de practica Mariana era mi rival, escuchaba los murmullos de las demás chicas mientras la risa de ella ahogaba hasta mi respiro, recuerdo haber tenido muchas sensaciones de molestia hacia mi, como si a todo el mundo le molesta que la capitana estuviera jugando conmigo.

In My MemoriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora