Parte 1.

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Desde la mañana notaba algo raro en Yoongi.

No le había deseado buenos días, ni le había escrito un mensaje después de llegar a la universidad. Lo notaba muy distante ese día, y eso le preocupaba, porque no habían pasado mucho tiempo juntos últimamente. Era la semana final de exámenes y estaba hasta el cuello, no había podido mimar a su novio, ni siquiera podía dormir bien pensando en los parciales.

Se extrañó tanto al no recibir un beso de buenos días, Yoongi esas semanas había estado mimándolo mucho, ya que Jimin estaba de muy mal humor por las noches en vela, pero ese día no había sido igual, estaba tan distante que le dolió, su corazón latió inquieto, buscando el calor de su novio.

Aquella mañana de clases se fue sin desayunar, y pasó todo el día divagando en su mente, tratando de saber por qué el pelinegro actuaba así. Tenía presente que debía dejar el tema de Yoongi para después, e intentó concentrarse en las clases, ya en casa hablarían.

Al final, terminó pensando todo el día en el pelinegro, y se recriminó por ello, debía concentrarse en sus clases, para poder aprobar los exámenes, aquello era más importante que sus tontas preocupaciones.

Y así, con aquello en mente, decidió quedarse hasta tarde en la biblioteca, su tarde estuvo sumergida en un montón de libros viejos, apuntes para parciales y botellas de té verde. Cuando volvió a tener noción del tiempo, era de noche, muy tarde, la biblioteca tuvo que cerrarla él mismo, luego de que la bibliotecaria le diera un sermón sobre el estricto horario del lugar.

Se encontraba llegando a su pequeño apartamento compartido con su pareja, arrastraba los pies hasta el ascensor, y luego hasta la puerta de su hogar. Entre las clases y sus pensamientos, estaba agotado. Tanto que ya no le importaba Yoongi, sólo quería tirarse en su cama y dormir por varios días.

Sabía que eso sería imposible, pero quiso soñar.

Abrió la puerta, todo estaba en total oscuridad y muy silencioso. Yoongi no estaba.

Yoongi siempre llegaba antes que él, siempre lo recibía con un beso.

Su cerebro pareció despertar entonces. Fue hasta el teléfono de la casa, aquel número que sólo Yoongi y sus padres sabían. Pensó en lo peor. Marcó el número de Yoongi con ojos enrojecidos, brillantes, se sabía su número de memoria, mejor que el suyo propio.

Escuchó el tono con un nudo de incertidumbre creciendo en su estómago, no estaba seguro de si su voz saldría al momento de hablar. Su corazón retumbó en su pecho, asustado igual que él.

Contó, en un intento por apaciguar su ansiedad, uno... Dos... Tres... Cuatro tonos, estaba a punto de darse por vencido, cuando la voz del pelinegro le sacudió las entrañas, sonrió, sin darse cuenta.

"¿Hola? ¿Quién habla?"

Tuvo que reprimir un suspiro enamorado, contestó con una sonrisa, entusiasmado. "Soy Jimin. Yoonie, ¿donde estás? Te he extrañado durante todo el día".

Jimin juró sentir su nerviosismo a través de la línea. "¡He-hey! Dongsaeng, ¿cómo estas? ¿Es un poco tarde para llamar no crees?"

Su sonrisa se borró lentamente a medida que el pelinegro hablaba, su mente ignorando lo obvio, se hacía el confundido.

"¿Qué sucede Yoonie? ¿Donde estás? ¿Por qué me llamas así?" Su voz sonaba confundida, aunque él en el fondo sabía las respuestas.

"Cl-claro que sí, te traeré la investigación mañana." Con cada palabra su corazón parecía hundirse más.

"Hey mañana te llamo, ahora mismo estoy ocupado." Los susurros aguaron el corazón de Jimin, al igual que sus ojos.

"¿Qué estás haciendo Yoongi? ¿Por qué susurras? ¿Por qué no dices mi nombre?" Lágrimas caían, y su voz se quebró, lloró en el teléfono sin querer hacerlo.

Hubo silencio del otro lado de la línea, solo se escucharon sus propios sollozos durante un momento, mientras calmaba su llanto y una pregunta martillaba en su garganta. Reunió el valor para decirlo, con voz gangosa y una seriedad que hasta a él le sorprendió.

"¿Me engañas, Yoongi?" Silencio, uno que sólo lograba hacer crecer el nudo en su estómago, y le aguaba de nuevo los ojos, mas no se permitiría llorar esta vez. "Di mi nombre Yoongi, di que me amas." El silencio del pelinegro lo desesperaba, se alteró por ello. Comenzó a alzar la voz. "¡Si no hay nadie ahí dilo! ¡Di que me amas maldita sea!" Volvió a llorar, en silencio, no quería ser escuchado, ni siquiera por él mismo, sobre todo por él mismo.

"Me dijiste que amabas... ¿Por qué me dejaste solo?" Un susurro roto dejó sus labios mordidos, mientras se arrastraba lentamente hasta el suelo, con la espalda pegada a la pared, de repente sintiéndose derrotado y sin fuerzas para pelear, el teléfono cayó estrepitosamente junto a él, asustando al pelinegro al otro lado de la línea, quien, por primera vez en minutos, reaccionó.

"¿Qué fue eso? ¿Qué fue ese golpe? No cometas alguna locura por favor..." Se escuchó preocupado de repente, Jimin imaginó el modo en que sus cejas se arqueaban ligeramente y sus ojos se abrían un poco cuando estaba preocupado. Recordó las veces que lo abrazaba, diciéndole que le preocupaban sus desvelos, las veces que se quedaba con él hasta tarde, acariciando su cabello...

Un sollozo salió de sus labios, y aquello lo trajo de nuevo a la realidad.

Tragó todo y juntó fuerzas para hacerse de tripas corazón. Mientras Yoongi lo llamaba, sin decir su nombre. Aquello encendió de nuevo la chispa de la ira, que burbujeó en su interior, tan venenosa que lo hizo sentir mal, pero le dio fuerzas, las necesarias para terminar con aquello.

"Dijiste que era el único al que amarías, ¿por qué no dices las cosas que me decías ayer, eh?.." Silencio. "¡Eres un maldito! ¡Te odio! ¡Te odio, te odio te odio! Te odio tanto..." Se frenó a si mismo, un suspiro tembloroso le abandonó, creyó escuchar a Yoongi llorar, y, por más que no quisiera sentir, le dolió.

"Yoongi, si ya no me amas, está bien, si ya no te gusto, lo entiendo, si ya no quieres pasar tiempo junto a mí... Está bien." No quería, pero tampoco podía evitar que su inseguridad saliera a flote. Suspiró de nuevo, con más pesar que antes. "Creo que... Ahora ya no hay oportunidad para ti y para mí, Yoongi. Eso jamás será. Ya no hay un nosotros. Así que no te pongas triste... Podrás estar con quien quieras..." Su voz se fue apagando, se hería con sus propias palabras, y sentía que eso estaba bien.

"¡E-espera! ¡No cuelgues por fav-!" Colocó el teléfono sobre su base y lo desconectó del tomacorriente con algo de fuerza.

Entonces lloró, con tanta fuerza que pudo quedarse sin voz, y sin lágrimas, pero no le importó.

Ruptura || YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora