Parte 2.

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Despertó en su cama, con los párpados hinchados y los ojos ardiendo.

No sabe cómo llegó hasta allí, pero el destrozo del lugar le daba una idea.

Tal vez, había tenido un ataque de ansiedad y, dentro de este, uno de histeria. Esto explicaba el porqué había dormido toda la noche, quedó agotado.

Ese lado de él, el que destruía todo, era uno que Yoongi nunca tuvo el placer de conocer. Todo fue dulce y perfecto con él, incluso al principio, a pesar de todo.

Oh Yoongi, el recordarlo le hizo aguar la mirada, se encogió sobre sí mismo, buscando por un momento la fortaleza para levantarse y seguir con su vida. No la consiguió.

Aún así se levantó buscando su teléfono para ver la hora, esperaba que no fuese muy tarde, no quería llegar tarde a la universidad.

Podía seguir con su vida, aunque se sintiera como la mierda.

Faltaba una hora para entrar a clases, suspiró aliviado y fue a ducharse. Mientras el agua caía él pensaba en Yoongi, en la decepción que lo llenaba y a la vez lo dejaba vacío. Pensaba en el porqué, pudo ser él el problema, tal vez ya no era suficiente, tal vez nunca lo fue, o tal vez simplemente Yoongi era un idiota.

No lo sabía, pero no podía evitar sentirse mal consigo mismo.

Tardó cinco minutos más de lo normal en la ducha y salió, luego de ponerse sus boxers se vio al espejo, buscando defectos, encontrando miles, algunos en realidad no estaban ahí. Sabía que no era su culpa, pero en el fondo no evitaba culparse, a él y a sus defectos, de la traición de Yoongi.

Y es que sin él se sentía tan feo.

Recordó todas esas veces que Yoongi acarició su cuerpo, y le repitió mil veces que era hermoso, hasta que él le creyó. Había sido tan ingenuo. Negó con la cabeza, mirando su reflejo, algunas lágrimas escaparon junto a un sollozo, pero se limpió enseguida, pasando sus manos con énfasis, repitiéndose que debía seguir en pie.

Soy tan tóxico, estoy consciente de ello. Pensó, y creyó que esa sería una de las muchas razones por las que Yoongi lo había dejado.

Sacudió su cabeza, con la idea de que el gesto alejaría sus malos pensamientos. Se vistió rápidamente, tomó su mochila y antes de salir, estuvo a punto de despedirse de su novio, entonces recordó que ahí no había nadie y que ya no tenía novio.

Sin mirar atrás, incomodándose ante sus propios pensamientos, salió a tomar el autobús para ir a la universidad.

No iba a mentirse, sabía que su día sería una mierda y así fue. Le costaba concentrarse en las clases, se perdía constantemente en sus pensamientos pesimistas, a veces recordaba su teléfono, apagado en el bolsillo escondido de su mochila, y se preguntaba si Yoongi había estado llamándolo.

Su amigo más cercano Taemin, que no dejaba de ser un simple amigo, se dio cuenta de sus bajos ánimos y se acercó a él.

"¡Hey! Jimin, ¿a qué se debe esa cara larga? Nunca te había visto así, ¿peleaste con Yoongi?" El rubio rodeó los hombros del más bajo, quien lo miró, con un aura de incomodidad rodeándole, le dio una sonrisa forzada e incómoda.

"Si, peleamos, fue algo tonto..." Sentía vergüenza, no quería que nadie supiera que lo habían engañado, tenía una buena reputación, sabía que si se enteraban, sentirían pena por él, y no lo tomarían en serio.

"Vamos, deja esa cara, te invito a una fiesta, venga así te distraes, es malo para la salud estar siempre triste." El más alto le revolvió los suaves cabellos rosas.

Jimin se negó varias veces, pero Taemin insistió tanto que terminó por aceptar.

Aquella fiesta era la típica, con vasos rojos y mucha gente bailando en una lujosa casa.

Jimin se sentía tan fuera de lugar. Era tan distinto, todo había cambiado en sólo un día.

Estaba en un sofá, encogido sobre sí mismo, entre sus manos bailoteaba un vaso rojo con refresco, a su lado una pareja de chicos se besaba con desesperación. Extrañamente, aquello no le incomodaba, solo le hacía sentirse... Lejano. Él hace una semana hacía lo mismo con Yoongi.

Recordó aquellos sábados en los que se iban de fiesta, cuando los parciales acababan y todos celebraban, incluso los cerebritos y responsables como ellos asistían. Eran las mejores fiestas, él y Yoongi solían beber mucho en ellas, siempre terminaban a las 4 en el baño, Yoongi vomitando mientras lanzaba maldiciones y él riéndose de todo, arrastrándose por las paredes. A veces se besaban en los sofás, justo como la pareja junto a él.

Los observó brevemente antes de volver la mirada a su vaso medio vacío.

Hace dos días le hubiera parecido divertido emborracharse. Ahora solo el olor a alcohol del ambiente le daba náuseas.

Se levantó dispuesto a buscar el baño, necesitaba lavarse la cara. Recorrió la sala llena de cuerpos sudorosos moviéndose al ritmo de la fuerte música, las náuseas permanecían ahí, asentándose, mientras pequeños escalofríos de malestar lo recorrían y él se acariciaba los brazos por encima del suéter de lana, intentando calmarse a sí mismo, se sentía tan mal.

Suspiró cuando llegó a los pasillos junto a las escaleras al segundo piso, esbozó una pequeña sonrisa de alivio cuando vio a alguien salir del baño, al final del pasillo. Vio hacia las escaleras por inercia, aquella sonrisa desapareció cuando vio a Yoongi con una chica.

Se besaban en mitad de la escalera, la chica dándole la espalda a Jimin.

Sintió que las piernas le fallaban, su mirada se cristalizó. Soltó una dolorosa exhalación, antes de que Yoongi abriera los ojos y lo mirara.

Primera vez que se miraban en dos días, primera vez desde que todo cayó para Jimin. Y aún sentía ese salto en su estómago cada vez que Yoongi le dirigía la mirada, pero era tan doloroso ahora. Apretó su pecho por encima del suéter, de repente sintiéndose más ligero que una pluma.

El mundo pareció volver a girar de pronto. Yoongi reaccionó, soltó a la chica para ir tras Jimin.

Y Jimin, por su parte, salió de su pequeño trance, donde parecía estar cayéndose a pedazos. El olor a alcohol, sudor, perfume, e incluso un poco de marihuana llegó a él, con tanta fuerza que lo mareó al instante. Escuchó su nombre en la lejanía, parecía ser Yoongi quien lo llamaba. Su mirada se aguó tanto que se le salieron las lágrimas sin que él pudiera evitarlo. Y corrió, corrió porque ya no quería lidiar con nada, no quería enfrentar a Yoongi, no quería hacerse el fuerte, ya no quería escuchar más su puto llanto. Solo deseaba volver al pasado, donde era tan pequeño que no poseía conocimiento de las dificultades de la vida.

Llegó al baño con Yoongi pisándole los talones, gritándole por sobre la música que se detuviera. Él mientras corría yéndose de lado varias veces, con el estómago vuelto un remolino y la cara ardiendo por las lágrimas.

Abrió y cerró la puerta del baño, empujando esta para que Yoongi no la abriera, debía evitar que la abriera a toda costa, esa era su barrera protectora ahora, que lo resguardaba de tener que volver al mundo real y continuar con su vida. Pasó el seguro rápidamente.

Recostó la espalda de la puerta, intentando con todas sus fuerzas ignorar los golpes tras de sí y los gritos llamándolo. Fue hasta el gran espejo frente a el lavabo, dispuesto a lavarse la cara, la molestia en su estomago siendo insoportable. Se miró en el espejo, con un escalofrío recorriendo su espalda, se vio a sí mismo como un papel, sus labios partidos por él mismo perdieron el color y notó cómo una arcada llegaba a su garganta. Corrió como pudo al váter.

Entonces dejó de escuchar, su mirada se nublaba en lágrimas mientras soltaba aquello que no tenía en el estómago. Era tan fuerte el pitido en sus oídos que no notó cuando los golpes de la puerta cesaron, Yoongi quedó en silencio, escuchando al pelirrosa vomitar y sollozar.

Decidió dejarlo aquella noche y marcharse. Era mejor no presionar a Jimin.

Ruptura || YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora