El gato buhonero tiene más de mil años, quién sabe cuántos exactamente. Surca los bosques andando a cuatro patas husmeando y oliendo los recuerdos de antaño allá donde pisa. Es sabio por su experiéncia, mas su razonamiento endulza y tiñe de colores sus ideas. Allá donde va todos le recuerdan por su saco lleno de pequeños artilugios y baratijas. De hecho nadie sabe del cierto de donde saca la resistencia para llevarlo a todas partes, pues su cuerpo delgado y su suave pelaje muestran poca fuerza pero mucha sutileza en sus movimientos.
Un dia el gato buhonero andaba por un sendero primaveral cubierto de hojas mágicas de colores alegres cuando sus ojos de felino vieron fuera del camino, a la orilla de un lago, una preciosa ninfa del bosque.
La joven se encontraba sentada con los pies dentro del agua, jugando con los pececillos del lago mientras tiritaba una vieja canción que alegraba los árboles y los animales de su alrededor.
-Me gustaría tener un pajarillo, así podría cantarme lo bonita que soy. - dijo la ninfa mirando al cielo azul.
-Hermosa ninfa que habita en este bosque, no te vale con tu simple presencia la cual ensalza al más vil de los seres que habitan en la tierra? -Dijo el gato descargando el voluminoso saco de sus espaldas.
Al ver al viejo animal la ninfa se sobresaltó, pues el gato buhonero era silencioso en su andar. I no había sabido de su presencia hasta que este le habló.
-Aunque soy joven e inexperta en la vida, llevo muchas lunas conviviendo con mi esencia y los efectos de esta. Todos me conocen aquí incluso yo misma. Ya nada me sorprende, por eso poseer un pájaro me daría lo que más anhelo, la ausencia de aburrimiento.
El gato escuchó atentamente a la ninfa mientras sacaba una pipa negra del saco y la encendía. Luego se apoyó su espalda en un tronco y se puso a fumar de esta. A veces le gustaba ponerse a dos patas.
-Mi bella anfitriona de estos cálidos bosques, un pájaro para compañía no es cosa sencilla. Se le debe dar de comer tantas veces como plumas se desprendan de su cuerpo. Se le debe mimar con canciones que le exciten en los días soleados y que le tranquilicen en las noches de irrefrenables tormentas. Se le debe dejar volar cuando pida y llamarlo cuando esté herido para ser curado.
-Yo le daría amor y ternura, le enseñaría todo el bosque, sus arboledas, sus rincones, los pantanos envenenados con magia oscura en los que no debería ir. Le mostraría mis secretos, donde viven las otras ninfas, mis hermanas, para que no se sintiera solo.
La ninfa dejó de mirar el mar azul del cielo y postró sus ojos fijamente en los del gato.
- Viejo buhonero sabio, no tendrías un remedio para ahuyentar mi sufrimiento? - Dijo con voz temblorosa, aparentando el gimoteo de una niñita caprichosa.
El gato buhonero se atragantó con el humo del tabaco de la pipa. Aunque acarreaba incontables años a sus espaldas, no era capaç de mantener el pulso ante una bellísima ninfa como la que tenía al lado. De hecho, cuentan las leyendas que ni los más poderosos hechiceros con su magia negra nada pueden hacer ante la determinación de unos ojos color jade puros como el de las ninfas de los bosques.
Así que cerró los ojos, respiró ondo, y luego dijo:
-Una flauta mágica, forjada por mil trasgos de minas lejanas. Hace más tiempo del que atribuimos a la formación de nuestro mundo que fue creada para la guerra entre los trasgos y los trolls. Los mandatarios de los primeros se reunieron en concilio para determinar mediante el razonamiento si los trolls eran considerados animales o simplemente criaturas nacidas de algún tipo de magia negra, pues se suponía que la flauta domesticaba a cualquier tipo de animal fuera cual fuese su intelecto. - el gato se tomó su tiempo, inhaló una calada de la pipa y prosiguió su relato. – Nadie sabe muy bién lo que pasó durante la guerra, pero lo que sí sabemos es que en nuestros días los trasgos viven bajo tierra, y los trolls bajo el manto oscuro de la noche.
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Cuentos de las aventuras del Gato buhonero
FantasyEl gato buhonero tiene más de mil años, quién sabe cuántos exactamente. Surca los bosques andando a cuatro patas husmeando y oliendo los recuerdos de antaño allá donde pisa. Es sabio por su experiéncia, mas su razonamiento endulza y tiñe de colores...