𝐏𝐫𝐞𝐟𝐚𝐜𝐢𝐨

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Canadá, 2010

—No puedes contarle a nadie sobre mí, ¿entiendes? Yo solo quiero protegerte.

Simplemente acepte, no parecía alguien malo... Después de todo, siempre estuvo conmigo, es mi amigo.

—¿Escuchas a alguien, cariño? —negué con la cabeza, mi mamá continuó—. Es importante que nos digas, no nos enojaremos contigo... Lo sabes, ¿verdad?

—Miente —me susurra al oído.

Mi mamá me da una sonrisa de boca cerrada, me da un beso en la frente y se despide, cerrando la puerta detrás de sí.

Espero un poco, y luego me levanto de la cama para ir a la ventana. Hoy se ve una luna muy hermosa. Mañana es mi cumpleaños número diez, y no puedo permitir que me castiguen por mi amigo. Aún no tiene nombre, dijo que me lo diría cuando fuera mayor. Pero yo ya estoy grande, no es justo.

—Eres una buena amiga, gracias por guardar el secreto.

—Eso hacen los amigos —digo y volteo a ver mi reflejo en la ventana—. ¿Cuándo me dirás tu nombre? Mañana cumpliré diez, ya estoy mayor.

Escucho su risa en mi oído, es como si estuviera detrás de mí. Nunca lo he visto, ya que siempre que volteo a verlo nunca lo encuentro y siempre se enoja cuando lo hago. Intento observar mi reflejo en la ventana para verlo, nada.

—Todavía, eres muy pequeña. Pero es cierto, ya estás creciendo. Es momento de que te enseñe muchas cosas —le sonreí a mi reflejo—. Es hora de dormir.

Estoy a punto de cerrar mis ojos, cuando escucho ruido afuera. Se escuchan cosas rompiéndose y a mi madre gritando.

—¡Debajo de la cama!

Su grito me asustó, es la primera vez que él me grita. Hago lo que me dice y me escondo debajo de la cama. El ruido se convierte en completo silencio.

—Debes hacer lo que te digo. Sal con mucho cuidado y ve detrás de la puerta.

Escucho que alguien sube las escaleras y me apresuro. Escucho varias pisadas y las puertas abriéndose, luego escucho el grito de Thiago, mi hermano, seguido de un fuerte sonido. Silencio.

Se abre mi puerta y me coloco lo más cerca de la pared, en mi cuarto entra alguien muy grande. Esa persona se acerca a mi cama y tira todas las sábanas y peluches al suelo.

—Respira lentamente, estoy contigo, jamás te abandonaré —me susurra mi amigo y le hago caso.

Intento agacharme para que no pueda verme, y cuando muevo mis pies piso un juguete que hace ruido al instante. Escucho pisadas más rápidas y me descubre. Cierra la puerta de golpe y me agarra por el cuello para levantarme en el aire. Intento patearlo, pero no llego a tocarlo, siento la presión de su mano en mi cuello y empiezo a llorar mientras me quedo sin aire. Me empiezo a impacientar y gritar con toda la fuerza que me queda con la esperanza de que mi amigo me ayude. El hombre hace más fuerza y dejo de patalear porque no tengo fuerza.

Cuando estoy a punto de cerrar los ojos, caigo al suelo. Comienzo a toser sin parar y volteo para quedar boca arriba, estoy algo mareada y veo borroso. Intento mantenerme despierta y veo al hombre, este se toca el cuello frenéticamente, pero no hay nadie. Comienza a patalear como yo  hace un momento y es levantado del suelo.

—Es hora de dormir —dice mi amigo y escucho un crack, el hombre cae al suelo—. Tranquila, siempre estaré contigo.

❝ 𝑻𝒉𝒆 𝑽𝒐𝒊𝒄𝒆𝒔 ❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora