One.

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Sus ojos miraban con entusiasmo desde cada ángulo que le era posible observar, su boca se hacía agua y su estómago parecía gritarle ¡hazlo ya! con ímpetu. Tomó sus palillos entrenadores preferidos, que tenían un pequeño zorro que los ayudaba a mantenerse juntos y enredó los hilos de pasta que rogaban por ser comidos. Pero la felicidad del pequeño rubio fue distraída por un tirón que sintió de sus cabellos.

-¡Mamá, eso dolió, dattebayo!- exclamó llevando una mano a su cabeza, sobando la parte afectada repetidas veces. Minato dejó de lavar los trastes sucios y giró la cabeza.

-Lo siento, Naruto, pero tu cabello es imposible de peinar, dattebane.- excusó Kushina, tratándo ahora de sacar el cepillo del pelo de su hijo. -Es igual al de tu padre.- comentó, echándole una mirada sonriente a Minato, quien le sonrió de vuelta avergonzado. —Recuerdo que Mikoto...

El chiquillo dejó de escuchar y volvió a mirar hacia su tazón de ramen, agradecía las benditas manos de su madre que podían crear tal comida tan rica. Sin más qué esperar atacó, y en un dos por tres, el plato ya se encontraba vacío.

-Naruto, no seas apresurado.- regañó entre risas su padre. No se había dado cuenta cuándo es que había terminado de fregar los platos, pero ahora ya se encontraba quitándose el delantal rosa y acercándose a él. Minato se agachó para quedar a la altura de Naruto y una vez más le sonrió. -Guarda un poco de espacio para el festival del pueblo.- aconsejó, picando con sus dedos la pancita del pequeño rubio, a quien hizo reír al contacto.

-¡Me haces cosquillas, dattebayo!- se retoció en su asiento, riendo, tratando de esquivar inútilmente los dedos que picaban sus costillas. -¡Mamáaa!- pidió auxilio entre carcajadas. La mujer, quien sólo había estado de espectadora ante tal escena llena de ternura, se unió, cargándo al niño y llevándolo a la sala "salvándolo de su padre", para luego ella comenzar a picarlo, su padre no tardó en acompañarlos. -¡No es justo, son dos contra uno!- se quejó entre risas el más pequeño, mirando a sus padres que también reían con gusto.

-Bien, entonces... ¡Vamos contra papá!- exclamó al instante de haberse tirado encima de su esposo, seguida por Naruto, quien se unió gustoso al acto.

Y ahí quedaron los tres, tirados en el suelo alfombrado de la sala, cansados de tanto reír, pero aún así sonriendo. Minato aguantando el peso de su esposa e hijo sobre él, pero no le importaba, miró a Kushina y ella lo recibió con un beso en los labios, uno del que su pequeño hijo no se enteró, pues no había tardado en quedarse dormido sobre ellos.

~~~

El pequeño de cabello azul, no sabía si prestarle más atención a la televisión que transmitía su caricatura favorita, o a su madre que corría por todas partes un poco preocupada. Era raro, Mikoto lo había despertado antes de su hora de levantarse, pidiéndole que fuera rápidamente a bañarse, claro que la obedeció y se metió al baño una vez se desocupó.

Ahora se encontraba sentado en la orilla de la cama, bañado y cubierto por su toalla azul celeste que sólo dejaba al descubierto su rostro para que pudiera disfrutar de su caricatura.

La madre buscaba apresurada en varios cajones la ropa que usaría el pequeño Sasuke, mientras que él escuchaba y cantaba en voz baja, despreocupado, la canción de un comercial.

Sentado debajo de un mango, debajo de un árbol de mango.— cantó, moviendo la cabeza de un lado a otro al ritmo.

—A ver, hijo, ponte esto.— suspiró y sonrió triunfante cuando por fin terminó su búsqueda. Dejó las prendas al lado de Sasuke y se sentó un momento en lo que él se cambiaba.

—¿Por qué estamos despiertos tan temprano?— preguntó curioso el menor mientras terminaba de abotobarse la camisa.

—Hoy es 14 de abril, mi niño.— respondió la madre mientras le terminaba de acomodar el moño que se suponía usaría para aquella ocasión. Mikoto notó que el pequeño no entendió lo especial de la fecha, así que sonrió y comenzó a relatar. —Es el festival de primavera de Takayama, son dos días en abril y en otoño también se celebra. Hay carretas decoradas, y bailes, y marionetas increíbles. Incluso viene mucha gente de fuera a verlo.— platicó animada, terminando por acariciar la mejilla del menor y levantándose. —Sé que te gustará, Sasuke.— aseguró, recogiendo un poco de ropa que había tirado. —Además, puede que nos encontremos con Kushina y Minato...— musitó en voz baja, emocionándose internamente al recordar a su amiga.
Entonces caminó hasta alejarse y perderse de su vista.

Sasuke se miró en el espejo y frunció el ceño, no le gustaban los trajes, pero si era tan especial para su madre, lo haría. Se colocó su suéter azul y se sonrió a sí mismo, tal vez no sería tan malo...

-No puedes usar suéter en un festival, se ve mal.- habló una fría voz detrás de él, dió un pequeño saltito al escucharlo, era su padre. -Quítate eso.- ordenó autoritario, y sin dar oportunidad, se acercó a él con rapidez, Sasuke cerró los ojos, sólo sintió como le arrancaba el suéter de su pequeño cuerpo, lo tiró a quién sabe dónde, y le dió una mirada seria. -Creo también haberte dicho que no vieras televisión, te pudre el cerebro.- dijo seco, en un tono amargo que desanima a cualquiera, el problema era que Sasuke lo escuchaba todos los días.

-Sí, padre. Lo siento...- masculló mirando al suelo, desesperanzado, sintiendo cómo su padre se alejaba un poco, seguido escuchó la televisión apagarse, y los pasos siguieron alejándose hasta que dejó de escucharlos.

Sasuke había quedado ahí mirando el piso, como si tuviera la respuesta de por qué su propio padre era así con él. Quería llorar, pero justo ayer lo había regañado por eso, le había dado una bofetada limpia en la mejilla, porque lo vió llorando en su habitación y también había sido por él. Y es que no lo entendía, ¿qué había hecho mal para merecer eso?

Se aguantó las lágrimas y secó unas imaginarias, temiendo que su padre volviera. Entonces notó una nueva silueta frente a él, quien le extendía el suéter azul con una sonrisa en el rostro. Soltó una risa aliviada y lo tomó.

-Gracias, Itachi.- estrujó la prenda entre sus manos y lo abrazó, siendo recibido por su hermano, quien lo calmó hasta que la tristeza disminuyó.
Itachi se había convertido, además de su ejemplo a seguir, en su confidente más grande en su vida, sabía que podía contar con Itachi, e Itachi podía contar con Sasuke, en lo que fuere que su hermano menor pudiere ayudarle.

-De nada, hermanito.- susurró bajito, para después levantarse y cargar al menor en su espalda hasta llegar a la cama, ahí se tiraron y rieron juntos. Tomó el control remoto que le había quitado a su padre sin que se diera por enterado, y encendió la televisión, dejando ver la caricatura que Sasuke no había terminado de mirar, vió cómo su pequeño hermano sonrió, aún con pequeñas lágrimas atascadas en sus ojos, y fue suficiente para cerrar la puerta en silencio y recostarse junto a él, pensando, buscando la manera de socorrer.

-¡Itachi, Sasuke, es hora de irnos!

~~~

Poco a poco fue abriendo los ojos el pequeño rubio que sentía que todo se movía a su alrededor, frotó sus manos sobre ellos y entonces pudo ver mejor, en efecto, se estaba moviendo, en un vaivén que subía y bajaba sin prisa.

-Naruto, despertaste.- saludó Kushina contenta, quien caminaba al lado de Minato, el cual era quien llevaba al rubio en su espalda de caballito. -¡Ya llegamos al festival, dattebane!

blue in the end of the world. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora