Four.

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—¿Qué tienes en la mejilla, Sasuke?— cuestionó la mujer del delantal blanco, quien terminaba de servir el último plato de comida para la cena.

—Etto... es una pegatina que venía con el ramen.— mintió ligeramente, mirando su plato, mientras trataba de ocultar una sonrisa que no pasó desapercibida para su hermano mayor.

No se habían quedado a ver el espectáculo nocturno del festival, ni tampoco habían recorrido por completo el lugar; se habían ido una vez Minato y su familia se alejaron. El mini azabache duró todo el camino de vuelta a casa con una sonrisa dibujada en el rostro, se adelantaba a ratos y se había olvidado de tomar la mano de Itachi para volver. Itachi por su parte sabía que aquella repentina actitud se debía a un pequeño rubio, hacia el cual se encontraba agradecido por despertar ese lado de su hermano menor.

—Ya veo.— respondió sencillamente.— Minato fue muy considerado en comprarte comida.— aludió Mikoto, mientras agradecía mentalmente de nuevo a su amigo por tratar bien a sus hijos. —Creo que deberíamos de invitarlos a cenar.— propuso la de cabello azul, ganándose las miradas de todos de diferentes maneras. Fugaku la veía interesado en la idea, después de todo, también eran sus amigos; Itachi la veía con aprobación, él también había recibido amor por parte de los Uzumaki y les agradecía su buena vibra; mientras que Sasuke tragó saliva y volvió a mirar su plato, emocionándose infantilmente por la simple idea.

Vería nuevamente a Naruto.

Y ese fue el único pensamiento que lo acompañó por el resto de la cena.

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—¿Te cayó bien Naruto?— preguntó Itachi, vagando por la habitación de Sasuke, con las manos en la espalda y una enorme curiosidad.

—Algo.— respondió con simpleza, sabía que algo se quedaba corto, pero tampoco iba a dejarse llevar por la primera persona que no lo hizo a un lado... todavía.

—Pues no lo sé.— soltó al aire, abriendo paso a la cizaña de echárle en cara algo a su hermano menor. —Estabas muy sonriente hace un rato.— atacó, luchando por no reír por la ternura que le causaba toda la situación. —Y parece que a Naruto le agradas.

—¿Mhm?— moldeó el pequeño Uchiha, dirigiendo toda su atención a su hermano, del cual se había ganado una risa que cubrió con su mano. Sasuke frunció el ceño e hizo un ligero puchero, indignado de que se estuviera burlando de él. —No es gracioso.

—Lo siento, Sasuke.— se disculpó cesando las risas. —Pero en serio, el niño vino corriendo a pedirle una vendita a su madre para "curarte".— explicó, sentándose a su lado en la cama. —Incluso quiso ir a comprar pomada para que no te doliera.— recordó tomando su propia barbilla con los dedos, cerrando los ojos. —Tuve que explicarle que no hacía falta, pero creo que no me entendió.— razonó en una risa, llevándose una también por parte de Sasuke. —Al final tuve que prometer que yo te pondría una en casa.— dijo levantando un frasco de pomada de quién sabe dónde. —Ese niño es convincente.— reconoció, mientras acercaba su dedo embarrado a su mejilla izquierda, y la colocó en los alrededores de la vendita.

Y así hubo un silencio, en el que Sasuke se perdió pensando en aquel rubio tonto que tuvo la dicha de conocer.

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La hora de dormir había llegado, eran las 9:00pm y Naruto ya estaba siendo arropado por ambos padres, uno por cada lado de la cama. Subieron la cobija hasta sus hombros y depositaron un casto beso en ambas mejillas marcadas.

—Dulces sueños, mi niño.— acarició sus cabellos y se alejó del pequeño cuerpo, dispuesta a irse y dejarlo dormir.

—Mamá. Papá.— llamó su atención y buscó las palabras. —¿Podemos invitar a Sasuke a la casa, ttebayo?— pidió bajito, presionando la manta contra su cuerpo, deseando verdaderamente un sí.

blue in the end of the world. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora