Eran como las 2:30 AM en el apartamento de las Twice cuando se escucharon unos sonoros gemidos que rompieron el silencio de éste.
—Mgh... ¡C-chaeyoungie~! ¡Así~!
Maldita sea. Pensó Tzuyu sin quitar su mirada del televisor.
La mayoría de sus compañeras de grupo habían salido de fiesta a un antro para celebrar el lanzamiento de su nuevo álbum y ella había tenido la magnífica idea de quedarse en su habitación. Estaba realmente cansada como para salir esa noche y quería aprovechar el tiempo a solas para terminar de ver la que se había convertido en su serie favorita.
Con lo que no contaba ella era que Nayeon se sintiese mal a último minuto y que Mina tomara a Chaeyoung del brazo para que ambas se encerraran en la habitación de la rubia pues, con los momentos de grabación, la nipona no había tenido la oportunidad de darle un "regalo de cumpleaños" a la menor.
Soltó un largo suspiro mientras se pasaba las manos por el rostro en señal de frustración. Los gemidos de Mina seguían sonando en el fondo y eso no la dejaba concentrarse en el televisor.
La pantalla de su móvil, el cual estaba a un lado de su cuerpo en el sofá, se encendió y su celular comenzó a vibrar indicando que estaba recibiendo una llamada. Despreocupada lo tomó, estaba segura de que era Sana ebria llamando para molestarla, siempre que se emborrachaba era así. Pero al ver la foto de Nayeon se sintió confusa.
— ¿Hola?
— ¿Estabas durmiendo? —la voz ronca de Nayeon se escuchó a través del teléfono, parecía que recién se había despertado.
— No, estoy en el living viendo una serie, ¿por qué?
— ¿Tú también las escuchas? —preguntó la mayor luego de unos segundos.
Tzuyu tardó unos segundos en entender a qué se refería, pero un fuerte gemido de Mina la ayudó a captar lo que le decía su mayor.
— Sí... Vaya suerte la de Chaeyoung...
— Suerte por Mina querrás decir, no cualquiera logra hacer gemir así a una mujer... —el suspiro que la coreana soltó al terminar de hablar hizo que la menor frunciera el ceño.
¿Acaso eso fue un suspiro de frustración?
Tzuyu era consciente, por lo que había visto, de que desde que Nayeon y Jeongyeon habían terminado ninguna de las dos había estado con alguien más, por lo que era comprensible que la mayor se sienta frustrada sexualmente.
— Cierto... —habló Nayeon de nuevo al no recibir alguna respuesta por parte de Tzuyu— Olvidaba que aún eras virgen y no tienes experiencia en eso.
— Tú qué sabes, idiota. —respondió la taiwanesa de mala manera. No podía ver a Nayeon, pero sabía que tenía una sonrisa burlona en su cara porque había logrado hacerla enojar.
— Bueno, Sana dice que no logra pasar a más de unos cuantos besos contigo...
— ¿Y eso qué? Que no me haya acostado con ella no quiere decir que sea virgen.
— ¿Entonces por qué no lo has hecho?
Estaba por responder cuando un gemido aún más fuerte se escuchó, obligando a Tzuyu a guardar silencio hasta estar segura de que no iba a ser interrumpida por Mina.
— ¿Por qué tanto interés en mi vida sexual, Nayeon? —cuestionó de repente la pelirroja, incómoda por las preguntas que le hacía su mayor.
Si bien ella ya estaba acostumbrada a ser molestada todo el tiempo por la castaña, habían días en los que no soportaba ni siquiera una pequeña burla.