Antes de la guerra Louis Tomlinson tenía una vida. Él vivía con sus tíos en un sector prestigioso de Londres, pues su clan era parte de los pocos pura sangre que quedaban en Bretaña. Los Tomlinson eran dueños de una cadena de hoteles, restaurantes, y otros negocios. Dirigían incontables caridades y eran populares entre los Europeos por sus buenas obras y vida lujosa, sin embargo, poco importaría en un futuro. Era jueves por la noche y el omega se refugiaba en un frío y oscuro túnel situado en la base militar de Londres, al tener influencia con el gobierno sus tíos decidieron que la mejor opción sería mudarse ahí por un tiempo indefinido, Louis esperaba que no fuera por mucho tiempo.
Su tío Thomas era un autoritario pero cariñoso alfa, ocupaba el rango de General y lideraba sus tropas a una posible victoria. Se había marchado hace cuatro años y el omega aún resentía su ausencia.
El pequeño omega y su tía Elena se encontraban bajo tierra con el corazón en la garganta, se escuchaban quejidos lastimeros y bajos sollozos que eran interrumpidos por explosiones en la superficie. A partir de las 3:00 am se habían disparado las alarmas, avisando a la población que un ataque aéreo estaba a escasos minutos de dar lugar. El molesto chillido lo despertó antes que su tía llegara corriendo con los ojos bien abiertos. Llevaba una bata larga y pantuflas afelpadas que acogían sus pies, su pelo rojo se encontraba peinado en una larga trenza que gracias a la lámpara de aceite daba la ilusión de una cola de fuego.
-Atención todos- dijo un robusto soldado- Parece que será una larga noche, les recomiendo encontrar un lugar donde dormir. En el rincón de allá- señaló hacia una esquina- podrán abastecerse de pan y té caliente para controlar los nervios, hay cobijas también. Por favor tengan en cuenta qué hay niños y mayores de edad, no se les será otorgado una pieza de pan más de dos veces- sin más, el soldado abandonó el túnel subterráneo.
Cuando logro calmarse un poco más, observó a su alrededor en busca de algún rostro familiar, estaba a punto de darse por vencido cuando miró a lo lejos a un joven beta de 20 años que se hacía llamar Esteban.
-Tía, ¿tiene frío?- preguntó Louis, su expresión se arrugó en preocupación, pues se se dio cuenta que Elena estaba temblando ligeramente.
-¿Ah?- entonces la alfa pareció regresar a la normalidad, un leve rubor adornó sus mejillas mientras chasqueaba la lengua tratando de aligerar el ambiente, sus ojos se enfocaron en el ojiazul y le dio una mirada que lo tranquilizó en breve- No mi niño, disculpa, estaba perdida en mis pensamientos- dijo para posteriormente dirigir su mirada hacia la esquina del túnel donde se había formado una fila, rápidamente reconoció al joven beta que los saludaba con una tímida sonrisa- Ve con Esteban y trae una manta, por favor, tienes unas ojeras terribles, corazón. Una siesta nos vendría bien a ambos, ¿no crees?- Louis se quedó quieto por lo un instante, meditando cuál sería la mejor respuesta. Al final decidió acatar la petición de su tía con una mueca en su bonito rostro.
-Regresaré rápido- dijo el omega no sin antes darle un beso en la mejilla. Cuando se dispuso a caminar hacia el joven soldado notó que sus rodillas estaban raspadas, posiblemente habían sido consecuencia de la caída que tuvo segundos antes de entrar al refugio, no le tomó importancia pues tenía cosas más importantes en las que pensar.
- Esteban- saludó el omega con amabilidad, el beta sonrió y le dio un fuerte abrazo que el castaño respondió- ¿Estas bien, Lou? Trate de ir contigo pero el oficial me ordenó no abandonar mi puesto- continuó para después alejarse del omega y colocar su brazo derecho en sus hombros con el fin de darle un suave apretón.
Louis encontraba su presencia reconfortante, a pesar de no ser un alfa el chico contaba con un aura cálida que le subía de ánimos. Le tenía aprecio.
-Claro, no te preocupes- negó con cariño a sabiendas de la preocupación del beta. Esteban había mostrado interés en el castaño, pero dadas las circunstancias decidieron quedar como amigos- Vine por una manta, mi tia Elena está agitada, estoy un poco preocupado ¿Sabes?- en realidad mentía, el omega estaba muy preocupado. Elena no era admiradora de mostrar sus debilidades frente al castaño, o quien sea. Podía contar con su delgada mano las pocas veces que la había visto con la guardia baja, una de ellas siendo cuando los padres del castaño fallecieron.
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