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(Riccardo x Terry)

El albino se colocó bien sus guantes, para luego comenzar a estirar bien todos los músculos de su cuerpo, aquel día volvería tarde a casa; debía ser mejor, tenía que lograr defender por completo la portería. Había descubierto que, aunque su prioridad era mostrarle a Riccardo que se equivocaba, hacer de portero era bastante divertido y emocionante. Su ceño se frunció al pensar en ese chico de cabellos rizados, así que se dispuso a negar con la cabeza y colocarse frente a la máquina de entrenamiento; con el mando a distancia la encendió, para luego tirar el control al suelo. Estaba preparado para lanzarse a por el balón y detenerlo, debía demostrarle al ex-capitán que ese puesto no le quedaba grande, que no era un inútil. La máquina ya lanzaba balón tras balón y de ojos violeta intentaba pararlos todos; las horas pasaban y la noche llegó, pero el peliblanco no podía ver el cielo desde ese lugar. Estaba agotado, su ropa estaba sucia, al igual que su rostro, y tenía las manos algo rojas, incluso cuando llevó los guantes en todo momento. No fue capaz de parar todos los tiros, estaba decepcionado, ¿si no era capaz de parar los balones de una máquina, como demonios protegería la portería en un partido?

-¡Mierda!- golpeó varias veces el suelo, frustrado.
-Vaya, parece que nuestro portero está frustrado- una voz llegó a sus oídos, así que alzó la cabeza, encontrándose con Di Rigo- ¿No ibas a demostrar al equipo que podías con todo?
-Tsk- se sentó en el suelo, ocultando su rostro en una de sus mano, aunque estas le dolieran bastante- No necesito que me recuerdes lo patético que soy.
-¿Mh?- pestañeó varias veces, algo sorprendido, pero no pudo decir nada más ya que el albino siguió hablando.
-¿Por qué no soy capaz? ¿Qué demonios estoy haciendo mal? ¡Odio saber que tienes razón!

El de cabellos cenizos se quedó varios minutos analizándole; pudo ver en su otra mano libre los rasguños que tenía a causa del entrenamiento. Realmente hizo bien al venir, las luces le habían llamado atenció; él también se quedó más horas. Con un suspiro saliendo de sus labios, se sentó a su lado, sonriendo con levedad. Él no deseaba herir a nadie, pero a veces no era capaz de mantener su tranquilidad y decía palabras hirientes; aunque siempre lo hacía con la intención de abrirle los ojos a las personas. Estiró su mano para ponerla sobre la del más alto, el cual dio un bote en el sitió a causa de ese contacto inesperado.
¿Estaba bien? ¿Acaso Riccardo se había vuelto loco?. Se preguntaba eso una y otra vez, pero en ningún momento apartó su mano. Al alzar la cabeza, pudo ver al antiguo capitán del Raimon mirándole fijamente, con una tranquilizadora sonrisa en sus labios; no sabía porque, pero su cuerpo se estremeció en ese mismo momento.

-Lo siento.
-¿Eh?- frunció su ceño, confuso.
-Me pasé un poco, me frustró ver que unos novatos que jamás habían jugado al fútbol, habían sido elegidos antes que mis compañeros- se relamió los labios- Y me molestó aún más saber que ni siquiera os gustaba jugar, solo entrasteis porque ganaríais algo a cambio.
-Bueno, yo...
-No, tranquilo- negó con la cabeza- Solo me dolió ya que mis compañeros estaban ilusionados, pero ustedes simplemente queríais cumplir vuestro sueño. No debí trataros así.
-Dios, Riccardo, ¿estás bien?- una sonrisa algo falsa apareció en sus labios.
-Terry, se que puedes- apretó la mano contraria, sin dejar de mirarle- No eres un mal portero, solo te falta experiencia. Hay quienes tampoco tienen el talento, pero se que tú lo tienes. Estaré aquí, apoyandote; si tú solo no puedes parar un tiro, yo estaré junto a tí para que lo detengamos uniendo nuestras fuerzas. El portero no debe cargar solo con la responsabilidad de proteger los portería, un equipo significa que todos los jugadores somos uno solo.

El corazón de Archibald notó una punzada, a la vez que comenzaba a latir con gran velocidad; ¿qué era eso que sentía por todo su cuerpo?. "¿Por qué me cosquillea el estómago? ¿Comí algo en mal estado?. No, eso no puede ser". En ningún momento apartó su violácea miranda de los ojos del más bajo, este simplemente se limitó a reír con levedad y entrelazar sus dedos con los contrarios; ese acto solo provocó el aumento de su ritmo cardíaco.
Riccardo miraba al frente, sintiendo la calidez que desprendía las manos de Terry; también notó los rasguños que tenía. Sus dedos paseaban tranquilamente por toda la mano del albino, acariciando con suavidad el dorso. Realmente pensaba todo aquello sobre el portero, le parecía una persona fuerte y decidida; alguien que siempre daría el cien por cien en todo. Se sentía algo nervioso porque podía notar como el contrario no había apartado la mirada de él ni un solo segundo; ¿estaba molesto?. No había razón para eso, lo había halagado y dado todo su apoyo. Justo cuando estaba a punto de preguntar, el albino se puso en pie sin soltar la mano del ex-capitán.

-Gracias, Riccardo- giró su cabeza para mirarle y le dedicó una amplia sonrisa, con sus hermosos ojos violetas cerrados.

Di Rigo abrió por completo sus ojos, percibiendo en su pecho una extraña calidez al ver aquella radiante y verdadera sonrisa. ¿Él había ocasionado aquello? ¿Esa sonrisa tan agradable fue causada por él?. Una sensación de orgullo y felicidad nació en su corazón, como una flor abriéndose en primavera.

-Deberías sonreír más- al soltar su mano, agarró su balón y caminó hacia la puerta- Tienes una sonrisa bastante agradable.

Archibald pestañeó, mientras sus mejillas se pusieron levemente rojas durante un segundo; ¡odiaba ponerse así!. Con rapidez, sacudió su cabeza de un lado a otro, para luego observar la mano que, segundos atrás, había estado unida con la del contrario. Estaba fría, o al menos era la sensación que notaba.

Sin pensarlo mucho más, cogió todas sus cosas y se dirigió hacia su casa, impaciente por el partido que tendrían en pocos días.

Había llegado el momento del partido, estaban en el segundo tiempo y el marcador estaba igualado; dos a dos. Terry se sentía frustrado por no haber podido parar esos dos tiros, pero la mirada de cierto chico le decía que no pasaba nada. Todos seguían dando el máximo, pero uno de los delanteros del equipo contrario logró llegar a la portería; el mismo chico que había logrado marcar dos veces. El albino sabía que no podría pararlo, pero aún así cuando el contrario estaba a punto de chutar, se puso en posición, no sin antes abrir la boca para gritar.

-¡Riccardo!

El antiguo capitán formó una sonrisa y rápidamente se puso frente a él, intentando quitarle fuerza al tiro al pararlo con su pie. Lograron detener la súper técnica, ambos, uniendo sus fuerzas; cuando el partido finalizó, ganaron tres a dos. Lo estaban celebrando, pero Di Rigo se giró para mirar al portero sin dejar de sonreír.

-Finalmente eres capaz de compartir la respondabilidad, ¿eh?
-Bueno, parece ser que sí- sonrió de lado.
-Pero sabes que también puedes pedirle ayuda a los defensas, ¿verdad?
-¡Ya, lo se! Simplemente tu nombre es el primero que vino a mi cabeza.

El de cabellos rizados dio unos pasos más hacia él, posando ambas manos en esas mejillas de un tono moreno claro, y se puso de puntillas; Terry no pudo evitar abrir sus ojos como platos al sentir los labios del más bajo pegados a los suyos. El resto del equipo se quedó en absoluto silencio, mientras que Cherise se llevaba una mano a la boca.

-Te volviste un buen portero, así que te di un premio- sonrió, esperando que el más alto se enojase.
-Idiota- soltó una risa, para luego envolver a Riccardo con sus brazos, cosa que sorprendió no sólo al moreno.

Su corazón dio un brinco, pero eso no impidió que se acurrucara en el pecho del contrario. Sherwind desvió la mirada a Blade y se encogieron de hombros; ellos no eran quien para opinar.

σηє-ѕнσтDonde viven las historias. Descúbrelo ahora